Capítulo 3.

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            Kim.

     El gimnasio acaba con casi todas  las energías que tenía, solo porque quise  hacer tiempo y aumentar mi rendimiento. Por suerte hoy no hay clases, la directora quiere hablar en privado con cada una de las chicas de mi año, somos cien, así que le llevará todo el día.
     Soy el número 45 de la lista de espera y estoy un poco nerviosa. Unas  salen llorando y otras saltando de felicidad. Oigo que es sobre lo que haremos después  de este mes y las oportunidades que nos ofrece la Academia.
     En realidad solo quiero ir a la Universidad, pero no puedo pagarla, hubiera estudiado diseño. Desde pequeña siempre me gustó  hacerles vestidos a mis muñecas, dibujar y remodelar cada lugar que podía en mi mente, pero como casi todo es un sueño que debo dejar atrás y decidiré por mi bien no aferrarme a eso y olvidarlo. Debo buscar un empleo y apartamento compartido donde vivir, esa será mi vida dentro de un mes.
   - El número 45, pase - la voz de la directora me saca de mis pensamientos. Me levanto y entro a su oficina. Creo que nunca he estado aquí.
     Las paredes están adornadas con retratos de ella cuando joven vestida de militar. Hay dos repisas llenas de medallas y diplomas, cerca de las ventana, está el escritorio donde se encuentra sentada ella.
   - Siéntate, Kim - me dice con una voz grave, casi varonil, pero con su tono femenino, claro - ¿Qué piensas hacer de tu futuro una vez que termines el curso? - me pregunta en cuanto me siento.
  - Si tuviera dinero iría a la Universidad.
   - Entonces, pienso que debería hacerte una oferta - ¿ una oferta? Activo la alarma en mi mente; ya los conozco, son gente interesada y oportunistas, algunos tienen suerte y logran escaparse - Verás, desde pequeña te has destacado en todo, tienes un alto rendimiento, esta oportunidad se la damos a pocos. Estamos interesados en ti, es decir, el gobierno está interesado en ti - me pasa unos papeles, cuando los cojo me dice - Es un contrato, léelo y si estás  de acuerdo, vienes a mí y firmamos. Piénsalo con calma.
     Salgo de la oficina con el contrato en la mano. Tenía pensado dormir un rato, pero esto me ha quitado el sueño. Al llegar a la habitación me encuentro a Rita tirada en la cama llorando; me siento a su lado y ella me mira, tiene los ojos rojos.
   - ¿Te pasa algo? ¿Quieres hablarlo? - le pregunto acariciándole la espalda, asiente y me abraza.
   -Mis padres se suicidaron - me suelta en cuanto se separa.
   - ¿ Qué? ¿Pero, cómo  sucedió? - la noticia me sorprende, parecían  ser una familia feliz.
   - Mi madre se enfermó hace dos años. No parecía ser grave, pero empezó a empeorar, necesitaba tratamientos y no podían  pagarlo. Según  la directora, mi padre se suicidó junto a ella - no sé  que decirle para consolarla, si Namjoon estuviera aquí seguro sabría que  hacer; yo no puedo hablar de padres. Rita está  destrozada, su historia no es como la mía. Ella llegó  aquí por voluntad propia, le quiso demostrar a sus padres que podía ser independiente a los trece años, capricho de una adolescente rebelde, ellos solo la complacieron.
     Rita se queda dormida en mis brazos y la dejo acostada en su cama. Me voy a la mía con el contrato. Empiezo a leer y a darme cuenta de lo que quería decir la directora.
     Me ofrecen el primer año de la Universidad que yo decida, gratis, un apartamento compartido con los gasto  reducidos a un treinta  por ciento y la oportunidad de seguir ocupándolo por un año después de terminar la Universidad.  A cambio debo prestar los servicios al  gobierno
como agente especial de la Policía Nacional durante ese primer año de Universidad y después de ese tiempo puedo  seguir haciéndolo, pero me pagarían.  Las otras opciones que tengo, si no firmo esta, sería  unirse al ejército a tener una vida normal sin universidad, un trabajo estable pero tendría que buscar donde vivir o regresar con mis padres.
     Hace tan solo unas horas sabía parte de mi futuro después de este mes, ahora no sé nada. Siempre quise dejar de relacionarme con esta gente, pero me ofrecen una oportunidad difícil  de  rechazar.
     Siento lo de Rita, quería mucho a sus padres. En mi caso, casi no sentía cariño hacia mi padre y a mi madre a veces ni la quisiera ver. Me ilusionó, me prometió algo que sabía que no podía ser y me engañó, así  que cuando entré aquí y me di cuenta de la verdad, decidí dejar mi pasado atrás, olvidarme que tuve una vida fuera de aquí.
     ¡Qué jodida  tengo mi vida! Me voy a dormir a ver si duro hasta mañana en la mañana e ir con la directora a firmar esa mierda.

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