75. El parto parte 1

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Ragnak

Meses después.

Me duelen las piernas y la espalda. Estas alimañas me están matando. Así no se puede caminar.

—Lennard, dile a tus hijos que dejen de ser pesados, y arruinar mi buena salud —me quejo.

—Nuestros —me corrige sonriente.

—Ni creas que voy a criar a esos monstruos, hazte cargo tú, tú eres el fogoso aquí.

—Pero Ra... —Hace puchero.

—Pero nada, desde que tengo cólicos, ya ni me puedo concentrar en leer libros de alquimia, estoy muy irritado, no insistas más.

—Ra mala ¿Quieres que te cargue?

—No —digo cortante.

—Pero acabas de decir que te sientes mal, ¿o no?

—Me lo aguantaré.

—¿Segura? No me parece.

Frunzo el ceño.

—Me importa muy poco.

Pone la mano en su barbilla, pensativo.

—Creo que le diré a Borja que nos detengamos.

Veo como se va corriendo y las chicas se me acercan.

—¡Ay está enorme! —grita Lily emocionada —¿Puedo tocar?

—No —expreso molesto.

Mejor que nadie toque nada, me duele todo, voy a matar a alguien, no sé a quién, pero alguien seguro.

—Lennard es todo un caballero —opina Eiya —¿Por qué lo tratas así? No seas mala, ni la insoportable de Ashira trata mal tanto tiempo a su pareja.

—¡Oye! —La morena se queja.

—Yo ni sé cómo Dante la soporta —me burlo —. Ah sí, son tal para cual.

—Todos son muy lindos juntos —expresa muy feliz Lily.

Creo que es la más santita la compañera de Marcoy.

—¡Oh! Nos detuvimos —dice Eiya viendo como todos dejamos de caminar.

—Sí —aclaro —Lennard le fue a pedir a Borja si parábamos un poco la caminata, porque me duelen las piernas.

—Suertuda —opina Ashira poniendo las manos en las cadera —tiene a dos machos a disposición.

—Me da igual —Ruedo los ojos.

—¿No te gusta la atención Ra? —pregunta Lily sorprendida.

—No necesito que nadie me atienda, por culpa de eso tengo una enorme barriga —digo quejándome pero ellas se ríen.

Estúpidas.

Toco mi vientre sintiéndome adolorido, o sea ya me duele desde antes, pero esta es una punzada más fuerte.

—¿Te sientes bien Ra? —pregunta Eiya, la compañera de Lou, la más centrada —Será mejor que te sientes —Mira a Lily —. Dame un almohadón de mis bolsas.

La rubia asiente y se lo entrega, lo apoya cerca de un árbol, entonces me siento allí.

—Iré a llamar a Lennard —dice Ashira y se va corriendo.

Respiro con agitación.

—¿No me digan que lo huelen o algo así? —me quejo viendo como me están mirando y sintiendo lo que reconozco que ahora son contracciones —Puf, que duele.

—Tranquila, son solo dos —Se ríe.

—¿Y eso cómo me tranquiliza? —me quejo.

—No la asustes, Eiya —dice Lily nerviosa.

—Creo que la asustada eres tú —Hace una carcajada la de pelo corto —. Mejor tráeme un poco de agua y unas telas, ¿vale? —le ordena y la otra va corriendo.

—Se ve que eres una experta —opino —¿No debería venir un doctor?

—Lo siento, es tradición, que tu amiga hembra sea quién lo haga, un macho no puede verte las piernas, pero no te preocupes, tienes suerte de que yo tenga bastante experiencia en esto —Me guiña y en realidad no estoy tan seguro con lo que me dice —. Ahora cuando Lily venga, vamos a quitarte tu ropa interior —Me sonríe —, cubriremos todo con mantas, así que no habrá nada de que avergonzarse.

—Si voy a parir, exijo que sea de manera decente y no en el suelo —Me levanto del piso adolorido —¡Lennard! —le grito ya que lo veo llegar —¡¿Dónde está mi cama?!

—¿Tu cama?  —dice el castaño confundido —Con las carretas, supongo ¿Por qué? —Alza una ceja —¿No venían los cachorritos? ¿Vas a dormir?

—No, exijo mi comodidad, mi privacidad y además de mi cama, eso incluye mi carpa.

Almas Perdidas #8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora