Incandescente

Acendrado

"Dícese de aquellos seres puros, perfectos, sin manchas ni defectos."

-Luis no.

-Si Aitana, sí - afirma sin dar el brazo a torcer, frunciendo exageradamente las cejas - Es la única persona que puede ayudar a Miguel, me da igual lo que opines sobre el tema pero tengo que hablar con él, y por supuesto debe ser en persona.

-¿Así que mi opinión en esto no importa nada no? ¿Es eso lo que me estás queriendo decir? - responde ella entrando en cólera con las pupilas más dilatadas de lo normal por la rabia - Ah no, espera, ya entiendo...no soy lo demasiado adulta como para poder decirte que tu plan es una puta mierda. Te estás poniendo en riesgo, ¿Es que no lo ves imbécil?.

Cepeda abre los ojos con exageración al no estar acostumbrado a escuchar, su siempre aterciopelada voz, decir tal cantidad de improperios en una misma oración y menos para referirse a él. Ni siquiera durante aquella tarde de septiembre, en la que volvieron a verse bajo la lluvia después de que ella llevara mil años pensando que la habían abandonado, Aitana nunca le había alzado la voz de esa manera, así que debía estar verdaderamente furiosa con él.

-No me voy a poner en riesgo - atina a decir mientras busca con esmero un cigarro que poder llevarse a la boca y calmar así la ansiedad que le atraviesa el pecho con fuerza- Y tu edad no tiene nada que ver con esto, ya lo sabes Aitana. Es mi decisión y debes respetarla, no hay mas.

-¡Claro que te pones en peligro idiota! No sabemos nada de Tinet y su hermana, no tenemos ni idea de los trapos sucios que pueden guardar esos dos, los únicos datos confirmados que tenemos es que la tía de Miguel es una asesina, ¡¡¡Asesina!!! Con todas las letras de la palabra, Luis - la catalana da bocanadas de aire varias veces seguidas para tratar de seguir hablando antes de pegarle un tortazo y que así espabile de golpe - No puedes llegar a Barcelona como si nada y plantarte en la que fue nuestra casa para charlar con ese hombre ¿Que les dirás? ¿Hola necesito que me ayudes a salvarle la vida a mi amigo, tu hijo al que no haces caso desde hace veinte años? No tiene sentido Luis, por favor.

-Y según tú es mejor que nos quedemos viendo una película y comiendo pizza mientras Miguel se marchita como una maldita rosa. Cada día que pasa Miguel empeora, habrá un momento que no será capaz de abrir los ojos y respirar al mismo tiempo, exactamente lo que ocurrió con su abuela Elinne - explica tratando de mantener una tranquilidad que ahora mismo es ficticia - Simplemente no puedo quedarme de brazos cruzados esperando a que su muerte llegue, como si nada - suspira al mismo tiempo que se rasca la nuca- Hace días me dijiste que no estabas capacitada para ver morir a nadie más, yo hoy te digo lo mismo. Durante toda mi puta existencia he visto como las personas más importantes de mi vida se alejaban de mi sin poder hacer nada, nunca pude hacer nada para remediarlo y esta vez no pienso permitirlo.

Aitana necesita agarrarlo por la chaqueta y menearlo hasta que entre en razón, porque no se puede ser tan sumamente terco como Luis Cepeda.

O abrazarlo tan fuerte que no tuviera más remedio que quedarse allí con ella, con ellos.

-¿Cuál es tu plan Luis? - pregunta sentándose en la otra punta del sofá y colocando un cojín entre ellos, como las primeras veces que charlaron después de reencontrarse en la capital. Devolviendo ladrillos al muro que ya creían derribado.

-Hace unos meses leí en el periódico que Rubira había inaugurado una residencia de ancianos, en el mismo lugar donde solíamos vivir nosotros - explica colocándose sobre el taburete de la cocina - Puedo llamar por teléfono arriesgándome a que no quieran atenderme o presentarme directamente en Terrasa, así no tendrá más remedio que escucharme.

-¿Y después?

-Llevaré las pruebas que hemos encontrado - dice haciendo referencia a las fotos y los artículos que Miriam les ha facilitado- Y le pediré explicaciones acerca de Rousse, o de Romina, o como demonios se llame esa mujer.