24. El fallo

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Tony se había separado del equipo para escanear el edificio desde las afueras del mismo y optimizar la búsqueda del amigo de Steve. Jarvis no encontró ninguna coincidencia exacta, aunque uno de los sujetos que se mantenía en la planta inferior llamó su atención, era el único que se mantenía inmóvil mientras todos los agentes de Hydra atacaban sin piedad.

Se dirigió directamente hacia el primer piso encontrando al sujeto completamente solo y mirando la pared con una respiración pesada e irregular.

— ¿James Barnes? —Habló con un tono fuerte gracias a los modificadores de voz de su armadura.

El sujeto volteó para encararlo, era el mismo hombre de las fotos que estaban en los informes. Tony levantó uno de sus propulsores y le disparó comenzando así una corta pelea. El soldado era muy hábil, sabía que le costaría mucho trabajo atraparlo, sin embargo, la fuerza potenciada por el brazo artificial no era la suficiente como para siquiera abollar su armadura. Tony dio un golpe certero en el estómago de su contrincante y casi a la vez sintió uno en su espalda, al parecer otro enemigo había llegado a atacarlo y era mucho más poderoso.

Giró para enfrentar al nuevo agresor, aunque su visión se vio interrumpida al recibir un golpe en la cara, abrió los ojos desmesuradamente al ver que el metal era arrancado de la armadura como si de papel se tratara y otro golpe en su frente lo noqueó por completo.

*****

Tony despertó muy aturdido por un desesperante ruido agudo en sus oídos, no podía abrir los ojos debido a una luz incandescente que iluminaba todo el lugar, casi podía sentir que la fuente de luz la tenía pegada a la cara por el calor molesto que le quemaba la piel. Aspiró con brusquedad al sentiré sofocado y solo tosió desesperado por la concentración de aromas que se agolpaban en el lugar.

—Apúrate, tenemos solo unos minutos —escuchó una voz femenina que hablaba con prisa.

Una mano se deslizó sobre su cintura e intentó apartarse con brusquedad sintiendo todo su cuerpo arder por el esfuerzo. Solo en ese momento fue consciente de su desnudez y sus extremidades extendidas que tenían muchas agujas incrustadas en su piel.

Sintió una presencia dominante y aterradora acercarse y su cuello fue apretado sin miramientos.

— ¿Dónde está el registro 238? —La dura voz exigió apretando su agarre y cortando su respiración de momento.

Estaba a punto de dejarse llevar por la bruma negra que lo estaba llevando a la inconsciencia de nuevo, cuando la mano se apartó y él solo fue capaz de toser aspirando con brusquedad para obtener un poco de oxígeno, pero no obtuvo ningún tipo de calma por el ambiente lleno de feromonas de alfas agresivos que solo alteraban sus nervios.

—Suéltame —susurró haciendo un esfuerzo por abrir los ojos a pesar de la luz que lo cegaba por completo.

—Comienza a hablar, Stark —amenazó ese sujeto y sintió algo frío recorrer su pierna, estaba seguro de que se trataba de algún tipo de arma.

Intentó forcejear, pero sus cortos movimientos solo mandaban corrientes intensas de dolor, miró con dificultad sus brazos encontrando que las agujas estaban conectadas a delgadas mangueras que estaban extrayendo su sangre. El mareo le hizo cerrar los ojos de nuevo mientras el dolor de cabeza volvía y una sensación de vértigo casi lo hacía perder la consciencia de nuevo.

—Dame la ubicación del registro 238 de los omegas de sangre pura —insistió el sujeto presionando el objeto frío que le causó un dolor punzante al atravesar su piel.

—No sé de qué hablas —susurró sin aliento.

El arma se retiró y Tony se encogió internamente al no saber qué otro tipo de torturas le tenían listas. Muchas memorias lo abrumaron hasta detenerse en una en específico, recordaba ver ese número entre los archivos que intentaba descifrar y que en ningún momento pudo hacerlo. Un chillido lejano le heló la sangre, era fácil de distinguir que se trataba de otro omega, unos cuantos sonidos graves le dieron a entender que lo estaban atacando. El llanto de aquella persona le provocó que hiciera su propio llamado de auxilio. No sabía en qué lugar se encontraba y no podía distinguir el aroma de su alfa entre todos esos dominantes y aterradores. Se sentía desprotegido como nunca y tan aterrado que no podía parar su desesperado llanto.

El irresistible aroma del amor (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora