12 (Segunda parte)

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—Dimitri a base. Cambio—dije hablándole a mi radio mientras conducía devuelta hacia el lugar al que había llamado hogar los últimos ocho años—Dimitri a base ¿ me copia?
Aquí base, señor. Cambio.
—Vuelvo a la base sin novedades de la rebelde—mentí porque debía inventar una historia—esperaré indicaciones de la base principal para proceder en el asunto.
Del otro lado se produjo un silencio que me molestó. Las cosas aparentemente estaban normales esa tarde que volví. Pasé por la oficina de Felipe y parecía que lo había pillado haciendo algo malo porque dio un sobresalto en su lugar—¿Qué demonios te pasó?—preguntó mirándome con algo de asco, era razonable, de los pies a la cabeza, iba cubierto de lodo por culpa de la pequeña pelea que había tenido con Abby.
—Un zorro. Nada importante—dije intentando quitarle importancia al asunto—¿Novedades de Leiva?—pregunté para despistar.
—Se quitó el rastreador por lo visto. Lo siento, Di. Sé cuánto deseabas castigarla—eso último salió con ironía y me pregunté en que momento yo había dejado de ser el líder que todos respetaban ¿Acaso Felipe estaba tomando mi lugar sin que yo me diera cuenta?
Subí a mi habitación y me di una ducha larga que me sirvió de reflexión y mientras el agua se llevaba los restos de una mañana atareada, mi mente no  dejaba de pensar en quien me había traicionado aquel día que volvimos del campamento. Sabía que alguien había presentado una queja y sabía que gracias a esa queja se levantó un sumario por el que tuve una estúpida audiencia con todos los líderes de todas las bases.
Envolví mi cuerpo con la toalla al salir de la ducha, pero sentí ruidos en mi habitación. Tomé la pistola que siempre llevaba a todos lados conmigo, y sigilosamente salí del baño para encontrarme con Dani, mi confidente y mejor amiga, revisando algo en  mi computadora. La tomé por sorpresa y dejé el cañón del arma detrás de su cabeza, apoyado sobre su cabello corto.
—¿Dimitri? ¡¿Qué demonios haces pedazo de idiota?!
—Alguien me traicionó—dije sin darle vueltas al asunto—y casualmente eres la segunda persona que encuentro en esta habitación el día de hoy.
Ella se tensó pero me enfrentó como siempre hacía cuando era necesario—Dimitri, hijo de la gran puta, si no bajas el arma ahora te juro que volveré del infierno solo para matarte, mal parido—bajé el arma y ella rápidamente se puso de pie para mirarme con sus ojos verdes en modo asesinos. Estaba realmente enfadada y si había alguien a quien no me gustaba hacer enfadar era a Dani.
—Alguien me traicionó. Volví al campamento y estaban todos muertos.
Eso la dejó sin habla, luego de un rato dijo—¿El campamento Jonás? ¿Cómo lo sabes?
—Porque volví—no mencioné a Abigail porque en ese entonces no sabía si podía confiar realmente en ella. Dudaba de todos y cada uno de los que estaban allí dentro—fui para ver si encontraba a Leiva y estaban muertos. Todos ellos muertos y al resguardo de nuestras bolsas. Eran nuestras municiones, Dani—me apoyé sobre la pared y cargué mi peso en ella, las emociones del día comenzaban a pasarme factura y me sentí cansado, muy cansado de repente.
—¿Y creíste que fui yo?—sonaba muy enfadada—¡¿En serio me creíste capaz de algo así?! ¡Te he salvado el culo un millón de veces, Dimitri! Jamás haría algo para perjudicarte—tenía razón. Si había alguien en quien podía confiar era ella, a Dani le confiaba mi vida con los ojos cerrados, pero en ese momento necesitaba algo más que su enojo. Necesitaba saber la verdad.
—Están pasando cosas muy extrañas últimamente—dije sin mirarla.
—Ahora que lo mencionas...—nuestros ojos se  cruzaron—debo contarte algo—eso me tensó cada musculo del cuerpo—hace unos días, unos soldados de la base principal llegaron a media noche en camiones grandes. Justo en el cambio de guardia. Sabía que eran soldados de la base principal porque estaba Débora ¿La recuerdas?—Débora fue la primera chica por la que Dani y yo competimos y ella terminó ganando—bien, pues no llevaban uniformes clásicos. No tenían distintivos que mostrasen que eran del Ejército, solo uniformes negros sin ningún tipo de insignia ni nada—Dani comenzó a caminar de un lado al otro algo nerviosa—intenté hablar con ella, hace unos meses aún nos enviábamos cartas, pero me ignoró completamente, Di. Ella parecía otra persona, con un comportamiento demasiado rígido, al igual que sus otros compañeros. Vinieron, bajaron enormes cajas con el logo del Ejército y luego se marcharon.
—¿Y eso era lo que tenías para contar?—dije decepcionado. Todos los meses la base principal enviaba cosas, todos los meses nosotros enviábamos cosas para otras bases, todos los meses los camiones iban y venían de un lado al otro, no era ninguna novedad y Danielle lo sabía.
—No seas estúpido—dijo reprendiéndome—al día siguiente hablé con Felipe, porque bueno, ya sabes, fue en tus días de supervivencia, esos días que desapareciste afuera y no volvías.
Fue cuando dejé a Abby en la zona de civiles la primera vez, pasaron varios días hasta que volvió con el equipo y en ese tiempo yo salí de excursión, a veces necesitaba aclarar mi mente y nada me ayudaba más que cruzar los muros de la base y acampar en el bosque.
—Pero Felipe dijo que nada había llegado, y me dijo que la última vez que la base principal envió algo lo recibiste tú. Le expliqué que había visto los camiones llegar y me dijo que de seguro estaba loca, que necesitaba días libres. Fue extraño, su comportamiento fue raro, como si se burlara en mi propia cara, así que me metí en registros cuando Lucas no estaba ¿Sabes que tiene un archivo con el inventario de la base? Bueno, aquellas cajas que habían entrado por la noche, no figuraban en su inventario.
Era una orden directa hacer un inventario. Yo lo había ordenado hacía tiempo porque de esa manera sabíamos si faltaban cosas y podíamos atrapar a los desertores antes de que escaparan. Y Lucas era muy meticuloso con eso, se tomaba horas y horas para hacer el inventario y nunca quería ayuda.
Era extraño que hubiese entrado cargamento y que no estuviese en nuestra base de datos—Hablaré con él—dije sin poder sacarme de la cabeza la idea de un traidor.

El Nuevo Mundo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora