Incandescente

Dèpaysemente

"Dícese del sentimiento que sobreviene cuando alguien no esta en su país, que se siente extraño o simplemente está desplazado en el lugar que alguna vez sintió como su propio hogar."

-Encima tendrás la desfachatez de ponerte grosero con nosotros, te juro Cepeda que me falta menos de medio minuto para saltarte al cuello y pegarte un par de hostias, igual así espabilas – responde la gallega acercándose con poca delicadeza al cuerpo robusto del chico, que ha decidido clavar la mirada en el suelo a modo de disculpa - ¿Qué cojones te pasa por la mente Cepeda? Explícamelo porque de verdad que no puedo llegar a comprenderlo por mí misma.

-No deberíais estar aquí – repite él bajando el tono de voz, de forma paulatina, al percatarse de como Aitana intenta guardar la compostura detrás de una Amaia considerablemente inquieta. Los ojos color miel de la catalana viajan de arriba abajo sin descanso, intentando con todas las fuerzas no aguarse de nuevo, pero Luis puede captar a la perfección la tristeza inundando cada milímetro de sus iris, y él sabe que es el único culpable de la pena que invade a la joven. Si le dieran la opción de decidir, podría jurar que prefiere arrancarse la piel, tira a tira, que volver a ver en ella esa decepción que siente ahora mismo hacia él – Por favor marchaos de aquí, puedo hacer esto solo y no quiero que os tengáis que enfrentar a una situación como esta.

-¿No te das cuenta que no puedes decidir por nosotros? – la voz de Roi, severa y críptica, consigue que todos se giren hacia él, incluso Luis que lo conoce mejor que nadie se sorprende del tono de voz que ha usado su amigo, tan antipático que puede llegar a asustar – Deja de comportarte como un auténtico imbécil y escucha con atención lo que tenemos que decirte.

-Roi... - la canaria intenta en vano colocar una de sus manos sobre su hombro, pero el gallego menor no lo permite. No puede descentrarse y olvidar por completo el discurso que tan bien elaborado lleva en su subconsciente – Deberíamos tranquilizarnos y no decir nada de lo que luego podamos arrepentirnos.

-¡Roi no!– contesta buscando un cigarro que poder acercarse a los labios – Cepeda no puedes seguir haciendo esto, no solo te afecta a ti si no que nos repercute a todos, a todos y cada uno de nosotros. No tienes que seguir ocultándonos las cosas, ni protegiéndonos, somos lo suficientemente adultos como para decidir sobre algo de tal importancia. ¡Ya no somos unos críos, joder! Aunque tú te empeñes en pensar que sí.

-¡¡¡No lo entendéis!!! – vocifera en voz alta justo antes de explotar y soltar un par de lagrimas por culpa de la rabia – No entendéis que no me hace ni puta gracia tener que enfrentarme a esto, pero necesito saber que fue lo que ocurrió aquella navidad, lo necesito por mi salud mental. Necesito respuestas y sé que solo puedo encontrarlas hablando con ese hijo de puta – toma aire y observa como su amigo coloca la palma de las manos sobre sus mejillas, mirándolo directamente – Roi no puedo seguir haciendo mi vida sin encontrar al culpable de que hayamos tenido que vivir sin saber los unos de los otros durante todo este tiempo...joder que hasta hace unos meses ¡Ellas estaban muertas! Yo las vi bajo una manta dorada en este mismo suelo, inertes, sin moverse y sin respirar. He tenido que sobrevivir todos estos años con la pena de haberlas perdido, me merezco ponerle punto y final a esta pesadilla.

Amaia no puede evitar sollozar al ver a Luis tan roto y tampoco puede evitar que las lagrimas se le escapen al escuchar su última frase.

- Respira Luis, por favor – pide ella con un hilo de voz antes de abrazarse a su cintura, apoyando la cabeza en su clavícula – Te entendemos, en el fondo sabemos que solo intentas evitarnos un mal trago. Pero las cosas no funcionan así y de verdad que habría sido mucho mas sencillo si nos hubieses pedido opinión.

-No quería que volvierais aquí, la última vez que estuvimos en esta casa un incendio nos obligó a tomar caminos separados – explica escondiendo el rostro tras sus manos – Hay algo en mi interior que me gritaba sin cesar que no podía traeros, como un aviso de que algo malo ocurriría si veníamos juntos.