25. La verdad del vínculo

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Al llegar a la torre, Happy los condujo a un piso donde tenían la enfermería de la empresa para evaluar la salud de Tony y asegurarse de que no lo habían herido más allá de sacarle sangre. Steve vio a Bruce intentando controlar su mal humor y lo siguió hasta la cabina donde tenían una camilla y algunos implementos médicos que servirían para revisar al omega. Sin embargo, en cuanto Steve quiso depositarlo en la camilla, Tony comenzó a hiperventilar y retorcerse desesperado todavía perdido en su sueño.

—Mantente cerca emitiendo calor —pidió Bruce intentando retener a Tony para que pudiera ser escaneado—, en este momento necesita mucho más de tus cuidados, háblale para tranquilizarlo.

—Tony —susurró acariciando ese suave rostro húmedo por las constantes lágrimas—, tranquilízate, estás a salvo, nadie te lastimará.

Ese delgado cuerpo dejaba de luchar, aunque seguía llorando en voz baja haciendo su llamado. Steve muy en el fondo sabía qué debía hacer, aún así, resistió sus propios impulsos, necesitaba saber que físicamente se encontraba sano.

—Señor Banner —habló la inteligencia artificial—, el señor Stark no tiene daños físicos graves, los cortes en su piel son superficiales y después de limpiarlos sanarán por sí solos, pero se encuentra deshidratado y está sumergido en un profundo sueño debido a un trauma reciente.

—Quizás lo torturaron de alguna forma —meditó Bruce en voz alta revisando la piel de Tony, pues él ignoraba lo que habían encontrado en aquella terrorífica habitación.

—Yo sé qué debo hacer —Steve colocó una manta de nuevo sobre el cuerpo desnudo de Tony y lo levantó con cuidado sin poder esperar más—, estaré en la habitación cuidándolo, si no mejora lo traeré de nuevo aquí.

Bruce estuvo de acuerdo, nadie mejor que él sabía lo mucho que Tony necesitaba de su presencia, partió del piso para ingresar al pent-house y se encerró en la habitación. Al ingresar y asegurarse de que estuviera completamente cerrado, comenzó a marcar territorio dejando salir su aroma para saturar el ambiente con su esencia y que no se pudiera percibir ninguna otra presencia cerca de ellos. Se sentó en la cama con Tony en brazos para acurrucarlo como si de un bebé se tratara. Tiró de la ropa de cama hasta cubrirlo un poco y asegurarse de que se encontraba bien resguardado en sus brazos.

Lo sujetó con fuerza y siguió hablándole al oído con un tono gutural y acompasado, asegurándole de que estaba en un sitio seguro y que nadie podría lastimarlo. La respiración del omega se regularizaba con el paso de los minutos, el delgado cuerpo adquiría calor y solo suaves sollozos escapaban de esos resecos labios.

—Tony, despierta —susurró besando su mejilla—, necesito saber que estás bien.

Y a pesar de su petición que pronto se convirtió en constantes ruegos, Tony permanecía profundamente dormido. Pasó casi una hora antes de que Tony se relajara por completo para después removerse un poco y abrir los ojos con la mirada perdida como si no fuera capaz de enfocar. Parpadeó confundido un par de veces y después frotó sus ojos retirando las últimas lágrimas de sufrimiento.

— ¿Dónde estamos? —Preguntó Tony con voz ronca.

—En la torre, estás a salvo conmigo.

Los ojos de Tony volvieron a llenarse de lágrimas y de inmediato se aferró a él sollozando mientras los temblores volvían a sacudir al omega. Steve frotó su espalda aferrándolo para transmitirle seguridad, pero el sentimiento de profundo terror de su pareja lo superaba en creces.

—Por favor no me dejes —clamaba desesperado el tembloroso omega—, no me abandones.

—Jamás lo haría —aseguró besando su frente—, estás conmigo y jamás permitiré que nadie te ponga una mano encima de nuevo.

El irresistible aroma del amor (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora