26. Uno solo

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Cuando Steve abrió la puerta de la habitación, entró y no vio a Tony en la cama, comenzó a angustiarse. De inmediato corrió hacia el pequeño baño y no lo encontró.

—Jarvis —habló sin aliento— Tony está...

—Escondido en el armario —completó la inteligencia artificial de inmediato.

Steve exhaló aliviado sintiendo que su corazón regresaba a su lugar de nuevo. Caminó hacia el lugar indicado y entreabrió la puerta mirando hacia abajo. El lugar era pequeño y oscuro, había muchas prendas colgadas en ganchos, y en el piso, Tony estaba sentado con la cara escondida entre sus piernas sollozando. Steve abrió ambas puertas para ingresar y al sentarse frente al omega con las piernas abiertas, volvió a cerrar las puertas quedando casi en penumbra, las rendijas dejaban entrar apenas un poco de luz.

—Si no quieres estar en la cama, yo te acompañaré a donde vayas —aseguró en voz baja cuidando de su tono en todo momento.

Tony suspiró ruidosamente y levantó la mirada limpiándose la humedecida cara.

—Vine aquí porque quiero estar solo —sentenció el omega con voz inestable.

—De acuerdo —asintió Steve viendo los ojos de Tony llenarse de más lágrimas—, entonces fingiré que no estoy aquí y así creerás que yo no estoy aquí.

Steve desvió la mirada hacia las rendijas y a pesar de que no podía ver la expresión de Tony, por su aroma un poco más ligero podía deducir que estaba sonriendo. Al sentir esa reacción se dio cuenta de que Tony era en realidad muy fuerte porque a pesar de lo sucedido el día anterior, el omega no había quedado traumatizado, solo había sido el susto del momento. Steve se relajó contra la pared sintiendo que el lugar elegido por su omega para esconderse era muy cómodo. En ese momento estaban lejos de las miradas de sus compañeros, fuera del acceso de las cámaras y micrófonos de la torre, se podía percibir la paz y la felicidad de compartir un momento en un espacio reducido donde solo cabían ellos dos.

—Entonces eres un gato —escuchó el tono un poco más alegre de su omega—, si no me ves, no existo.

—Así es —apretó los labios intentando reprimir una sonrisa al sentir el amor comenzar a brotar de ese ser.

Esperó en completa calma mirando la desordenada cama que se podía apreciar desde allí y poniendo atención a su entorno. Tony había dejado de llorar y estaba en completo silencio respirando con suavidad. Steve pensó en lo que Thor había dicho y su instinto estaba de acuerdo como si comenzara a buscar cualquier pretexto para sellar el vínculo con su omega, analizó con cuidado sus opciones, debía encontrar una forma para atraerlo y que él también deseara el vínculo, no quería salir de aquel lugar sin haberlo logrado. Y también quería protegerlo a toda costa y si podía compartirle su fuerza, se esforzaría para hacerlo.

Escuchó un suspiro de Tony a la vez que un rastro dulce lo hizo salivar, sus dientes comenzaron a hormiguear, todo su cuerpo estaba listo y dispuesto para marcar y poseer. Aun así, se concentró en no revelar todas esas sensaciones, debía actuar despacio y de manera inteligente si no quería que el omega lo rechazara de nuevo. Confiando en sus sentidos, miró rápidamente a su pareja quien tenía una postura relajada observándolo de pies a cabeza.

— ¿Confías en mí? —Susurró apenas audible para ocultar la excitación que comenzaba a recorrer su cuerpo.

Tony lo observó con seriedad.

—Completamente... es solo que —el omega hizo una pausa, aclaró su garganta y siguió hablando— estoy molesto porque no quiero ser una carga como todos los omegas... quiero ser digno de estar a tu lado.

El irresistible aroma del amor (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora