31. "Remordimientos."

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"Hay personas
A las que apenas conociéndolas,
Les confiarías toda una vida."

-RB.-  🥀

Temo a su reacción, porque no he olvidado como reaccionó a mis preguntas, después de la cena en mi pequeña morada, se convirtió en una bestia, y huyó

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Temo a su reacción, porque no he olvidado como reaccionó a mis preguntas, después de la cena en mi pequeña morada, se convirtió en una bestia, y huyó. Y en este caso es a mí a quien me tiene que echar de su ático.

Mientras se frotaba los ojos por el sueño y bostezaba, conseguí esconder a mi espalda, las pruebas...

Me mira de forma inquisitiva, pero yo sigo sin saber que hacer o decir. Poco a poco se va acercando, y yo siento como mi temperatura corporal va disminuyendo a cada paso que él da. Hasta que se coloca a centímetros de mi boca, como si no estuviera lo suficientemente nerviosa.

- ¿Qué escondes, Leyre? -                                                                                                                        Me pregunta, pasando la yema de sus dedos índice y pulgar, lentamente por mi cuello. Está jugando conmigo, le delata esa sonrisa de lado tan característica en él.

Al ver que continúo sin reaccionar, su cara cambia, como si algo hubiera hecho clic en el interior de su cabeza, y rápidamente se acerca a mi espalda y agarra en sus manos lo que sostengo.
Tengo tanto miedo que no se si quiero escuchar lo que tiene que decirme.

La sonrisa burlona de su rostro ha desaparecido, y su cara se encuentra en la misma tonalidad que la mía, mientras lo escucho tragar saliva.

- Siéntate, por favor. - Su voz delata su nerviosismo. Sé que esto que viene ahora, le ha cogido de improvisto, y que no pensaba contármelo.

Se sienta y coge aire antes de comenzar hablar, y se toma unos pocos minutos, para tranquilizarse. Y cogiendo en sus manos la fotografía familiar, empieza a narrar.

- La conocí en la Universidad, yo cursaba el grado de arquitectura, y Ella igual, era mi compañera de clases, y poco a poco, me enamoré completamente de ella, tan dulce y frágil. Sentí lo que un padre, cuando ve por primera vez a su hija recién nacida siente. Quería cuidarla y protegerla de todo lo malo que habitaba en este mundo, aunque no pude cumplir mi palabra. -                                 Artemis se encuentra en frente de mí, pero su mente ha viajado a un lugar diferente, más lejano.

- Tras terminar ambos nuestras respectivas carreras, pasamos algunos años felices. Hasta que decidí pedirle matrimonio, en ese tiempo tenía claro que era la mujer de mi vida. Al poco tiempo, recibimos la mejor noticia de nuestras vidas, íbamos a ser padres. -                                                                              Su voz poco a poco se escucha más baja y quebrada, mientras pronuncia las palabras con un tono nostálgico.

- Clarissa. No había nada más importante para mí, que esa pequeña canalla. Si, Leyre, tuve una familia, siento que te hayas enterado de esta manera, pero yo aún, no me encontraba preparado para contártelo. -
Me expresa, entre arrepentido y triste.

Ha confirmado lo que yo me temía, pero... me está hablando en pasado, hay mucho más, me temo que esto es solo la punta del iceberg.

- ¿Qué pasó? -                                                                                                                                          Mi curiosidad se ha adelantado, quiero aprovechar este momento, para que se abra todo lo posible a mí, lo necesito, por que a veces siento que no lo conozco, y verdaderamente, se que no lo hago.

Se levanta de su asiento y se acomoda en la mío, cogiéndome de la cintura, y colocándome sobre sus robustas piernas, como a una niña pequeña. Y apoya la cabeza en su lugar favorito, la curva que va del cuello y a mi hombro. Y de nuevo coge aire, mientras me abraza fuerte.

- Murieron. Nuestra casa en Grecia se incendió, y no pudieron escapar de las llamas, según los federales fue un accidente. -                                                                                                                 Esto último lo cuenta de forma desconfiada, dándome a entender que no fue tan accidentado como le dijeron.

- Desde ese momento, hui de allí, no soportaba el dolor, y los recuerdos, aunque también los lamentos. Y juré no volver a tener hijos, no, si no supe cuidar y proteger, a mi única hija. No soy un buen padre. -

Puedo sentir su dolor a través de él, dándome cuenta de que su hija era el centro de su universo, y que se castiga día tras día, por no haber podido salvarla.
¿Como aliviar una pena tan grande con palabras?
Es imposible, ha llevado una gran carga sobre sus hombros todos estos años. Se siente culpable, me lo dicen sus ojos.

- Ese incendio no fue tu culpa, Artemis. A veces los accidentes ocurren, a las personas que menos se lo merecen, pero aún así suceden, no te culpes por no haberlas podido salvar, por que no es algo que tu no podías saber o imaginar. -
Trato de reconfortarle mientras sujeto contra mí sus brazos, y los acaricio dulcemente.

Pero mi teléfono hace que salgamos de nuestros pensamientos... quien puede ser a estas horas de la noche...

Daisy.

- Leyre, tu hermano está aquí, y lo digo literalmente, está en la puerta de mi casa, y como no le abra, me temo que va acabar tirando la puerta abajo. -

- No le abras, deja que se marche. - Le ruego.

- Lo siento Leyre, pero tengo que romper la promesa que te hice, necesito hablar con él. Mañana hablamos, te quiero. -

Pero antes de si quiera rechistar, cuelga, dejándome en vilo.

En Tu Mirada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora