22. Susceptibilidad

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Steve colgó la llamada donde recibió instrucciones por parte de su comandante. Después, regresó a la cocina buscando a Tony pues Fury había dicho que mandaría documentación importante a algo que se llamaba correo electrónico y no tenía ni idea de a qué se refería.

— ¿A dónde fue Tony? —Preguntó al notar la ausencia del omega y el ambiente pesado de sus compañeros.

—El señor Stark se retiró a su habitación —habló Jarvis antes que los demás— y desea no ser molestado por el momento.

— ¿Qué hicieron? —Volvió a inquirir mirándolos con cansancio.

Estaba comenzando a pensar que había sido muy mala idea llevar a tantos alfas a vivir en el mismo sitio donde permanecía Tony.

—La gran boca de Thor fue la culpable —acusó Bruce mirándolo mal—, hizo un par de comentarios que solo hirieron las susceptibilidades de Tony.

Steve se dio media vuelta decidiendo que por ese día ya tenía suficiente de enfrentamientos. Su omega estaba rabiando y también quería darle un espacio para que pudiera sacar su frustración sin verse aturdido por su presencia. Descansar en la sala tampoco lo veía como una buena opción, pues Clint permanecía en aquel lugar con la mirada perdida. Sin saber a dónde ir miró el sitio con desesperación.

—Señor Rogers, ¿gusta un momento de privacidad? —Escuchó hablar a la voz grave con la que siempre conversaba Tony.

—Sí, necesito estar solo —declaró mirando el techo, se sentía muy extraño hablándole a la nada.

La voz grave le dio indicaciones hacia dónde dirigirse. Después de la habitación que compartiría con su omega, recorrió unos cuantos metros más hasta dar con otra puerta.

—El señor Stark dio la orden de guiarlo y asesorarlo en cualquier duda que tenga —la puerta se abrió revelando un gran taller— si tiene alguna problema, no dude en consultarme.

—De acuerdo, gracias —ingresó en el área mirando a su alrededor antes de que la puerta deslizante volviera a cerrarse—. Primero que nada, me urge saber lo que Fury quería mostrarme, ¿tú tienes acceso a... eso?

—Por favor, tome asiento —una silla se deslizó fuera de un escritorio vacío.

Se acercó y en cuanto se sentó unas luces azules se desplegaron frente a él mostrando documentos y fotografías.

—Creo que necesitaré una explicación detallada de esto.

La inteligencia artificial tardó un par de horas explicando lo mejor posible el uso básico de la tecnología que controlaba la torre. Por alguna extraña razón sentía que con quien mantenía la conversación era con el mismo Tony, por lo que se sintió cómodo de hacer varias preguntas. Por un momento volvió a recorrer la mirada en el gran taller lleno de herramientas y piezas robóticas y entendió mucho mejor la gran molestia que Tony sentía al escuchar a los alfas hablar. Él merecía ser un gran y poderoso alfa, la naturaleza había sido muy injusta con él, afortunadamente ahora lo tenía a él para protegerlo y asegurarse de que consiguiera todos sus objetivos.

—Creo que fue mala idea traer a los alfas a la torre —se lamentó en voz alta—, el objetivo era que estuviera en un entorno que le produjera confianza, no en un lugar más estresante que la mansión de sus padres.

—El señor Stark se adaptará rápidamente a su nueva vida —aseguró la inteligencia artificial.

— ¿Por qué estás tan seguro?

—Porque él ha sabido superar todos sus obstáculos —Jarvis desplegó muchas fotografías de Tony en la escuela, trabajando con sus proyectos y peleando dentro de su armadura—, excepto uno, el autoritarismo de su padre, y ahora que está fuera de su dominio, no habrá poder que lo detenga.

El irresistible aroma del amor (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora