Kara Danvers, estudiante de derecho y amante del dibujo, la fotografía y las motos.
Lena Luthor, cirujana de urgencias en el hospital de National city los fines de semana. Entre semana, dueña y médico en su propia clínica y en los laboratorios médic...
Por favor, por favor... Vuelve conmigo... Cásate conmigo...
-Lena: Sí... - dije. Esas palabras me sacaron del estado en el que me encontraba.
No sabía el tiempo que llevaba a así, pero sabía que no era poco. Era como estar en un sueño del que no podía despertar. Podía escuchar a mi madre hablarme, a Eliza, Alex y Sam apoyando a Kara, las bromas de Winn, a Nia diciéndole a Kara que me pondría bien... Y podía escuchar a Kara llorar, rogarme que volviera. Y quería volver con ella. Pero algo me lo impedía.
Sentía su dolor y era como si mil agujas se clavasen en mi corazón a la vez. Pero no podía despertar, no podía abrir los ojos. Hasta que Kara me pidió que me casara con ella. Algo en mí se desbloqueó y mis ojos se abrieron.
La miré. Estaba llorando, pero estaba preciosa. Sus ojos azules brillaban más de lo normal, ¿quizás al verme despertar?
-Kara: ¿Lena...? Lena, amor... - me besó- Hola...
-Lena: Hola... - respondí, mirándola. Entonces vi a Katie sobre mí – Hola, mi niña...
-Kara: Iré a buscar a un médico...
-Lena: Espera...
-Kara: ¿Qué...?
-Lena: Te he dicho que sí... - dije. Aún me costaba hablar y mantenerme despierta.
-Kara: ¿Cómo...?
-Lena: A casarme contigo... Te he dicho que sí...
-Kara: ¿A ca...? Oh, Dios, ¿dije eso en voz alta?
Típico de Kara....
-Lena: Sí, cariño... ¿Ya no quieres...?- El miedo me invadió. ¿Acaso lo dijo sólo por desesperación?
-Kara: Pues claro que quiero... Pero no era así como quería pedírtelo, amor...
Suspiré interiormente, aliviada.
Los médicos vinieron a realizar algunas pruebas. Sabía que podrían haber quedado secuelas. Por suerte, parece que fui una de esas pocas personas que se recuperan del todo. Bueno, no había perdido la memoria, podía hablar bien...
Pasé ese día solo con Kara y Katie.
Katie había crecido muchísimo y estaba preciosa. Me medio senté en la cama y le pedí a Kara que me dejase a Katie y, aunque al principio no quería por si me hacía daño, acabó cediendo. También tuve que asegurarle que podía ir al baño sola sin problemas. Sólo tenía que dar tres pasos para llegar a él.
Al día siguiente, Kara llamó a toda mi familia, y a la suya. Aunque Kara les pidió que vinieran poco a poco, llegaron todos de golpe, así que Kara se ocupó de organizar los turnos para que entrasen. Nunca más de dos personas a la vez. Sin incluirla a ella, claro, que se limitaba a quedarse sentada en el sillón con Katie, sin molestar.
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