Capítulo 24.

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            Taehyung.

     Milena señala a un chica a su lado con lentes. La miro sin prestarle mucha atención, debe de venir por el empleo de limpieza.
   - ¿Y quién es ella? - le pregunto a Katy, pero la chica se levanta y se dirige hacia mí.
   - Jin le habló de mí. Soy Kimberly Stand - me ofrece la mano y se la tomo por educación. Tenía las manos frías a pesar de que no estaban sudadas y me provoca un pequeño salto en el corazón por su seguridad. Así que  Jin no bromeaba diciendo que me buscaría una diseñadora para la empresa.
   - Taehyung, lo mío puede esperar - me dice Milena.
   - Solo será un momento - le digo. Pienso despachar a esta chica en seguida, es novata y llevaría mi empresa a la quiebra. Jin no sabe lo que habla.
     Entramos a mi oficina y me siento en mi escritorio. La chica de lentes observaba cada detalle: las paredes blancas, el estante con mis archivos, mi mesa...
   - No creí que Jin me fuera a mandar a una diseñadora - le digo - Siéntate.
   - También me sorprendió que lo hiciera.
   - ¿Tienes tu currículum, título?
   - Sí, me gradué hace poco - la chica extiende su mano con el título y otros papeles.  Me llama la atención el nombre de su preparatoria, la conocía: era la Academia Militar Femenina. Aunque no pertenecí a la de hombres, sé que el régimen es muy duro en ambas y que solo los mejores pueden ingresar a la Universidad. Si ella pasó por ahí, entonces ya sé lo que le vio Jin, pero antes de contratarla quiero probarla.
   - Señorita Stand, si usted trabajase aquí, ¿qué modificaciones le haría, por ejemplo, a mis hoteles? - le lancé una pregunta difícil porque no creo que pueda encontrarles algún error.
   - El único defecto que les encuentro es que el lujo es excesivo y que casi todos son iguales. La gente exagerada es muy poca en estos días,  cada vez hay más personas que les gusta la sencillez. En cuanto a la igualdad; lo común, la rutina, lo típico cansa, la originalidad no - comienzo a reírme de su discurso.
   - El lujo no tiene nada de malo y lo que sirvió una vez, sirve siempre - le contesto.
   - Que teoría más interesante. No se ha puesto a pensar que usted, el dueño de una empresa que, si no arregla su situación, a finales de año que viene caerá en la quiebra - me quedo callado, tengo que admitir que tiene razón - Con menos presupuesto puede lograr más.
   - ¿Ahora eres económica?
   - Estudié algo de economía. Lo suficiente para decir que toda esta oficina costó casi la mitad del edificio entero. Gasta mucho.
   - Es lo suficientemente  "sencillo", no cuesta tanto.
   - A primera vista no, pero... - se levanta acercándose a las ventanas de cristal detrás de mi escritorio - estos cristales están blindados y las paredes son a prueba de sonido - se movía por mi oficina mientras yo la observaba atentamente. Tenía la piel pálida,  extremidades largas, sus piernas estaban bien formadas, poseía caderas anchas, abdomen plano, pero tenía senos pequeños. Esperaba, por lo menos, ver un asomo de ellos en el escote de su blusa blanca, pero no se pueden comparar con los melones de Katy; ni siquiera con los de Milena que tenía un poco menos (aunque a esta última no pensaba tocarle ni un pelo). Sin embargo, el cuerpo de Kimberly me llamaba la atención, tenía una pizca de curiosidad en conocerlo - no voy a seguir profundizando... - me dice y hace una pausa - Nos desvíamos del tema, ya me quedó claro que no me vas a dar el empleo, así que, no te haré perder el tiempo. Me voy - Kimberly se inclina hacia mi escritorio, toma sus papeles y se dirige a la puerta.
   - Empiezas mañana a las ocho de la mañana. Ni un momento tarde y cuando llegues, ven directo hacia mí - le digo en un impulso antes de que abra la puerta. Gira la cabeza, asiente y sonríe mostrando sus brackets, los cuales habían pasado desapercibidos.
     Unos minutos después entra Milena a mi oficina.
   -  ¡Kim Taehyung, solo vengo a decirte que no quiero que tu amigo se me acerque más, no sé que piensas hacer para sacarme del problema en que me metiste y no me importa, pero quítale esa idea de que me case con él de la cabeza!
   - No sé nada de eso, Milena.
   - No soy tonta. De todos, el único que tiene la capacidad mental para invertar esa porquería de idea eres tú.
   - ¡Ay! Calla, Milena. No le metí esa idea tonta a la cabeza. Sal, quiero estar solo. Ve a resolver tus problemas con el enano fuera de aquí.

  

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