22. "Ρόζα."

55 7 3
                                    


No me reconozco, pero es lo que mi mente y cuerpo me exigen hacer. El deseo que siento por él es peligroso, lo se, pero ahora mismo es lo que menos me importa.

Me encuentro sobre el mueble de la entrada, con Artemis entre mis piernas, mientras yo me encuentro totalmente rígida debido a la expectación y a la necesidad de tenerlo dentro de mí. Pero antes de que eso ocurra, Artemis disfruta de un festín con mis pechos, dándoles lo que piden, atención, mordisqueando mis pequeños pezones. Las sensaciones me sobrepasan y lo único que alcanzo a hacer es agarrar su cabello con fuerza.

- Artemis, por favor, no lo soporto más . - Le suplico.
El ardor que siento es insoportable, me siento completamente húmeda.
Y cuando por fin me complace, agarra el borde mi ropa interior, y la rasga.

- Lo único que me ha frenado, el haber acabado ya, dentro de ti, eres tú. Disfruto mucho más, observándote, viéndote gozar y volverte loca con las caricias que te brindo, tan receptiva, tan suave... No ha hecho falta nada más que unas simples caricias para tenerte rogando por mi. -
Recita sin dejar de frotar su glande contra mi, desde mi clítoris, hasta mi entrada.

Y antes de que pueda emitir gemido alguno, me quedo sin aire, tras penetrarme de una sola embestida. Y nos quedamos así, quietos, convertidos en un solo, respiración con respiración y pupila con pupila.

He perdido la noción del tiempo, cuando de nuevo sale de mí, pero esta vez, solo para volver a entrar, despacio, preciso, tan placentero que no se puede expresar con palabras, solo somos dos cuerpos, disfrutándonos, el uno con el otro.

- ¿Ves, Leyre, lo notas? Notas como te acoplas perfectamente a mi. - Susurra totalmente ido, con su mirada fija en donde nuestros cuerpos se unen, y no puedo evitar unirme a él, tan erótico.

- Estás tan preciosa, conmigo dentro de ti, excitada, húmeda, perfecta. Quiero que te veas como yo te veo en este momento. -
Y lo lleva a cabo por que me alza, y me coloca frente al espejo, y de nuevo con él a mi espalda.

- Vas a ser la única culpable de que pierda la poca cordura que me queda, Ρόζα. -

Y tras sus palabras, guía su miembro de nuevo a mi entrada y me vuelve a penetrar, esta vez con más fuerza, que hace que clave mis uñas en sus antebrazos, los cuales rodean mis caderas, para ayudar a movernos al unísono... entretanto sale lentamente, y vuelve a introducirse hasta el fondo, cada vez con más ritmo, más aprisa, más rápido y fuerte, llegados a este punto, mi garganta se encuentra irritada de tanto gemir. Pero aún así...

- Quiero más...-
Pronuncio como puedo, debido al vaivén sin parar de nuestras caderas, y a mi boca ya sin aliento.

Y me complace, siento como se ensancha en mi interior. Ya queda poco, siento que verdaderamente no distinguiría el orgasmo de lo que estoy sintiendo ahora mismo. Siento como desliza poco a poco, despacio, su mano, hasta llegar al centro de mi cuerpo, y abrir mis labios, hasta encontrar, mi clítoris, y hacer justo la presión que necesito, para sentir como se construye rápidamente. Me tenso y noto como mi cuerpo convulsiona, en un millón de sensaciones.

Creo que nunca he llegado a experimentar esta sensación, plenitud, felicidad, es increíble todo lo que te puede hacer sentir un orgasmo, aunque tras él solo queden vestigios de mi. Tras mi clímax, siento como Artemis culmina, lo noto derramarse en mi interior, mientras acalla sus gritos mordiendo mi hombro, con fuerza.

Saciados, y derrotados, nos deslizamos hasta el suelo, donde despacio, sale de mi, y me acoge entre sus piernas, para abrazarme y darme un beso en la coronilla, mientras yo me acurruco más en sus brazos que me rodean, sin emitir palabra alguna.

No se cuanto tiempo ha pasado, y la verdad es que tampoco me importa. Solo se que Artemis ha tomado mi cuerpo laxo y nos ha llevado al sofá donde ha cubierto nuestra desnudez con una frazada. Me encuentro encima de él con mi cabeza apoyada en su desnudo pecho. Y de pronto me pica la curiosidad.

- ¿Artemis, qué significa ese término con el que te refieres a mi a veces? - Le pregunto, mientras con cariño paso mis uñas por su duro y moreno pecho.

Noto como coge aire, y presiento que es algo importante lo que me va a decir, por que me incorpora y me sienta en sus piernas, para poder mirarme a los ojos.

- Es un poco complicado, cariño, pero aún así te lo explicaré. Como imaginarás es Griego y es un término que en mi familia tiene mucha importancia. Ρόζα, prácticamente al traducirlo a tu idioma, daría lugar a rosa. Pero es mucho más que eso, así llamamos a las mujeres de mi familia. Su significado que va más allá que una simple flor. Una Rosa para nosotros es una mujer, aparentemente frágil, debido a su belleza exterior y aparente dulzura, pero que en su interior alberga una gran fortaleza, brío y vigor. La mujeres de mi familia, se caracterizan por su fuerza e ingenio, ya que por una razón o otra han tenido que pasar por situaciones verdaderamente difíciles. -
Me aclara, mientras coloca su palma a un lado de mi cara con delicadeza a modo de caricia.

- Quiero saber más de tu familia, ¿Podrías contarme algo sobre alguna de ellas?, Por favor. -
Intento ser prudente, no quiero que reaccione como la última vez.

- Mi abuela, Chiara, no es de procedencia Griega, si no Italiana. A los 17 años, cuando solo era una niña, la raptaron unos hombres que se dedicaban a los negocios sobre la trata de blanca, y así es como llego a Naxos. Ella sola logró escapar de un pequeño prostíbulo, con algunas más, y en su huida conoció a mi abuelo. Pero ella, sin embargo, no se siente débil, al contrario, dice que los años que estuvo cautiva le ayudaron a ser quien es ahora. No se avergüenza ni un ápice de su pasado. Para mí es un ejemplo a seguir. -
Verdaderamente la admira, sus ojos brillan al mencionar su historia.

- ¿Y por qué me lo llamas a mí?, No soy ni por asomo una cuarta parte de lo valiente que es Ella, y nunca lo seré. -
A mi mente vienen recuerdos, del infierno que viví junto a Michael.

Él se ríe, mientras a cada momento que pasa yo me encuentro más, y más confusa.

- Te subestimas, Leyre. Como también atisbo el miedo que albergas, puedo ver como hay fuego en ti, y no solo hablo de pasión. -
Maldito, aprovecha cualquier oportunidad para ponerme en vergüenza.

- Hablo, de tu valor, de tus agallas, cuando de la nada sale a flote tu carácter, y creo que se de lo que hablo, me has dejado la cara marcada en una ocasión, eres más fuerte de los que aparentas, más valiente de lo que piensas y más osada de lo que crees, por eso pequeña descarada te llamo Ρόζα . -
Sus dos redondas lunas, me hipnotizan.

- Bueno, Señorita, creo que va siendo hora de ir a la cama. -
Habla, levantándose del sofá, como Dios lo trajo al mundo... y que bien lo hizo...

- ¡Artemis!, ¡Tápate! - Le digo muerta de vergüenza tapándome los ojos.

El muy idiota lo hace peor, me levanta arrebatándome la manta en el proceso, y colocándome boca a bajo y con vistas a su precioso, y redondo culo. Aunque lo este pasando mal en este momento, ya que mi osadía se ha esfumado, en el fondo no puedo sentirme más dichosa, en este momento nos imagino como dos niños pequeños, felices, juguetones, y con una sonrisa de oreja a oreja.

- A dormir, pequeño demonio de ojos azules. -
Como no le es suficiente, me pega una nalgada para molestarme aún más, mientras yo no paro de pellizcarle el trasero. Y así entre risas, tortas, y pellizcos, nos vamos a la cama, plenamente felices.

En Tu Mirada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora