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Admiraba el hecho de que mi padre hubiese creado toda una identidad para que yo pudiese pasar desapercibida. Mientras estaba sentada sobre la camilla con muchísimas personas a mí alrededor que hablaban sin parar, no podía dejar de pensar en que esos idiotas habían buscado durante años a un hombre que no existía, mientras que yo me movía entre las sombras e incluso entraba en su base militar algunos meses atrás. Me reí sola, como si estuviese loca.
Claro que la decisión de exponerme a las pruebas había sido guiada por el sentimiento de culpa máxima al ver a Zacarías de esa forma, pero mientras los minutos pasaban y yo seguía sentada frente a esa pequeña multitud de científicos, médicos y militares, comencé a preguntarme si realmente valía la pena.
Al fin y al cabo, ya tenía una respuesta, la teoría de mi padre de morder a un recién infectado era válida pero no servía de nada si lo hacía horas después de una mordida, como en el caso de Zack, que demoré en notar la mordida y demoré también en convencerlo de dejarme morderlo.
Además, Zacarías había muerto defendiéndome, ocultando la  verdad como lo había hecho mi padre ¿Acaso había cometido una estupidez al someterme a esas pruebas?
También pensaba en Dimitri, en que se había ido a dormir pensando que yo descansaba a su lado, pero cuando despertara, ya no estaría allí.
Me gustaba Dimitri. Me había gustado físicamente la primera vez que lo había visto en el comedor con la pelirroja y luego comenzó a gustarme más cuando se quedó conmigo en el Campamento Jonás, y ni hablar de cuando me ayudó a ocultarme del Ejército en ese granero. Él intentaba no demostrarlo, pero era un alma noble y eso era lo que más me atraía de su persona.
En menos de una hora, Adrián logró juntar a su equipo e incluso Otis estaba en la sala de operaciones, aunque parecía no entender nada.
Había otro tipo que al parecer, manejaba el lugar mejor que el hermano menor de Dimitri, pero para conservar las apariencias Otis acotaba algunos comentarios sin sentido mientras me preparaban para un estudio.
Mi cabeza tenía cables conectados por todos lados, y se repartían por todo mi cuerpo.
Sentía el corazón latirme aceleradamente y lo confirmaba la maquina a mi lado con cada pip que sonaba.
Dimitri todavía no se aparecía y me sentía mal, al menos un poco, por dejarlo afuera de algo tan importante como aquel estudio que podría llevarnos a la cura y liberación del mundo.
Adrián dijo que tomarían unas cuantas muestras de sangre y que eso sería suficiente para trabajar en lo que sería una vacuna, más adelante. En las pantallas podía ver lo que había sido mi muestra de sangre y en lugar de ser puras manchas rojas, era una mezcla de bolitas rojas pero en su mayoría negras. Adrián había explicado que esa parte de mí estaba muerta, pero que mi sistema había encontrado la manera de equilibrar las cosas. Estaba viva, pero gracias al virus que mi padre había creado e inyectado en mí.
—No puedo creer que el viejo Mendes nos haya engañado aun estando muerto—dijo el tipo que parecía liderar todo—maldito hijo de puta—rió—nos hizo creer que era un maldito hombre, para no nos diéramos cuenta de que teníamos que buscar a una mujer—todos rieron con él. Todos menos Otis, que estaba con los brazos cruzados y me miraba con lastima. Esa mirada hizo que un escalofrío recorriese mi cuerpo. Adrián dijo que solo tomarían algunas muestras de sangre y de piel, pero ¿Realmente podía confiar en la gente de la que mi padre me había ocultado tanto tiempo?
Un asistente se acercó, me extendió un vaso plástico con agua y luego me dio una pequeña pastilla blanca.
—¿Y esto para qué es?—pregunté antes de metérmela en la boca.
—Para que te relajes un poco, no podemos hacer el estudio si estás tensa como ahora—me regaló esa sonrisa falsa que todos me daban y aquello no me gustó para nada, mismo así, metí la pastilla en mi boca, no pasó mucho tiempo hasta que todo comenzó a dar vueltas frente a mí, se me durmió la lengua y los ojos se me cerraron lentamente, no sin antes sentir un fuerte pinchazo en el brazo derecho y entonces si, todo se volvió oscuro.

El Nuevo Mundo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora