Quiero dedicar este capítulo especialmente a una persona que sigue esta historia desde sus principios, y con esto quiero agradecérselo de corazón. 🖤🌹
Conduzco a prisas por las interminables calles de Madrid, con su tráfico escandaloso e insoportable, con un cóctel de emociones que me nublan la mente, nervios, miedo y rabia. Es un inconsciente este hombre.
Sorprendentemente la dirección que me dio Xavier no estaba tan lejos como pensaba, o puede ser que yo haya pisado el acelerador más de la cuenta... De cualquier manera tras unos quince minutos llego a mi destino según mi GPS, y cogiendo lo necesario, buscando el portal correspondiente entro en él, y voy en su busca. Este se encuentra detrás de un mostrador, mirándome fijamente. Al darse cuenta de que lo he descubierto observándome se pone colorado. Si Artemis no estuviera en busca y captura lo torturaría un poco más, así pues sin más miramientos le cuento al joven mi situación y este me conduce por el ascensor, hacia el ático.
Cuando ha cumplido su trabajo desaparece por las puertas del ascensor. Noto como mi corazón se encuentra a mil por hora, y como sudan las palmas de mis manos. Inspecciono el lugar, enorme por cierto, y moderno. Se trata de un espacio abierto que engloba un gran salón y una cocina...
No visualizo a Artemis, pero si un par de botellas de Whiskey sobre la pequeña mesa que se encuentra en el centro de la estancia y frente a ella una mancha en la pared... siguiéndole cristales esparcidos por el parqué.
- ¿Dónde estás, Artemis? - Pregunto a la nada completamente desesperada y al borde del llanto...
Pero no todo está perdido, y en cuanto coloco un pie sobre las escaleras escucho un pequeño quejido a penas audible si aquí dentro no reinara el silencio. Y corriendo acudo al balcón, pero lo que me encuentro me deja sin palabras, sintiendo como la sangre se me hiela...
Artemis se encuentra echado en una de las sillas, completamente blanco y demacrado... rodeado de su propio vómito, y con la mano que tiene en su pecho hinchada, morada y con sangre seca.
Está al borde de la inconsciencia y la conciencia...
- Artemis, despierta, por favor, hay que bañarte. - Le pido, sacudiéndolo por los hombros, y dándole en la cara con la mano, cada vez más fuerte, pero solo hace quejarse.
- ¡Artemis, reacciona, despierta de una buena vez! - Y esta vez si que le doy una cachetada de verdad, tanto que abre los ojos asustado y se desliza hasta el suelo.
- Vete, no quiero verte. - Replica a duras penas, incapaz de articular mejor por el alcohol ingerido.
- No me voy a ir de aquí hasta que no te bañes, y verifique que no vas a morirte por un coma etílico. - El único sentimiento que albergo es rabia, con la edad que tiene podría poseer un poco más de sentido común.
A duras penas y con ayuda de la barandilla consigue incorporarse y alzarse. - ¡No comprendes que no quiero verte!¡JODER! - Grita a centímetros de mí... Su boca clama mi ida, pero sus ojos ruegan ser salvado de sus demonios.
En un arrebato le cruzo la cara en un guantazo que deja su cara girada con una expresión de asombro.
- Se lo que intentas, pero no lo vas a conseguir, la próxima vez será un puñetazo en la nariz, avisado estas. - Mientras dejo que salga de su asombro le pregunto por el baño y me explica absorto que en el segundo piso se encuentra su habitación y el cuarto de baño. No replica más.
Su habitación es espaciosa, varonil y simple, de colores oscuros como el negro y el azul marino, con muebles de caoba. El cuarto de baño se encuentra a la izquierda y prosigo a entrar con Artemis apoyado en mí. Poco a poco ambos conseguimos desnudarle, ha perdido una parte de su masa muscular... Después de esto me tendrá que dar muchas explicaciones.
Abro el agua fría y con mucho esfuerzo logro meterlo en la gran bañera oscura ya que sus dientes no han parado de castañear en el proceso. Ya dentro, me mira, me mira, con esos ojos tan profundos, que ahora mismo solo gritan sufrimiento, de ese color avellana que tanto me gusta, pero que en este momento se encuentran apagados...
- Báñate conmigo... por favor. - Lo que empieza siendo una orden, termina siendo una súplica. Se que me necesita en este momento, así pues con ropa mismamente me voy fundiendo en el agua fría, y coloco mi espalda pegada a su pecho, mientras sus brazos y piernas me rodean. Y dejo que me abrace, como si fuera su salvavidas. No quiero presionarle, si me tiene que contar algo de su pasado tiene que salir de él.
- Entre los momentos de conciencia e inconsciencia, he vuelto a revivir ese espantoso día, el cual acabó con mi vida y mi cordura. H
e cometido tantos fallos a lo largo de los años... que nunca pensé que llegara a tener alguna consecuencia, que iluso fui, pagué por mis pecados de la peor manera. - Me quedo callada, muda, no quiero interrumpirle, es más si lo hago, tengo miedo de que se vuelva a cerrar en sí mismo y en su complicada mente.- Estoy roto Leyre, y puede que te haya confesado todo esto, por el alcohol, por que sobrio no hubiera sido lo suficientemente valiente como para contarte todo lo dicho, dame tiempo, por favor. - Y en la última sílaba soy consciente de como su voz acaba por romperse. Me duele en lo más profundo verlo así de débil por haber consumido esa maldita droga llamada alcohol, y hecho pedazos por un pasado que parece ser demasiado oscuro, como para asimilarlo de una sola vez.
- Pero tú no, eres lo único que me ancla a la cordura, no te vayas de mi lado... - Y puedo jurar que lo que siento húmedo en mi espalda, donde se encuentra apoyado Artemis, no son gotas de agua...
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En Tu Mirada ©
RomanceUna mujer, un hombre. Heridas, cicatrices... Un pasado difícil de dejar atrás Tanto para él, Como para ella Dos personas diferentes, pero con algo en común Las dos tienen el corazón roto Pero por diversa razón. ¿Encontrarán la forma de sanar las h...