61. La torre parte 2

453 77 68
                                    

Borja

La Reina Madre al fin cae exhausta y se termina durmiendo, luego de haberlo hecho unas cinco veces. Nunca he tenido tanto sexo en mi vida, hasta yo estoy cansado, pero mi cuerpo de hombre lobo es más resistente, así que no es un problema. Me levanto de la cama y despacio me visto en silencio, agarro la llave, saliendo del cuarto. Veo que los guardias se han alejado de la puerta, al parecer se ven algo avergonzados, será por escuchar a su reina teniendo sexo tan continúo. Por suerte para mí, eso es bueno, así no se dan cuenta de mi huida.

Avanzo por los pasillos, camino con cautela, es de noche, pero todavía hay vigilantes en la zona. Miro el brazalete que tengo en mi muñeca y cuando veo que no hay nadie, clavo mis uñas en la carne, arrancando un pedazo de mi piel, derramando mucha sangre, así rompiendo el artefacto. Rápido cubro la herida con una tela que corto de mi propio tapado.

Me detengo en el pasillo y miro al ventanal, la luna me observa, pero sigue sin comunicarse conmigo.

—Tú te lo buscaste —le aclaro y olfateo la llave.

Observo las torres y se mueven mis fosas nasales. Mi rostro se gira hasta la que pertenece al olor que estoy buscando. Sonrío sintiéndome ganador, entonces avanzo, pero frunzo el ceño cuando una de las puertas a la salida se cierra abruptamente. No hay ningún brujo cerca. Miro a la luna otra vez.

—No vas a detenerme.

No puedo creer que me esté enfrentando a la luna, que deshonor para un lobo.

Golpeo la puerta, rompiéndola, entonces sigo mi camino. Me acerco a la salida y le doblo el cuello a un guardia, el cual se desmaya, así logro salir del castillo.

Camino por la ciudad, acercándome hasta la torre que me indica mi olfato. Hay muchos cuervos muertos en el camino, pero sigo ignorando las señales de la luna, prácticamente le hago lo mismo que ella a mí. Miro la pequeña llave y la enorme puerta de la edificación que busco, es raro, pero la abre. Al entrar, el lugar es muy alto y oscuro, solo lo iluminan antorchas mágicas que son muy tenues, no sirven de mucho. Se oye agonía en el lugar, son demasiados prisioneros. Las brujas debe coleccionar criaturas con habilidades especiales. Manos y garras salen de las jaulas pidiendo ayuda, yo sigo hasta el fondo de la torre, visualizando una enorme celda. Vuelvo a olfatear la llave.

—Aquí debe ser.

Abro entrando a la enorme trampa, dentro parece una cueva, se oyen cadenas y agua. Hay una gotera que cae en un recipiente, a lo lejos veo una fuerte luz, un hombre completamente blanco, como si fuera una silueta nada más, sus facciones y su ropa casi ni se ven, está atado con las manos a ambos lados hacia arriba.

Oigo susurros.

—Agua... agua... agua... —ruega entonces corro a agarrar el recipiente y alcanzarselo a su boca para que pueda beberlo —Gracias —agradece y bajo el tarro al suelo —se ve que eres un buen hombre —opina.

—Si pudiera, liberaría a toda esta gente, pero no me creo capaz con tanta seguridad del aquelarre —aclaro lo que pienso —pero quizás pueda ayudarte a ti.

—Podrás hacer eso y mucho más —El hombre me sonríe —. He estado esperándote.

—Si puedes controlar el tiempo, eres como un adivino, ¿cierto?

—Los adivinos solo ven y transmiten, yo hago más que eso.

—¿Y por qué no escapas? —Alzo una ceja.

—Estoy cansado, tengo límites y por eso te he estado esperando.

—¿A mí? —Entrecierro los ojos.

—Tú viniste a buscarme por una razón, pero yo te he estado esperando por otra, puedo ver tu alma noble, he elegido bien.

La gente que se relaciona con el tiempo, está más loca de lo que creía, aunque dicen que los locos son los cuerdos en realidad, así que mejor escucharlo atentamente.

—¿Por qué me estaba esperando? —pregunto intrigado —¿Usted puede decirme por qué la luna no quiere revelarme a mi compañera?

—Yo no, tú mismo lo harás, de hecho lo sabrás cuando aprendas a usar lo que te daré.

—¿Qué me... ¿dará? —digo confuso —No necesito que me dé nada.

—Tú no, pero yo sí necesito dártelo y sé que he elegido bien —Sonríe —. Hay mucha gente maligna en este aquelarre, y no creo que sea casualidad que un buen corazón esté en frente de mí.

—Gracias por el halago, pero quizás sea mejor hablar de sus cosas de Guardián en otro lugar.

Desato una de sus manos y esta cae por la poca fuerza que tiene, pero me sobresalto cuando la mueve hacia mi cara y me clava los dedos en el ojo.

—No te preocupes, tu nuevo instinto de híbrido, te ayudará —declara.

Siento como una potente fuerza entrará en mi pupila mientras intento quitarme su mano de encima por el dolor que esta me genera. Hay una luz tremenda en la celda, la cual se expande y cega la vista de mi otro ojo, ya que el atacado no está funcionando o en realidad veo un lugar blanco, lleno de signos, creo que he perdido la cordura.

Cuando logro quitarme al loco de la cara, me doy cuenta que se ha convertido en un esqueleto y mi cuerpo se siente pesado, así que me arrodillo rápido por el cansancio. Miro el charco, en el reflejo del agua, entonces veo que a mi cabello negro se le han formado dos líneas blancas, donde su mano me agarro, en mi mejilla también han quedado dos cicatrices y creo que perdí mi pupila, porque ya no está, aunque sigo viendo ¡¿Qué rayos está pasándome?!

Almas Perdidas #8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora