Olvido

1.4K 104 92
                                    

"Dícese de la acción voluntaria o no, de dejar de recordar"

La noticia tampoco es bien recibida por parte de la navarra.

Después de una sesión intensa de abrazos logró sonsacarle a su mejor amiga el porqué de su repentino ataque de ansiedad. Se quedó completamente blanca y toda la sangre se dirigió de forma involuntaria hacia las puntas de sus pies. También necesitó hacer uso urgente de su nuevo cuarto de baño para vaciar el contenido de su estómago.

A la mierda el menú que había compartido con Alfred para celebrar la productividad de su primer día en la orquesta nacional.

-No puede ser cierto, no puede ser cierto - repetía en bucle sin poder procesar la información que Aitana acababa de decir en voz alta. No podía ser cierto que con la poca, o mejor dicho, nula probabilidad que tenían de volver a encontrarse, hayan tardado menos de una semana en tropezar con alguno de ellos.

Por lo que la agitada chica del flequillo ha comentado, al único que ha logrado ver es a Cepeda, no sabe si los demás viven en la misma ciudad, o por lo contrario echaron a volar en cuanto cumplieron la mayoría de edad.

La cabeza le da vueltas y de poco sirven las dos tilas que se ha preparado, de poco sirve porque siente como el muro de contención que habían levantado a través de los años se hace añicos en cuestión de segundos.

Amaia no sabe si quiere volver a verlos, no sabe si su corazón podrá soportar una escena que se ha imaginado al menos mil veces. Pero lo peor de todo es que está casi segura de que Aitana no podrá lograrlo sin salir malherida. Y ya han sufrido mucho, no quiere tener que volver a hacerlo.

No se ve capacitada para volver a levantarse y levantarla a ella.

En el fondo, muy en el fondo ha descubierto una emoción distinta a la que su cuerpo esta expresando. No sabe si quiere pero necesita reunirse con ellos. Daría una de sus manos por saber la verdad de lo que ocurrió aquel veinticinco de diciembre. Y que Amaia apueste su herramienta de trabajo por conocer con certeza cada detalle, dice mucho de las ganas que tiene de volver a encontrarse frente a frente con ellos, con los cuatro.

Tan ensimismada anda con sus propios pensamientos que ni siquiera se da cuenta de que su amiga ha logrado lanzar todas las pertenencias que carga en su bolso en busca de una tarjeta de crédito. Con un vistazo rápido a la pantalla encendida del ordenador, descubre como Aitana ya se ha encargado de buscar un vuelo para ambas con destino a la ciudad que tantos años las ha acogido. Con fecha urgente.

Es en ese preciso momento cuando su aparato bucofonador y su cerebro hacen conexión por primera vez en una hora y consiguen enviarle a su organismo las pautas para volver a convertirse en una persona cuerda, o por lo menos capaz de tomar una decisión adulta.

-No podemos marcharnos ahora - afirma en un susurro acariciando la cara perlada en sudor de su compañera de vida - Tenemos que enfrentarnos a esto, si han aparecido de nuevo por algo será.

-Yo no puedo hacer frente a esto - titubea con el miedo atorado en la garganta - No me veo capacitada para hacer como si nada.

-Nadie te pide eso, pero deberíamos darles la oportunidad para que se expliquen. Yo por lo menos necesito entender que fue lo que sucedió.

-No nos hacen falta, hemos estado bien durante todos estos años.

-Siempre nos han hecho falta Aiti, y estoy segura de que tendrán una buena razón. Por supuesto no voy a obligarte, yo misma puedo ponerme en contacto con Cepeda.

Aitana vuelve a sollozar al escuchar el apellido del que en su día fue el pilar más importante de su vida y los brazos de la navarra vuelven a acunarla hasta que logra calmarse por cuarta vez en lo que va de noche.

Incandescente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora