Pánico

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"Dícese del sentimiento de miedo, muy intenso y manifiesto, especialmente el que sobrecoge repentinamente a un colectivo en situación de peligro"

Ni siquiera le da tiempo a poder disfrutar de la sensación de armonía que su fina y perfecta tez provoca bajo el tacto áspero de sus dedos, Aitana se ha separado de golpe, convirtiendo a Luis en un bloque de hielo que necesita como el respirar volver a tenerla entre sus brazos.

Aitana permanece desde hace varios minutos sentada en el suelo con las rodillas apretándole con fuerza el pecho, que se mueve a un ritmo frenético.

Él no es medico pero intuye que es más que probable que esté a punto de darle un ataque de pánico. Por su culpa.

Se debate entre lo que el quiere y lo que ella necesita.

Su parte racional empuja a sus manos a pulsar el número de emergencia y que el servicio médico envíe a una ambulancia, o quizás dos, para que ambos puedan recibir un tranquilizante que les obligue a dormir un par de meses. Lo suficiente para poder entender que coño ha pasado durante estos quince años.

En cambio la parte irracional del cerebro, la absurda, la descabellada y la emocional le incitan a acercarse a ella y apretarla contra su pecho para que deje de llorar. Aunque estaría bien que él mismo dejara de hacerlo también.

-Ai...Aitana respira, por favor.

-Ni se te ocurra pronunciar mi nombre, Cepeda – escuchar como su nombre sale de su boca es una de las cosas mas dolorosas que ha tenido que presenciar a lo largo de la vida y eso que no han sido pocas. No quiere volver a escuchar su nombre en su voz.

El chico abre los ojos de par en par ante la dureza de las palabras de la que claramente ya no es una niña, pero tiene razón, no puede aparecer como si nada y pretender que todo sería igual.

-Necesito que me expliques que ha ocurrido durante este tiempo – Luis se sienta a unos metros de ella, enfrentados y sin tocarse, pero sin perderla un segundo de vista. Tiene que coger aire antes de poder seguir hablando con ella – Pero también necesito que respires, ¿Puedes hacerlo?

-Yo lo que necesito es que me dejes sola, que no te acerques a mí nunca más en la vida.

-No me puedes pedir eso, no ahora que te he visto.

-Vete o grito, lo juro.

-No lo harías – dice acercándose poco a poco – Te conozco demasiado.

La chica ríe, una risa amarga cargada de lagrimas que ella misma se encarga de tragar.

-No me conoces absolutamente de nada.

-Pero tú sí que me conoces a mí, sabes que solo quiero ayudarte. Siempre he querido hacerlo.– El chico acaba de jugar su ultima carta antés de que la chica huya despavorida escaleras abajo – Solo te pido diez minutos, solo eso.

-Dejé de conocerte hace ya unas cuantas navidades y no se si quiero volver a tener que hacerlo, ¿Puedes respetar eso?

-No me hagas esto, no me obligues a dejarte ir en este estado de nervios – Acerca la mano a su hombro pero ella se separa antes de poder rozarla, como si su tacto le quemara la piel desnuda – Coge aire por la boca y suéltalo poco a poco, solo necesito eso.

Por primera vez es ella la que hace contacto visual con él. Necesita respirar con algo mas de calma para poder salir de allí pero no puede dejar de hipar como una cría a la que acaban de despojar del resto de su camada.

-¿Amaia? – sabe que le ha dicho que no quiere escuchar su voz pero necesita saber si la otra chica está sana y salva.

-Estamos juntas – jadea abrazándose a su propio cuerpo – Como siempre.

Incandescente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora