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Dimitri:

Todo nuestro trabajo durante los últimos ocho años, se basaba en la chica que dormía junto a mí. Mi padre había dado su vida por encontrar a Mendes y me sentía un poco culpable al pensar que lo estaba traicionando y decepcionando. El padre de Abigail o Samantha, como sea que ella quisiese ser llamada, había falsificado sus datos para que busquemos a Samuel Mendes y no a Samantha. Debo admitir que aquello fue algo que nos confundió durante tiempo y nos tuvo como estúpidos buscando a una persona que no existía.
Ella dormía plácidamente a mí lado y yo sabía que debía entregarla, pero no podía. Simplemente no podía y no sabía porque.
Ella había cambiado todo en mí y no quería perderla, pero también era la cura y si encontraban la cura, el mundo volvería a ser lo que era antes.
Mis ojos pesaban, entonces aferré su cuerpo con fuerza y me dormí aspirando el aroma de su cabello, mientras su respiración y la mía se sincronizaban.
Me desperté cuando sentí que alguien me sacudía de un lado al otro, abrí los ojos y allí estaba Otis. Inmediatamente me di cuenta de que Sam no estaba a mi lado y el reloj marcaba que hacía casi tres horas que nos habíamos quedado dormidos.
—¿Qué haces aquí?—dije poniéndome de pie abruptamente y apresurándome a colocarme las botas porque presentía que algo malo pasaba, la cara de Otis era de máxima preocupación.
—Tu chica. Está en el laboratorio siendo sometida a estudios.
Sus palabras me abrumaron, debería haber sabido que Abigail era capaz de sacrificarse por los demás, pero también Otis hablaba de estudios y que le hicieran algunos estudios no era del todo malo ¿Verdad?
Mis hombros se relajaron un poco, solo un poco.
—Bueno, es lo que quería papá ¿No es cierto?—intenté sonar desinteresado, porque odiaba que Otis supiera cuanto me gustaba Abigail, porque siempre lo tomaba como una broma.
—No lo entiendes—dijo en una mezcla de susurro y grito, se esforzaba por mantener su postura pero lo notaba nervioso—para encontrar la supuesta cura, trabajaran en ella hasta quitarle la última gota de sangre. Van a abrir su cerebro y guardarlo como si fuese oro para poder estudiarlo. Van a usar trozos de tejidos de sus órganos y eso no será suficiente. La cura no existe Dimitri ¿En serio crees que volveremos a ser lo que era antes? ¿En serio piensas que las cosas volverán a la normalidad? ¡No! ¡Claro que no! La van a matar, solo para sacarse dudas, pero su muerte no será suficiente para curar a la humanidad que se ha podrido en las calles. No habrán suficientes vacunas para el mundo, tampoco tenemos como repartirlas ¡Todo será en vano! ¿Por qué crees que Mendes la ocultó durante tanto tiempo?
Sus palabras me helaron. No sabía que decir ni cómo reaccionar, nuestro padre nos había inculcado la idea de la cura pero ahora mi hermano no parecía estar de acuerdo con los ideales de nuestro padre. Otis siempre había sido el rebelde de la familia, pero aquello superaba sus límites.
Tomé mi arma y corrí hacia el laboratorio, antes de llegar Otis tomó mi brazo y me obligó a mirarlo—Buscaré a los tuyos. Deben irse de aquí cuanto antes—yo asentí con la cabeza y seguí mi camino, mientras veía a mi hermano perderse en la oscuridad de su base.
Al llegar al laboratorio, vi al menos diez personas alrededor de una camilla donde reposaba el cuerpo de Abigail. Parecía dormida y tenía tubos en su boca y nariz, algunos cables iban directo a su cabeza, pensé que había llegado tarde y que ya estaba muerta, pero la maquina a su lado hacía sonar ese pip que alegraba a cualquiera.
—¿Qué hacen?—pregunté y todos voltearon a verme. Adrián, el doctor a cargo, tenía una aguja clavada en el brazo de Abby y pude ver la bolsa que yacía a su lado llena de sangre.
—Es la cura. Esta chica es lo que hemos estado buscando durante tanto tiempo. Por fin cayó en nuestras manos ¡Gracias a ti!
En un rincón de la habitación estaba Esteban, quien había querido el lugar de Otis durante mucho tiempo y de quien se decía que era mejor líder que mi hermano. El tipo era una puta molestia, porque siempre estaba metido en todo y creía tener poder que nunca le había sido otorgado.
—Dimitri, ustedes desertaron, así que piénsalo así, nosotros les perdonamos la vida si ustedes dejan a la chica cumplir con su única función.
Papá había luchado por esto, y mi interior me gritaba que la dejase allí, que hiciera lo que mi padre hubiese hecho en mi lugar, que aceptara el destino y que me marchara para olvidarme de esa mujer.
Pero no podía, porque papá también me había insistido en que fuese mejor persona y si no sacaba de aquel apuro a Abby, no sería una buena persona, sería igual a todos los demás.
Quería respetar su decisión, ya que estaba seguro que ella solita se había metido en ese lío, pero también estaba casi seguro de que ella no sabía lo que le harían. No tenía ni puta idea de que la matarían.
Apunté con mi arma a Adrián y este levantó las manos en alto.
—Quítenle todo—pero nadie se movió—¡Ahora!
Los científicos y médicos, siempre eran los más débiles en el eslabón de las bases. No querían arriesgarse a morir por lo que siempre hacían lo que se les decía. Era algo un poco gracioso de ver.
Caminé hacia ella y la tomé en mis brazos sujetándola con fuerza porque estaba sedada y no se podía mantener de pie, además supuse que con toda la sangre que le quitaron, estaría así un par de horas. Llevaba una diminuta bata de hospital que dejaba en transparencia sus pechos, pero por suerte no se habían tomado el atrevimiento de quitarle las bragas. La colgué en mi hombro casi como si fuese una bolsa de papas y la sujeté con fuerza esperando no perderla esa noche.
—Deja a la chica en la camilla—dijo Esteban apuntándome con su arma al igual que otros dos tipos.
El nerviosismo estaba a flor de piel y yo los entendía. Quizás hubiese hecho lo mismo si alguien se aparecía en mi base diciendo que era la cura, porque claro, nos habían preparado para ese hecho.
De repente la puerta se abrió, Dani y Dylan aparecieron con rifles que hicieron que todo el mundo alzara las manos.
Yo supuse que ellos no sabían ni entendían lo que sucedía, pero no dije nada, en su lugar salí de aquel laboratorio, acomodé a Abby/Samantha en mis brazos y corrí buscando la salida de ese tormentoso lugar, fue cuando Otis se apareció frente a mí y me dijo que lo siguiera, y eso hice. Corrimos hacia donde guardaban los coches, Dante estaba parado con todas nuestras cosas junto al Jeep. Subí a Abigail al vehículo y la recosté en el asiento trasero.
—Debo hacer algo primero—dije y fue en aquel momento que la alarma se activó y comenzó a sonar tan fuerte que parecía que nos rompería los tímpanos. Pero no me podía marchar, no aún, porque sabía que Samantha había hecho todo aquello por la culpa de ver a ese chico.
Me sumergí en las zonas oscuras de la base, porque la conocía como la palma de mi mano, y llegué por los caminos secretos a la zona de experimentos.
Abigail se culpaba por aquel chico al que tenían como un vegetal viviente y yo pensé que en su lugar no me gustaría vivir así. Abrí la puerta que nos separaba y sus ojos blancos se posaron en mí, apunté mi arma hacia su cabeza y él ni siquiera se inmutó.
—Lo siento—dije y disparé. Su cuerpo cayó al suelo y yo esperaba que por fin encontrase la paz. En aquel momento, en aquel lugar, hice la promesa de que cuidaría a esa chica tanto cómo la había cuidado él. Admiraba que hasta el último instante, aquel muchacho hubiese sacrificado su vida por Abigail o Samantha, cómo él la había llamado.
En un intento por redimir mi alma, liberé a cada civil que estaba prisionero, incluso al loco que había descubierto a Abigail y ellos corrieron a toda velocidad hacia la libertad.
Cuando llegué al Jeep, mi hermano se mostraba ansioso y como todo era muy reciente, no le fue difícil disuadir a los suyos. A lo lejos, se apareció Esteban, con su equipo, parecía que él lideraba aquel lugar y se sorprendió cuando vio a los civiles salir por la puerta de emergencia, todos se le lanzaron encima y él mató a unos cuantos para abrirse camino hacia nosotros, entre ellos, al loco al que Samantha había mordido.
—Vete—dijo Otis y lo miré con extrañeza—vete ahora. Protege a la chica, los perseguirán durante un tiempo, deberán ocultarse un buen tiempo y...
—¿Tú no vendrás?—pregunté atónito.
Él me regaló una sonrisa torcida y lleno de orgullo dijo—¿Quién crees que dará el gran acto final?—veía como Esteban se acercaba más y más, abracé a mi hermano, sabiendo que posiblemente aquella sería la última vez que lo vería.
Otis levantó la mano dando señal de que abrieran el portón y eso hicieron, mientras yo abría la puerta del coche, mi hermano sabía la verdad y resultó ser más inteligente de lo que yo creía, con su otra mano hizo aparecer un pequeño cuadradito con un botón rojo en el medio, el cual presionó y causó una gran explosión. Pero entonces, un disparo me sacó de aquel trance, la cabeza de mi hermano se hizo hacia atrás mientras su cuerpo caía en la misma dirección. Vi el pequeño agujero en el medio de su frente y en un estado de sorpresa pura, observe también que quien había disparado era Esteban, quien estaba a lo lejos con una sonrisa triunfal, mientras las llamas del lugar ardían a sus espaldas.
En aquel momento no supe que hacer, no supe cómo actuar, me quedé helado.
Esteban se acercaba con una sonrisa macabra y aunque tenía ganas de matarlo a golpes, Dani me sujetó del brazo y comenzó a gritar—¡Dimitri, sube!
—¡Tenemos que irnos!—gritó Dylan.
Mi hermano yacía muerto en el suelo, y yo no pude hacer nada para evitarlo.
Con toda la culpa que podría caber dentro de mí, me subí al Jeep y conduje a toda velocidad para salir de aquella maldita base.
Los ojos se me llenaron de lágrimas, de repente un nudo se formó en mi garganta y las manos me temblaban. De repente, me encontraba solo en un Nuevo Mundo demasiado aterrador para seguir enfrentando.

El Nuevo Mundo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora