"No valoramos lo suficiente
los abrazos, cuando son más valiosos de lo que pensamos, a veces nos trasmiten fuerza y otras fortaleza."- RB.- 🥀
Que pequeñas se ven las estrellas desde la tierra, pero... ¿Ellas nos observarán al igual que nosotros a ellas?, y sí lo hacen, ¿Cómo nos verán? O simplemente ¿Somos simples seres diminutos para Ellas?, Tan hermosas y brillantes, pero a la vez tan lejanas y ajenas tanto a nosotros, como al resto de sus compañeras repartidas por toda la galaxia.
Pienso, que me ven como yo me siento ahora mismo, pequeña y frágil, algo insignificante, destruida en innumerables ocasiones, a la que le faltan tantas piezas y recovecos que ya es imposible volver a ser la de antes. Sin embargo, en este momento me siento luz, intuyo como brillo, mientras observo como esas heridas, aún abiertas y mal cicatrizadas, al fin sanan. Con la ayuda de la persona que ahora mismo me cobija entre sus fuertes y grandes brazos, que se sienten como dos livianas plumas que me llevan volando hacia otro lugar, un lugar tranquilo, sin preocupaciones, sin maltratos, y sin dolor.
He llorado, hasta quedarme sin lágrimas, y con ello he expulsado todo el dolor que encerraba tanto en mi corazón como en mi alma. Mi pasado es algo que había enterrado, pero no superado, siempre he estado huyendo de él, en vez de afrontarlo.
Se que es imposible olvidar, pero solo me conformo con volver hacía él, y no quedarme bloqueada y hundirme en un agujero negro.
- ¿Estas bien? - Lejanamente oigo a Artemis, que me ayuda a salir del limbo en el que me encuentro.
Así pues levanto mi mirada, para observarle. Se que no se mucho sobre él, pero no he necesitado más tiempo, para darme cuenta, de que estoy enamorada de este hombre, que en estos momento me está mirando con cara de preocupación... y ¿Amor? No lo se, tengo claro mis sentimientos, pero no los suyos.
Me zarandea, al parecer he vuelto a perderme en algún lugar de mi mente, igual que hace un momento.
- Si. - Carraspeo, debido al escozor de garganta. - Ahora sí, gracias a ti, nunca pensé poder llegar a afrontarlo, hasta que llegaste tú. - Cojo aire e intento seguir.
- Gracias, no sabes cuanto me has ayudado con esto, Artemis, nunca he podido hablar con nadie de mi pasado, y ahora, tras haberlo hecho, no me he dado cuenta de cuanto lo necesitaba. -
Y mientras le trasmito cuán agradecida estoy, sujeto su bella cara, envuelta en una áspera barba que recubre toda su mandíbula, y le miro directamente a los ojos.- No se que has hecho, Artemis, solo se que desde que llegaste a mi vida, lo has cambiado todo. Has llegado como un huracán, donde al principio has aparecido revolucionandolo todo en mi vida, derribando todos mis muros, y tras haber destruido todo... tengo más calma que nunca, la que tu me aportas y me das. - Y creo que puedes que sean estas palabras las más sinceras que han salido de mis labios en mucho tiempo.
Artemis responde abrazándome fuerte. Son de esos abrazos que dan vida y dan fuerzas, de esos que nunca quieres que terminen, porque sientes... que no hay lugar mejor que ese.
Tras quitarme la ropa, me guió al dormitorio en sus brazos, quedándome ahora completamente desnuda, en todos los sentidos de la palabra. Bajo las sábanas hicimos el amor, algo que creo no haber hecho nunca antes, y haberlo descubierto esta noche. Y al amanecer, tras horas descubriéndonos mutuamente, Morfeo nos acogió entre sus brazos.
A la mañana siguiente, nos levantamos de la cama exhaustos, pero más felices y unidos que nunca. La noche anterior le había abierto mi corazón, y aún no sabía si ha sido una decisión acertada, prestarle mi confianza y poner en sus manos mi corazón.
Decidimos desayunar en una pequeña cafetería del centro de Madrid, observando a las personas, normalmente con móvil en mano, y con prisas, como también viendo el ajetreado tráfico de la capital, decidí a la vez que Artemis coger dos días y faltar al trabajo. Un poco de tranquilidad nunca viene mal.
De un momento a otro las risas llegarom a su fin, y Artemis me observaba asustado. Pasó su mirada de mí a una mesa cercana. -Leyre, por favor, tienes que confiar en mí. - Me pide en modo de súplica, no me da tiempo a preguntar, cuando me percato de que una mujer se acerca a prisa a nuestra mesa.
Me mira, entre asustada y nerviosa.
- ¡Aléjate de él, es un asesino! -
Me quedo en shock. Pero la mujer sigue gritando lo mismo mientras me levanta del asiento y me zarandea del brazo. Lo primero que hago es mirar a Artemis, pero este solo mira al suelo, y yo... no se que pensar, no lo afirma pero tampoco lo niega, ¿Artemis, un asesino? Me es difícil creer que el hombre que me hizo ayer el amor sea un asesino.- Mató a mi hermana y a... - Pero la mujer morena no puede terminar la frase, Artemis se levanta de un salto, me coge del brazo y me saca veloz de la cafetería.
Dejando a la mujer gritando improperios, pero ya no puedo escuchar nada, nada más que la respiración acelerada de Artemis, está tan cegado por la ira que no se da cuenta de que me está haciendo daño en el brazo, así que intento soltarme tirando de el, pero él me aprieta más, hasta que suelto un gemido, debido al dolor. Entonces se para en seco, y baja la mirada a mi brazo magullado pasando a un tono morado, y es cuando al darse cuenta de su acto, suaviza el agarre.
Está nervioso, transpirando, y mirando a su alrededor.
- Tienes que venir conmigo, ya. - Intenta parecer tranquilo pero no lo consigue, pero yo no me muevo, ¿Puede que esté delante de un asesino?
- ¿Es verdad lo que ha dicho esa desconocida, aunque por lo que veo no tan desconocida para ti...? -
Intento ser inexpresiva, no quiero mostrarle ni mi desconfianza, ni mi temor. No habla, no contesta.- ¡Artemis que me sueltes de una puta vez, joder! No pienso ir a ningún lado contigo hasta que no me digas que es lo que está pasando, y por que esa mujer se ha puesto así al verte. -
De nuevo se gira, pero no me gusta nada lo que me muestran sus ojos, odio puro, rencor y mucho dolor. Pero de nuevo, no habla y tampoco contesta. Por eso doy media vuelta y decido irme, ya no puedo ocultar mis sentimientos, siento miedo.
- ¡He dicho que nos vamos! -
Grita cogiéndome de los hombros y zarandeándome, haciéndome daño, esta desquiciado, tengo miedo de que me haga daño, así que me cubro la cara en un acto reflejo por protegerme...Y entonces reacciona, me suelta y se lleva las manos a la cabeza dándose cuenta de lo que ha hecho, mientras yo me abrazo a mí misma, notando como por mi mejilla comienza a deslizarse la primera lágrima.
- Lo siento, Leyre, no se que me ha pasado, perdóname, cariño. -
Pero ya no confío en su palabra, no después de como ha perdido el control. Poco a poco me voy alejando de él, tocada y hundida. Mientras noto como las personas de alrededor me observan.Lo último que escucho de él es una maldición, distorsionada por el barullo de la ciudad y la lejanía...
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En Tu Mirada ©
RomansUna mujer, un hombre. Heridas, cicatrices... Un pasado difícil de dejar atrás Tanto para él, Como para ella Dos personas diferentes, pero con algo en común Las dos tienen el corazón roto Pero por diversa razón. ¿Encontrarán la forma de sanar las h...