42. Perdida de la esperanza

367 88 29
                                    

Lennard

Lavo mi cara, mis manos y tiro agua en mi vestimenta rápido. No queda de otra, voy a tener que cambiarme, no puedo ver a Ra con la ropa manchada de sangre. Salgo del lago, que me llegaba hasta las rodillas y cuando llego a la orilla, salgo corriendo. Llego a mi carpa, cambio mi remera y pantalón, entonces me dirijo hasta donde se encuentra, debe ser una de la carpas de la entrada. Percibo su aroma y voy hasta ahí.

—¡Ra! —Entro a la tienda y Borja se levanta del asiento, miro lo que tiene en la mano —¿Qué es eso?

—Un artefacto anti-magia algo peculiar —responde mi amigo y alza la mano mostrándomelo —, me lo llevaré y lo revisaré —Camina hasta la entrega y mueve la tela para irse —. Los dejo a solas —Se retira y me acerco a Ra.

Agarro el banco y me siento a su lado, miro hacia un costado sin saber qué decir.

—Bueno, primero... —expreso nervioso —quiero disculparme por largarme así, tenía que haberme quedado y estar contigo, pero era algo que tenía que hacer —Cambio mi vista hacia el suelo —. Segundo, también quiero pedirte disculpas por no poder protegerte —exclamo triste —. Cuando nos conocimos, te dije que te cuidaría, pero no fue así, lo siento mucho.

—¿Por qué te estás disculpando Lennard? —Me sobresalto cuando me habla y levanto la vista, no me está observando, tiene la mirada perdida —. Ya te dije, lo que pasó es mi propia responsabilidad, así que deja de poner esa cara, pareciera que tú sufres más que yo —Gira su vista hacia mí y ahora sí me observa fijamente.

—Ra...

—Pensé en ti —declara y me sonrojo —, cuando estaba por volver pensé en ti —repite —también cuando pasó lo que pasó, también te cruzaste por mi cabeza.

—Ra... —expreso triste —yo...

—Escuchame Lennard, necesito un favor —pide y le agarro las manos.

—¡Lo que quieras! —digo con entusiasmo.

—Estuve pensando y necesito pertenecer a la manada rápido.

—Ra —Bufo —¿Sigues con eso?

—No —Niega moviendo la cabeza —, no quiero volver al aquelarre Edda, nunca más, lo que quiero es encontrar a Agatha y sé que su cuerpo no está ahí, así que me salvé de regresar a ese lugar aterrador. Necesito pertenecer a la manada, para salir y entrar cuando desee de aquí, ¿entiendes?

Suspiro.

—¿Y cómo quieres hacer eso?

—Emparejándome contigo —declara seriamente y me sobresalto.

—Pe... pero Ra —Me sonrojo —eso significaría que nosotros...

—Tengamos relaciones sexuales, ¿verdad? —termina mi oración y mira hacia el frente —No me importa, haré lo que sea y sacrificaré lo necesario, conseguiré cualquier cosa para encontrar a Agatha, es lo único que me importa.

—No me parece correcto —opino —. Acabas de... no sé, no me gusta la idea Ra, me pones en una situación complicada, no quiero hacerte sentir mal, es muy pronto para pensar en algo así.

—Pero lo pensabas, ¿o no?

—Sí, pero no de esta manera, no así, no ahora, no es el momento.

—¿Y cuando lo es? —Me mira fríamente y me sobresalto —Porque el recuerdo de esos tres hombres no se va a olvidar, así que sea ahora o después, va a ser lo mismo.

Bufo.

—No sé, lo tengo que pensar —Me levanto del asiento.

—Piénsalo —Observa hacia el frente —, de todas formas no me voy a mover, me quedaré quieto y callado, como todo el mundo quería.

Me mantengo un rato mirándola triste y recuerdo las palabras del adivino, sobre perder la esperanza. Necesito plantearme esto muy seriamente, así que iré en busca de algún consejo.

Almas Perdidas #8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora