Capítulo 13.

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          Kim.

   - ¡Por fin te despiertas! Ya me estaba cansando de esperar por ti - una voz desconocida se oye en el aire confundiéndome más de lo que ya estoy desde los pocos segundos que hace  que desperté en este lugar. Empiezo a recordar que ya no estoy en la academia, sino en mi nuevo apartamento. Miro a mi alrededor y sentado en la esquina de la cama hay un chico de pelo negro, piel pálida, medio flacucho y con los ojos rasgados y oscuros.
   - ¿Y tú quién eres? - pregunto sentándome más cerca de él.
   - Soy, para tu desgracia, el chico con el que vas a compartir este apartamento - tiene una expresión fría en el rostro y habla como si estuviera aburrido - y tengo reglas.
   - ¿Reglas? ¿Para qué? - el chico se pone de pie y comienza a caminar de un lado a otro.
   - Primera regla - me mira a los ojos con una expresión seria - Jamás entres a mi habitación.
   - ¿Para qué querría entrar ahí? - murmuro por lo bajo.
   - No lo sé, solo no cruces esa puerta - me ha oído  e intento aguantar la risa. Al principio pensé que me iba a caer mal, pero este malhumorado chico me parece divertido - Regla dos: no me molestes y no te molestaré, en todos los sentidos o situaciones. - ¿desde cuándo ha estado planeando estas "reglas"? - Lo que ensucies, lo limpias; si quieres comida, búscala y no me pidas ayuda en nada. Y regla cuatro: búscate un trabajo para pagar la mitad de las cuentas de la casa y por si quieres sobevivir en esta sociedad. ¿Alguna pregunta? - me mira tratando de intimidarme.
   - Sí, tengo solo una - le digo y él rueda los ojos.
   - ¿Cuál?
   - ¿Cómo te llamas? - suspira.
   - Me llamo Min Yoongi, idiota - sale y me empiezo a  reír de él como una tonta.
   - ¡Mi nombre es Kimberly! - le grito para que me oiga - ¡Pero todos me llaman  Kim! - añado. Ya me gusta mi nueva vida.
     Observo mi nuevo cuarto. Es un asco, parece que no se limpia desde hace meses. Le hace falta limpieza y pintura para las paredes, solo para empezar, pero debo buscar trabajo antes. Miro el reloj en mi muñeca: son las nueve de la noche. ¡Dormí siete horas!. Mejor lo dejo para mañana, me levantaré bien temprano y saldré  a conseguir un empleo cualquiera.

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