Capítulo 12.

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         Kim.

     El viaje es súper largo y ahora es que llego a la ciudad. La gente parece ignorar los grandes edificios y rascacielos que están por todas partes.
     Saco de mi bolsillo el pequeño papel que tiene escrito la dirección del apartamento que aparecía en el contrato. Comienzo a preguntar a algunas personas y sigo por donde me  indican. Llego a un humilde condominio formado por varios edificios.  De uno de ellos sale una señora de la tercera edad, estaba arropada con un vestido y un suéter de lana. Traía un saco de basura y se dirigía a un contenedor de basura al otro lado de la calle. Me acerco a ella antes de que entre de nuevo al edificio.
   - Buenos días.
   - Buenos días, jovencita.
   - Me preguntaba si me podría ayudar a encontrar esta dirección - le digo tratando de ser  lo más amable que puedo porque todavía me siento una extraña caminando por las calles sin saber adónde ir. Le extiendo mi mano con el papel.
   - ¡Oh! Es allí - me señala la tercera planta de su edificio a la derecha.
   - Muchas gracias.
   - De nada. Me caes bien, solo espero que tu compañero de piso no te mate antes del primer mes - se despide sin darme ninguna explicación de lo que acababa de decir, pero igual no le doy ninguna importancia.
     Al entrar al interior del complejo encuentro un elevador. No creo que sepa que botón pulsar, pero lo intentaré. De repente, las puertas se abren y sale un niño de cinco  años tomado de la mano de su madre. Entro antes de que se cierren de nuevo. Cerca de las puertas hay una serie de botones con números. Pulso el número 3 suponiendo que sean los pisos. Cuando la pantalla marca el 3 salgo del elevador. Abro la puerta de la derecha con las llaves que me había  entregado la directora.
     La entrada de mi nuevo apartamento era un pequeño pasillo que estaba a oscuras, pero no enciendo la luz. Ni siquiera tengo ganas de explorar la casa, podría dormir durante días y aún así me despetaría cansada. La sala no parece ser muy grande y está separada de la cocina por una meseta azulejeada y unos cinco taburetes. Saliendo de la cocina atravieso una entrada hacia otro pasillo. En el fondo de este hay una puerta y a los lados hay otras dos. Buscando mi habitación, giro el pomo de una puerta, pero está  cerrada con llave. La de al frente abre con una llave que estaba en la cerradura y encuentro mi nuevo cuarto.
     Las paredes tienen telarañas y la pintura está sucia. Cerca de una ventana está la cama, a su lado una diminuta cómoda  con una lámpara encima. En la pared de al lado se encuentra el armario con unas cuantas perchas. Suelto mi única maleta en el suelo y me tiro en la cama a dormir.

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