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Las cosas parecían ir bien.
Dimitri manejó hacia la zona donde habíamos rescatado a Dylan y a Dante y los chicos miraban por las ventanas a la espera de ver a su madre o a su hermano pequeño. A mí parecer, aquella zona era la boca del lobo ya que estábamos demasiado expuestos, además, no nos habíamos alejado los suficiente de la base y eso me inquietaba. Lamentablemente, estaba a la expectativa de que algo malo sucediera.
Y sucedió.
El Jeep se detuvo frente al edificio, la mancha de sangre seca estaba debajo del cadáver podrido del padre de Dylan y Dante. Aquello tuvo que ser duro para los chicos, pero Dylan había obligado a su hermano a quedarse en el Jeep por cualquier cosa que pudiese suceder, y Dante tenía tanto miedo que obedeció sin chistar.
Dani, Dimitri y yo cargábamos fusiles en nuestras manos, ninguno llevaba el seguro puesto y los tres estábamos listos para disparar.
—¡Mamá!—gritó Dylan y Dimitri lo miró con mala cara. El muchacho se encogió de hombros y le dijo con la frente en alto—¿Cómo demonios esperas que la encuentre? De seguro está escondida por el miedo y eso es tu culpa.
Claro que vi la culpa en los ojos de Dimitri y sentí pena por él, cuando se dio cuenta de que lo miraba, evitó mirarme y siguió caminando, no sin antes decir—No tengo problema en dejarte a ti y a tu hermano aquí, solos.
Dani me miró, negó con la cabeza como diciéndome que él no sería capaz de eso y ahora que lo estaba conociendo un poco, yo tampoco lo creía capaz. Pero fue una advertencia para mostrar que aunque estuviésemos fuera de la base, él seguía siendo el líder.
—¡Mamá, soy Dylan! ¡He vuelto con Dante!—el chico sonaba esperanzado, pero cada segundo pasaba sin respuesta, para mí era una piedra más en el castillo de la dura realidad. No había chances de que esa mujer siguiese viva, no lo creía y si lo estaba, se había marchado hace rato.
De repente, de un local de comidas rápidas, el cual tenía las ventanas cubiertas por maderas, salió un sujeto. Era algo regordete y tenía el cabello con un extraño corte, tenía gafas que se le caían por el puente de la nariz. Dimitri y Dani lo apuntaron apenas lo vieron y el tipo alzo las manos en alto. No buscaba problemas.
—Buscan a la mujer y al niño—Dylan asintió esperanzado—mataron a su esposo—el tipo señaló el cadáver a unos metros de distancia. Dylan caminó hacia él y sujeto sus hombros—soy yo, Dylan—el tipo lo miró y parecía algo perdido—Lolo ¿Me recuerdas?
—Dylan—dijo con una sonrisa el tipo—Dylan. Dylan. Dylan—cada vez que hablaba la emoción se notaba más y más.
—¡Si! ¡Soy yo! ¿Has visto a mamá?
—Si—respondió el tipo aun emocionado—aquí. Mamá está aquí.
Tomó la mano de Dylan y lo arrastró hacia adentro del local.
—Dylan, no—dije apresurando el paso porque no confiaba en toda esa situación.
Pero Dylan volteó, me miró a los ojos y dijo—Está bien, Abbs. Confío en él.
Bajé el arma y lo acompañé, Dimitri nos siguió mientras le dio orden a Dani de que cuidase el Jeep, no mencionó al pequeño que estaba dentro.
Lolo, nos guió hacia la parte posterior del lugar de comidas rápidas y cuando nos acercábamos más y más, podía sentir el olor a pudrición en el aire.
—Mamá está aquí—dijo el sujeto—no quería que estuviese sola y la traje conmigo. Al pequeño también.
Miré a Dimitri, él hizo un ademán con la cabeza y seguí su mirada hacia una enorme mancha de sangre que cubría toda una pared. El sujeto abrió la puerta frente a nosotros, y desnudo, tirado en el suelo yacía el cuerpo sin vida de la madre de Dylan. A su lado, sentado contra la pared estaba el cuerpo del pequeño de los hermanos, con un enorme tajo en el cuello y los ojos blancos.
—¿Qué mierda les hiciste?—gritó Dylan empujando al sujeto. Dimitri ya lo apuntaba con su arma y estaba sediento por disparar.
—No quería que estuviese sola—repitió el tipo—no quería que estuviese sola.
A lo largo de los años había aprendido a lidiar con las personas, sobre todo con aquellas a las que les faltaban un par de tornillos en la cabeza. Evidentemente a ese sujeto lo había afectado el apocalipsis de forma diferente, tenía la mirada perdida, parecía sudar demasiado, y temblaba como una hoja mientras se comía las uñas sin parar.
—¡La mataste!—la voz de Dylan sonaba desgarrada y no quería imaginarme el dolor que sentía en ese momento. Empujó al tipo y este golpeó la cabeza contra la pared. Lo volvió a empujar. Y otra vez, hasta que el sujeto sacó un cuchillo y lo alzó hacia él. Dylan se paralizó y el tipo se abalanzó sobre él. El disparo fue ensordecedor y la sangre del desconocido manchó el rostro de Dylan. Se produjo un silencio ensordecedor luego de eso, un silencio que fue interrumpido por el llanto del adolescente hecho pedazos. Podían pasar los años, pero nunca te acostumbrabas a la muerte.
Lloró junto al cuerpo de su madre un buen rato, y se tomó otro rato en cubrirlo con las sabanas que el tipo usaba para dormir. Se despidió de ellos dándoles un beso en la frente, con lágrimas en los ojos enrojecidos. Pasó por nuestro lado casi corriendo para salir de aquel lugar y una vez afuera, enfrentó a Dimitri.
—¡Fue tu culpa!
—Dylan...
—¡NO! ¡Mi familia! ¡Destruiste mi familia maldito enfermo! ¡Eres igual de mierda que ese tipo, igual que los de la base! Y...—cuando vi que planeaba golpear a Dimitri me interpuse entre ellos—muévete Abby.
—Escucha. Lamento mucho todo esto, pero no es culpa de Dimitri.
—No te pongas de su lado—me respondió enfadado—claro que es su culpa. Lo sabes mejor que nadie ¡Te quiso obligar a matar a mi padre!
—Tu padre estaba infectado, Dylan—respondí con mucha calma—y según los sensores, tu madre y tu hermano también. No es culpa de Dimitri que el Ejército haya manipulado los aparatos.
Dylan me miró con una intensidad que jamás voy a olvidar, sus ojos no reprimían las lágrimas, con total seriedad, dijo—Él es el Ejército, Abbs.
Y sin más, se dirigió al Jeep e intentó encontrar la forma de explicarle a su hermano pequeño lo que había sucedido.
Dimitri se alejó de nosotros y lo seguí, sabía lo que sentía, porque yo lo sentía a diario y era horrible no poder compartir aquello con otras personas.
—Di...
—Tiene razón—dijo sin mirarme. El rifle colgaba de la correa en su hombro, mientras que sus manos sujetaban su cabeza—todo eso fue mi culpa. Yo di la orden, yo lideraba ese equipo y no importa que los sensores los hayan marcado como infectados. Te hice caso en el campamento, podría haberte escuchado aquí también, pero no lo hice porque estaba enfadado contigo y...—volteó con el rostro de quien parecía haberse dado cuenta de que había metido la pata. Yo esperaba que continuase, pero en su lugar dijo—vamos, no podemos perder tiempo. El viaje es largo.
—¿Por qué estabas enfadado conmigo?—dije siguiendo su paso apresurado.
—Olvídalo, Abby.
—Debemos irnos—dijo acercándose Dani—escuché en la radio que la base tres escuchó disparos cerca de su zona.
—¿Y qué con eso?
—Estamos cerca de su zona, Dimitri. No demoraran nada en darse cuenta que de aquí rescatamos a los dos chicos que tu sacaste de la base.
Nos subimos rápidamente al Jeep y Dimitri salió a toda velocidad. Aquello fue un viaje demasiado largo y demasiado incómodo.
Extrañaba los viajes en auto con mis padres, extrañaba cantar cada canción que sonaba en la radio. Extrañaba bajar las ventanillas y sacar la cabeza para dejar que el viento moviera salvajemente mis cabellos. Y entre las cosas que extrañaba, solo había una que podía hacer en aquel momento.
Bajé la ventanilla y saqué la cabeza. Ya no tenía el cabello largo, pero mismo así, los cortos mechones de cabello se movieron con el viento. Pillé a Dimitri mirándome por el espejo y le regalé una sonrisa que extrañamente él devolvió.
Eran tiempos difíciles pero amaba encontrar la felicidad en las pequeñas cosas.
¿Ya he mencionado que lo bueno dura poco?
Por poco golpeé mi cabeza contra el asiento del conductor cuando algo nos golpeó por detrás. Volteé a ver que una camioneta con insignias del Ejército nos seguía. Visualicé a Rodríguez al volante, acompañado por otros cuatro sujetos que con sus armas nos apuntaban aunque si disparaban no sería certero.
—¡Agáchense!—les dije a los muchachos en el momento justo que el primer disparo golpeó el vidrio haciéndolo añicos. Dylan y Dante cubrían sus cabezas escondiéndolas entre sus piernas, mientras que Dani apuntaba su arma hacia la camioneta pero no disparó, ya que la camioneta se adelantó y quedó junto a nosotros. Tomé el rifle que tenía entre las piernas y apunté, pero fallé en el primer disparo y vi como Rodríguez se reía—¡Fue un error, Dimitri!—gritó con fuerza y aquello hizo que Di les tirara el Jeep encima. El golpe nos desestabilizó a todos.
Dani asomó el cuerpo por el techo abierto del vehículo y comenzó a disparar. Los disparos resonaron con eco en el lugar, una carretera vacía.
Del otro lado comenzaron a responder pero ella logró herir o matar a los dos tipos que iban sentados atrás, mientras que yo apunté el rifle y le disparé a la estúpida sonrisa de Rodríguez. La camioneta perdió el control y estrelló contra un árbol. Dimitri frenó de golpe y otra vez, casi golpeé mi cabeza contra su asiento. Se bajó del Jeep con una pistola en mano y le disparó al sujeto que iba en el asiento del acompañante. Rodríguez se había bajado de la camioneta y se arrastraba por el suelo, la bala le había rozado el rostro por lo que lo único que le había provocado había sido un rasguño, pero el choque lo había dejado medio atontado y por lo visto algo lastimado. Quiso levantar su pistola hacia Dimitri, pero este la pateó haciéndola volar por los aires. Pateó su cabeza y vi como la sangre salía de la boca de quien había querido abusar de mí aquella tarde en la lavandería.
Dimitri pateó su estómago, y admitiré que disfruté aquello así como ese sujeto en el suelo había disfrutado maltratarme cuando tuvo la oportunidad.
—El error fue tuyo—dijo Dimitri y le escupió encima. Apuntó el arma hacia su víctima y el primer disparo fue en las bolas. Rodríguez gritó del dolor y la sangre manchó sus pantalones oscuros casi al instante. El segundo disparo le voló la cabeza y el silencio una vez más volvió a reinar a nuestro alrededor.
Aquí base ¿Me copian?—la radio sonaba desde dentro de la camioneta, y tanto Dimitri como yo nos apresuramos a buscarla—aquí base ¿Me copian?
La encontré en el portavaso, cubierta de la sangre del tipo que había atravesado la ventana, se la extendí a Dimitri y él respondió.
—Aquí Dimitri ¿Felipe eres tú?
Demoraron lo que me pareció una eternidad en responder, pero lo hicieron, o mejor dicho, lo hizo—Aquí Felipe. Dimitri, Dimitri, Dimitri—se lo oyó chistar—cometiste un gran error amigo mío.
El error fue tuyo, Felipe. Porque nuestra guerra recién empieza. Cambio y fuera.
Antes de darle tiempo a responder, arrojó la radio contra el árbol y esta se hizo añicos.
—Nos encontraron muy rápido—dije aterrada.
—Felipe se mete en las frecuencias de las radios de las otras bases. Habrá oído que hubo disparos en la zona de Dylan y envió el equipo.
Asentí, porque yo suponía que debía ser así. De repente el rostro de Di se quedó perplejo con la vista en algo detrás de mí.
—¿Abbs?—volteé con la débil voz de Dylan y vi la enorme mancha de sangre en su camisa azul, junto a un orificio de bala en su hombro izquierdo. Corrí hacia él y lo tomé en mis brazos antes de que cayera al suelo.

Gracias a los mapas de Dani, logramos llegar a una zona que no pertenecía a ninguna base, era lo que llamamos la zona liberada. El ejército no había llegado a cubrirla y evidentemente, no había rebeldes en el camino. La herida de Dylan presentaba orificio de entrada y orificio de salida, y eso para todos era bastante bueno. Dani se comportó como una profesional con el asunto, parecía tener muy en claro lo que hacía.
—No te preocupes—dijo Dimitri—Dani fue parte del equipo médico al principio de todo. Se ocupará de él.
Pero a mí se me hacía difícil, ya que lo estaba viendo agonizar con su cabeza en mis piernas y su mirada fija en mí. Dante no paraba de llorar y aquello solo me ponía más nerviosa ¿Cómo lidias con un niño que hacía apenas unos días había perdido a su padre, esa misma tarde se enteró de la muerte de su madre y encima estaba viendo como su hermano se retorcía de dolor producto de una bala del ejército?
Había curado unas cuantas heridas de balas antes, pero si Dani se había dedicado a eso profesionalmente, prefería dejarlo en sus manos, ya que no podría soportar la culpa si algo malo pasaba. Dimitri se detuvo frente a una estación de servicio. Le disparó con buena puntería a cada zorro que quiso aproximarse al coche y yo pensé en que esos disparos solo atraerían más, pero era lo más rápido, ya que necesitábamos un lugar para poder extraer la bala. También necesitábamos descansar, y Dylan precisaría eso más que nadie.
La estación de servicio era pequeña y solo encontramos un zorro en el baño, del cual se ocupó Dani clavándole un cuchillo en la cabeza. Dimitri entró al lugar cargando a un Dylan moribundo en los brazos, seguido por Dante quien se aferraba a la camiseta de Di como si temiera perderse. No era tan pequeño, pero supongo que crecer en un mundo como ese, te hacía tener otra visión de las cosas.
Di dejó a Dylan sobre el mostrador, mientras Dani buscaba en su botiquín bien equipado lo necesario para extraer la bala. Dimitri y yo nos ocupamos de cerrar el lugar para asegurarlo, pero no me parecía muy segura la tienda de una estación de servicio en el medio de la nada, con vidrios rodeándonos, aunque alguien se había tomado la delicadeza de cubrir los vidrios con trapos y las rejas estaban bajas aunque eso no era garantía de nada, ya que un poco de fuerza de varios zorros y la romperían como a una rama.
Me acerqué a Dylan y tomé su mano. Dani tenía una botella de vodka en la mano y con algo de pesar dijo—Más te vale que me consigas una nueva, muchacho—le echó el líquido a la herida y Dylan se removió con el ardor y sentí pena por él.
Dani tomó las pinzas y extrajo la bala. Se alegró al notar que estaba casi intacta, lo que significaba que no habían quedado restos dentro. Coció la herida y le dio unos cuantos calmantes a Dylan para que pudiese dormir. Dimitri lo llevó en sus brazos hasta una cama improvisada que había armado con cartones y una bolsa de dormir, y el muchacho se durmió al instante con su fiel hermano y compañero junto a él.
—Gracias—le dije a Dani apretando su hombro cuando pasé junto a ella.
—Al servicio de la comunidad—dijo llevándose la mano a la frente con su típico saludo militar—deberías dormir algo, Abby. Dimitri montará guardia arriba.
Le dije que eso haría y esperé a que ella se recostara en el suelo abrazando su rifle, para poder subir a la azotea del lugar.
Dimitri estaba sentado en el suelo, con sus armas a un lado, abrazando sus propias piernas. Tenía cierto aire pensativo, me senté a su lado y guardamos silencio un buen rato.
—¿Quién lo diría, no?
—¿Qué cosa?—preguntó sin siquiera mirarme.
—Que el Gran Dimitri sería un desertor—él lanzó una carcajada y yo lo imité—¿En serio crees que tu hermano va a ayudarnos?—esa noche, no se oía nada más que algunos grillos cantando desde algún rincón de la oscuridad. 
—Es mi hermano. Otis puede ser un idiota pero confío en él.
Estaba cansada.
Creí que había descansado suficiente en el granero, pero no era así. Con los acontecimientos de las últimas horas cargaba un gran peso sobre mi espalda y me dolían los pies, también estaba cansada mentalmente y eso me producía estrés y nervios.
—Todo estará bien. Te lo prometo—dijo y tomó mi mano, la entrelazó a la suya y me plantó un beso en el dorso de la misma. Yo contemplé esa situación.
Miré nuestras manos unidas y sentí algo extraño dentro de mi ser. Claro que pensaría siempre en Zack, pero Dimitri estaba despertando extrañas emociones en mi ser.
No esperé a que lo hiciera, tampoco esperé su rechazo, simplemente tomé su rostro entre ambas manos y le planté un beso en los labios. Un beso que terminó con una sonrisa cómplice.
Un beso bajo las estrellas del cielo despejado.
Un beso en medio del apocalipsis zombi.
Un beso en el Nuevo Mundo.
Aquello marcaba una gran diferencia y por primera vez en mucho tiempo, me sentí bien conmigo misma.

El Nuevo Mundo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora