MONEY - HS 💵 #1

XXXV: Psicópata Bajo Control

Capítulos Finales.

Amanda.

TRES SEMANAS DESPUÉS.
Era una pesadilla. Terrible y asquerosa pesadilla que quería que parara, me sentía como cuando Jeff me tenía secuestrada, me sentía ahogada, apresada, presionada y furiosa, sentía odio porque no podía creer que Harry estuviera dejando que me hicieran esto, era todo una pesadilla creo que peor que la que viví con Jeff.

Harry había mandado a una doctora psiquiatra,   una mujer buena, de tez oscura y ojos claros, como verdosos, era un poco regordeta, era la mejor psiquiatra de Hawái y Harry la tenía cuidandome.

Ella detectó que probablemente estaba empezando a tener indicios psicópatas, yo no creía tal cosa y creo que ella sólo lo decía a propósito, sólo para hacerme sentir mal, tal vez, no lo sé.

Intenté matarla cuando llegó el primer día con un cuchillo de cocina, de no ser por los guardias probablemente estaría muerta ahora. Los guardias que a hora trabajaban para Harry cuidaban de la doctora de mi como si su vida despendiese de ello y evitaban a toda costa salir o escapar de la casa, ellos no me dejaban en ningún momento.

La doctora había aplicado horarios para comer, bañarme, tomar las sesiones, me obligaba a tomar pastillas que me nublaban el pensamiento y como había intentado  matarla, me había colocado una camisa de fuerza. Había una mucama, una mujer de mediana edad, dulce, de cabello casi rubios y ojos claros.

—Quiero irme, no me pongas eso, me duele, —casi le lloré haciendome hacia atras, mirando la camisa de fuerza—. Por favor, no.

Ella apretó sus labios y me miró con lástima.

—No puedes salir de la habitación sin ella y lo sabes, no eres de fiar, Amanda —ella dijo con suavidad.

Mis labios empezaron a temblar y bajé la mirada, estiré mis brazos para que me colocara, mis ojos se llenaron de lagrimas al verme así frente al espejo mirando como Lucy ajustaba la camisa de fuerza. Lucía como una loca, no había maquillaje en mi cara y las noches en vela me hacían lucir como un fantasma, mis labios estaban resecos y mis ojos hundidos debido a las grandes ojeras bajo mis ojos.

Esto no era vida.

—Me quiero morir, —susurré mirándome al espejo.

Lucy acarició mi cabello con suavidad.

—Verás que sanarás, Amanda, —ella me dijo optimista—. Sé que es duro... Casi un infierno para ti, pero lo superarás, tu eres fuerte.

No respondí pero no lo creía así. Mi vida dentro de esa casa era tan tranquila y organizada que me mataba, todos los ratos que me encontraba sola no podía parar de mirarme en el espejo y empezar a sentir a Jeff diciéndome lo horrible que era al oído, o cuando no era así estaba sentada en el patio pensando en la cantidad de sangre que había corrido por mis manos, finalmente estaba sintiendo culpa y me amargaba mucho porque no quería hacerlo.

Lucy me hizo caminar desde mi habitación hasta la parte de abajo de la casa hasta la sala donde estaba Trisha, sentada en un mueble con un cuaderno entre sus manos, Lucy me sentó en un mueble frente a Trisha que me miraba con una sonrisa media.

—Buenos días, Amanda, —ella dijo.

Bajé la mirada.

Cómo la odiaba. A ella y a Harry.

—¿Cómo estás hoy? —ella preguntó.

Me encogí de hombros.

—¿Cuándo me va a quitar la camisa? —susurré mirando mis piernas que estaban siendo tapadas por un mono gris de chándal.