15. Contra el mundo

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Ragnak

Años atrás.

Ha pasado tiempo desde que fui apresado, simplemente por correr por lugares prohibidos, no fue mi culpa, estaba escapando de un monstruo que no quiero ni recordar. Todavía me acuerdo de la sangre, los gritos de mi familia y el miedo que me consumía al tener esa criatura en frente de mí. Si no hubiera sido por esa bestia, quizás no estaría aquí.

La vida es injusta.

Me duelen las manos pero sigo cargando el concreto que tengo que trasladar, es un trabajo que requiere fuerza, la que no tengo, porque no como hace dos días, solo me han dado agua.

Seguramente moriré de inanición.

No debo tropezar o me darán un latigazo. El hombre que camina delante de mí, se tambalea, está peor que yo. Si tan solo pudiera usar magia, quizás podría ayudarlo, él me dió la poca agua que le quedaba ayer. Me duele la muñeca de tan solo intentar cortar el viejo y defectuoso artefacto anti-magia que tengo. Pensé que podría romperlo, incluso que explotaría, pero no sé sobre esas cosas. Las pocas clases que me dan, solo son tortura.

¡¿Quién hace magia con un artefacto anti-magia?! Formular un simple hechizo es doloroso, insalubre y gasta mucha energía. Además de que los profesores ajustan la potencia de este. Desnivelarlo te hace sentir enfermo, lo provocan todos los días, da ganas de vomitar esa modificación. Aún no sé cómo no he hecho para desmayarme.

Hablando de perder el conocimiento... El hombre que camina adelante de mí, pierde la conciencia y cae al suelo.

—¡Señor! —grito dejando la piedra enorme que sostengo e intento ayudarlo.

—¡Hey, ustedes! —nos llama el guardia y me paralizo.

En una fracción de segundo, hay una explosión delante de mí, no sé qué hechizo usaron, pero la persona que me ayudó muere en frente de mí y me mancho por completo con su sangre.

—Era inútil de todas formas —dice el guarda —¡Vuelve a trabajar, niño! —me grita así porque soy solo un adolescente.

Quiero llorar, pero también me lleno de puro odio. Saco de donde tengo escondida la pequeña piedra afilada, que utilicé para intenta romper el artefacto anti-magia y cuando el guardia se me acerca, se la clavo con toda la furia. Una y otra vez, que su rostro y pecho quedan agujereados. Cuando me doy cuenta, lo he asesinado y mis manos tiemblan al ver la sangre.

Perdí el control, me harte del maltrato, pero también pude haber muerto, de hecho voy a morir.

Los de la élite me están observando asustados desde arriba, en el balcón del castillo donde se puede mirar cómo trabajan los esclavos, pero hay una excepción, una chica, ella está sonriendo, no está asustada, ni llama a los guardias como los demás, solo se me queda mirando fijamente, la niña rica se me queda viendo fascinada y no sé por qué.

¿Acaso le gustan los actos de sadismo?

Dejo de pensar tanto en esa mirada atrapante, cuando vienen los guardias a asesinarme. Me levanto de sobre el cadáver del guardia que maté a puñaladas e intento huir. Pero los malditos utilizan magia y termino cayendo al suelo.

—¡Mátalo, es un peligro! —grita otro guarda y se disponen a usar el mismo hechizo que se usó en el otro prisionero, lo sé porque de repente tengo un horrible dolor de cabeza.

—¡Alto! —Escucho una voz femenina y el dolor cesa, alzo la vista mientras intento inclinarme en el suelo, entonces veo a esa chica otra vez —No lo maten.

Almas Perdidas #8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora