CAPITULO IV Cuando creen que estás haciendo algo malo y no...

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Llegamos a la VINOTECA MORENO, así se llama el lugar al que MARCOS me llevó, un sitio pequeño, con mesas altas de madera, y sillas también altas de asientos tapizados en cuero, las paredes color crema con hileras de botellas de vinos enmarcadas, y con paredes opuestas enladrilladas, llenas de ventanales y bombillos amarillos que caen del techo sin lamparilla que los cubra, y pisos es también de madera clara; un lindo lugar la verdad.

Al llegar fuimos ubicados en una mesa en el centro del local, dispuesta para dos personas obvio, y ya instalados, de entrada pidió unas Tapas de maíz, con una especie de guacamole con langostinos grillados y cubiertos con una salsa parecida a la barbacoa, muy bien dispuestos y decorados con una flor amarilla en medio. Estaba a parte de apetecible por su presentación, exquisita.

Para no mirar a MARCOS a los ojos, preferí fijar mi vista en el estante que fungía como mostrador de vinos, el cual exhibía gran cantidad de variedades de estos, que fijándome bien, iban de los blancos jóvenes, hasta los tintos con mayor bouquet y añanza, después pedimos un risotto de pulpo y hongos, que venía adornado con brotes de no sé qué planta, que estaba igual de delicioso que la entrada, aunque minimalista, para lo que generalmente como, pero que hoy me iba bien, porque no tenía mucha hambre, sin embargo, estaba tan bueno que la verdad no deje nada en el plato.

De postre me recomendó el flan de leche, que según él era lo mejor de allí, aunque no me animaba, ante su insistencia acepte que lo pidiera y lo compartiremos, al traerlo y dejarlo el mesero en medio de la mesa y cada uno cucharilla en mano, nos dispusimos a comer, la verdad es que de seguro mostramos la escena de una pareja normal; osea nosotros compartiendo un postre podría parecer hasta romántico y cliché, lo cual no era el caso, pero lo llegue a pensar cuando mientras terminaba mi primer bocado y asintiendo en señal de aprobación para MARCOS por su buen ojo al elegir algo tan delicioso,  por ende,  casi arrepentida de tener que compartirlo, escucho mi nombre y volteo en dirección de donde lo han mencionado, consiguiendo justo a mi lado a mi cuñado NOEL, con la que asumo es la chica que lo trae loco tomados de la mano, con cara de confusión al verme allí, en esa situación con alguien que, obvio no es su hermano, y no es que esté haciendo algo malo, solo que se presta la situación para parecer muy rastrera, aun y cuando mi esposo JOEL está enterado y no muy a gusto al ser informado de que saldría a comer con MARCOS antes de continuar con el trabajo que tenemos pendiente.

- Hola MEL.- repitió NOEL, con rostro confuso.

- Hola NOEL, que sorpresa verte por aquí.- digo animada, para no parecer sorprendida.

- Lo mismo digo MEL, ¿raro no? Digo... encontrarte aquí, hoy, día de trabajo.- Dice con un amago de sonrisa que no le llega los ojos, está molesto, y ha hablado con un tono sarcástico, y debo solucionar lo que sea se esté imaginando.

- Oh, qué mal educada soy, MARCOS, él es NOEL mi cuñado, hermano menor de JOEL. - les presento formalmente.

- Mucho gusto, MARCOS SCORPELO- dice MARCOS levantándose para ofrecer su mano a NOEL quien medio dudoso se la tiende- ya tu rostro se me hacía familiar, tu hermano y tu son bastante parecidos.

- Sí, es algo que me dicen muy a menudo, el gusto es mío, andamos buscando donde comer algo y nos han recomendado este sitio pero no hay mesa disponible.- hace una mueca de contrariado.

- Bueno, estas de suerte porque nosotros ya vamos pidiendo la cuenta, solo nos escapamos de la oficina un momento para comer algo y continuar, ciertamente, muchos archivos nos esperan con añoranza en la Torre. -Le digo ya en tono normal viéndolo más tranquilo ante mi almuerzo de trabajo.

- De verdad, no es necesario que se apuren por nosotros, podemos esperar sin problema.- dijo tranquilo y su acompañante solo asintió con una sonrisa en los labios dándole a NOEL la razón.

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