Karma

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"Dícese de aquella energía trascendente que se genera a partir de los actos de las personas. También conocido como un espíritu de justicia y/o equilibrio"

Uno de los primeros capítulos de la religión budista es la explicación de la famosa teoría del karma, es allí donde se afirma que esta conocida hipótesis es una clara semejanza al principio de causa y efecto que se constituye a través de nuestras propias acciones, tanto verbales como físicas e incluso las que realizamos en nuestro propio subconsciente. Las experiencias y conclusiones que aprendemos de dichas acciones harían referencia al efecto.

Si nos adentramos en las paginas de cualquier diccionario encontraremos que la palabra karma representa a cualquier acción que realicemos. Todo aquello que nosotros decidimos hacer, o todo aquello que dividimos no hacer, dejará huella a lo largo de todo nuestro camino, y por lo tanto en algún momento tendremos un efecto de dicha acción.

Cada sujeto que habita en el mundo, tiene en su poder su propio karma, porque las acciones y efectos de cada individuo nunca serán igual al de otro.

Aitana no cree en ningún dios ni en ninguna religión en concreto, aunque si que es cierto que tampoco se ha interesado en conocerlas a fondo. Desde que era muy pequeña prefirió pensar que eran sus padres y abuelos los que le mandaban toda la fuerza y seguridad necesaria desde el cielo, o desde las estrellas. Por lo tanto no tiene demasiado claro que el popular karma exista verdaderamente, es mas está casi segura de que no hay ningún articulo científico que demuestre tales especulaciones.

Aun así hoy ha llegado a plantearse que si todo lo que se dice acerca de la ley de causa y efecto es cierto, en otra vida debió ser una malísima persona para que el karma se las esté devolviendo todas juntas.

Hace tan solo seis horas que Amaia se marchó en tren con Noemí hacia San Sebastián, a presenciar una conferencia de jóvenes talentos o algo por el estilo. Nada mas despedirse con un fuerte abrazo en la estación comenzó a encontrarse mal, pero no hizo caso, no tenía tiempo físico para ponerse enferma.

Ahora mismo se encuentra tumbada en una de las colchonetas que los niños usan para dormir la siesta.

Parece que sus deseos no han sido aceptados por el genio de la lámpara.

Acurrucada contra la pared hace grandes esfuerzos para dejar de temblar. Solo quiere cerrar los ojos unos minutos e intentar recuperase del todo, pero alguno de sus alumnos comienza a llorar lo que la obliga a levantarse de un salto e ir corriendo en su búsqueda.

Sergio alza las manos desde la cuna con un mohín en los labios que pronto se convierte en una llantina que Aitana no se ve capacitada para calmar, aun así lo intenta. Pega la pequeña cabeza del niño contra su hombro y se balancea por todo el aula intentando que el crío pare de sollozar, sino lo hace es mas que probable que ella se una al festín.

La mirada desafiante de Carmen, desde su despacho, la pone mas nerviosa de lo que ya está. Según la mujer da una mala imagen que los padres que recogen a sus hijos en la escuela escuchen gritar a los que están dentro del recinto. Aitana durante sus años de formación logró comprender que para el correcto desarrollo de los más pequeños es necesario que lloren. Llorar los ayuda a exteriorizar sus emociones, a liberarse, ellos no tienen la capacidad fluida de poder hablar así que lo único que les queda es el llanto que su jefa quiere acallar y que ella no está dispuesta a permitir.

El resto de su jornada la pasa como buenamente puede, apenas ha podido probar bocado y mucho menos pasar más de diez minutos seguidos en pie. Por suerte sus alumnos parece que cuentan con algo de empatía y a su corta edad entienden que no es el día ideal para ser pesados con su maestra, que por cada segundo que pasa tiene peor cara.

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