Capítulo 4.

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                  Kim.

   "- ¡No! ¡Por favor! A ella no- grita mi madre desesperada. Casi no la veo porque mis ojos están  empañados de lágrimas.
   - ¡Cállate,  mujer! Me tienes loco. Ella tiene que aprender por las malas - la mano de  mi padre cruza la cara de mi madre y su llanto aumenta mientras  cae sentada al suelo. Me vuelve a pegar con el cinto en la espalda y me tira al suelo. Me agarra del brazo y me encierra  en el cuarto - Te quedarás sin comida hoy. No voy a alimentar a una niñata como tú."
     Abro los ojos. Mi corazón  está  agitado y tengo miedo de lo que me pueda encontrar si me levanto, pero vuelvo a la realidad y me doy cuenta de donde estoy. Su sombra me persigue, ya sea en sueños ,o debería  decir pesadillas, en mis memorias y a  veces el simple hecho de recordar que su sangre corre en mis venas, que tengo muchos parecidos físicos  con él  y que no puedo cambiar lo que es,  hace que mi ser me de asco. Hay días  que incluso no puedo mirarme al espejo. Veo el reloj en mi muñeca y no puedo evitar desviar  la vista a las cicatrices que tengo ahí. Es horrible saber que no he olvidado nada a pesar de que me lo propongo una y otra vez.
     Salgo de la cama y dejo atrás  mi pesadilla. Tomo mi abrigo de gorro y me lo pongo encima de una camiseta negra, junto a mis jeans camuflajeados y mis botas negras también. Me vuelvo a colar en la cocina  y tomo dos naranjas, no me llenaría  con una si llegara a tener hambre en el camino. Regreso a la habitación y cojo la mochila donde solo llevo unas cuerdas de escalar, un pequeño botiquín, unos fósforos  y una linterna. Saco mi navaja de uno de los bolsillos y la coloco  en una de mis botas.
   - ¿Kim... a...a dónde vas? - pregunta Rita  adormecida.
   - Sólo voy a la cocina, sigue durmiendo - asiente y me alivio de que no haya dicho nada respecto a la ropa.
     Tomo las gafas de visión  nocturna y las engancho  en mi cinturón. Salgo a la parte trasera del edificio, asegurándome de que no haya nadie por ahí, salto la cerca y me alejo corriendo por la oscuridad, mientras más rápido salga del área  de la Academia, mejor. Encuentro la carretera que se dirige  al pueblo más  cercano; es pequeño, pero perfecto para lo que hago. Prefiero seguirla  por dentro del bosque, aunque esa calle no es muy concurrida, sería  peligroso  si por alguna casualidad me ven. Debo de estar al llegar y empiezo a oir un pequeño  ruido detrás  de mí, pero le resto importancia  cuando comienzo  a definir la silueta de varias casas, que ya están bastante cerca. Aumento la velocidad de mi marcha dejando atrás  a los árboles  y al ruido.

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