MONEY - HS 💵 #1

XXII: México y Louis Tomlinson

Amanda

La puerta finalmente se abrió, revelando a Marco, lo miré desafiante.

Me sacaba de quicio que estuviera bien vestido y bien comido.

Lo odiaba y ni siquiera lo conocía bien, quería descargar mi ira.

—Arriba, tes vas a México —sonrió.

~

DOS DÍAS DESPUÉS.

Me mandaron con un andrajoso al aeropuerto de Joshville, atada y con una capucha en la cabeza me montaron en un helicóptero y me llevaron a México, en México me mantuvieron cautiva en una habitación sucia y mal oliente, hasta hoy que me tomaron, me montaron en una camioneta rumbo a la cueva uno de los guardias me dijo. 

Me ataron de manos, de pies dentro de la camioneta y colocaron una cuerda alrededor de mis hombros que pasaba por la butaca, no había forma de moverme.

Estaba cansada mentalmente y mi infierno no había acabado.

Yo solo observaba los autos y las personas, las calles y las edificaciones, era muy diferente a mi lugar pero me gustaba.  Ver este lugar me tranquilizaba bastante, porque estaba de más decir que estaba muy nerviosa, no sabía que me deparará el futuro, las cosas cambiaron en un abrir y cerrar de ojos.

Duramos dos horas en auto en lo que parecía ser un barrio, esta parte de la ciudad dejo de ser bella y estaba repleta de personas andrajosas, algunas personas no usaban zapatos, otros estaban tirados en la calle durmiendo; mi corazón se aceleró y me fue inevitable mirar al chico que manejaba.

—¿D-donde estamos? —a penas logré decir.

Él me miró un par de segundos con ojos fríos y luego dijo—: En el callejón del diablo, nena.

El comentario me dejó con un nudo en la garganta, y tragué fuertemente.

Ay, Dios mío.

El auto paró justo enfrente a un edificio que constaba de dos pisos, el edificio era gris y era adornado por grafitis sin sentido, habían vagabundos en la entrada de la misma y mujeres feas que usaban poco ropa movían sus caderas al caminar enfrente de los hombres, tenía dos ventanas y habían una puerta corrediza que tenía dos hombres armados como cuidando el lugar.

—Bienvenida a la cueva, guera—el chico me sonrió.

Mi respiración se agitó, y recordé el primer día de mi secuestro, el día que Jeff mencionó la cueva.

En dónde paré, por Dios.

—Louis Tomlinson te espera, el patrón lo mandó a ayudarte. Con él todo irá bien —él quiso tranquilizarme.

No le respondí, un hombre fornido y alto abrió la puerta de la camioneta, con rostro serio, me desató, me tomo del brazo y me hizo bajar.

Me guiaron a la entrada del edificio mientras era observada por todos y un par de hombre en el entrada del lugar, uno era gordo y usaba un pantalón junto con una franela sin mangas, color blanca un tanto sucia y el otro era mas delgados, usaba un sudadera y unos pantalones desgastados.