Capítulo XXX. Cuando las ganas... ganan...

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Me acerque y lo bese, no pensaba privarme de sus besos el tiempo  que se pudiera, él me gustaba y sus besos eran por mucho increíbles, arropaba mi boca y no la invadía, solo la hacía suya con demanda, con ganas, con amor, y con deseo, prometiendo con un beso lo que podría llegar a pasar, mi cuerpo lo recibía con agrado y la humedad que se instalaba en mi sexo lo revelaba.

Al termina de besarlo, intente separarme pero al final uní mi frente a la de él, mientras nuestras respiraciones cesaban un poco, tras la agitación del beso.

- MEL... yo deseo- no lo deje terminar, su voz ronca me decía que su deseo me iba a gustar.

- No hables, solo hazlo- le susurre. No podía pensar en que quería, lo que sé es que tenía la certeza de que lo que quisiera yo lo anhelaba también, pase saliva al sentir sus manos recorrer desde el costado de mi rodilla izquierda hasta subir por dentro de mi vestido floreado, hasta mi muslo y apretarlo con fuerza, haciéndome ver lo contenido que debía estar ante las ganas de tenerme para él y el dolor de su cuerpo amoratado tras la paliza del día anterior que no se lo haría fácil.

- Te deseo, como a nada en este mundo-ronroneo- sé que suena a frase cliché, y trillada por demás, pero te deseo con cada célula de mi ser- hablaba mientras sobaba el lugar donde había apretujado antes, pasando por debajo de la tela de mi panty e instalándose en mi humedad, su solo roce me hacía estremecer, su dedo dibujaba círculos justo donde mi clítoris le levantaba y palpitaba.

Era inevitable dejas escapar jadeos que fueron capturados por sus labios mientras poseía los míos, de una manera que parecía que hacía las mismas figuras en mi boca que en mi sexo, era lento y cadencioso, era como una rica tortura, yo aflojaba las piernas y hasta parecía que las abría con descaro para darle más acceso.

De los círculos paso a deslizar de arriba hacia abajo, yéndose desde mi punto sensible hasta mi hendidura y viceversa, yo sentía calor, mi respiración se salía de lo normal, mi vientre se contrae, la humedad se escurría, estaba excitada y él no estaba mejor.

- Me encantas mujer, me vuelves loco... -susurra sobre mis hinchados labios- sentirte tan mojada y saber que soy yo quien lo ocasiona me pone, pídemelo, hazlo...

- Mételo, penétrame, no me hagas suplicar porque...

- ¿Porque?

- Porque lo haría...

- Súplica- decía mientras intensifica los movimientos de su mano e incorporaba otro dedo a la tortura aumentando el ritmo y su fricción; me hacía perder cada vez más el control mientras inclinaba mi pelvis acercándola a sus dedos.- no hagas trampa MEL, que hasta que no me lo pidas como se debe, no haré algo más de lo que ya hago.

- Quie...quiero sentirte dentro de mí, empalándome y no hablo de tus dedos, sino de esto -le hable separándome un poco, estaba segura que el deseo se leía en mis ojos y mi mano apretaba su evidente erección que ya presionaba su pantalón.

- De momento solo será así...- no había terminado de pronunciar la frase cuando sus dos dedos entraron de un solo golpe en mi interior y un jadeo alto salió de mi sin siquiera poder silenciarlo.

- No hagas ruidos mi amor, si alguien interrumpe  no seré yo el más frustrado en este momento- parecía que hacía un chiste interno del que de momento a mí no me hacía ninguna gracia.

- Ha si... igualemos las condiciones entonces- indique y él hizo amago de sonreír triunfal hasta que sintió el cierre de su pantalón abrirse y mi mano posarse en su gruesa erección, creo que sin querer mi interior lo anhelo de más...

Secuestrado DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora