Prólogo

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-Eiji, ten cuidado ¿Sí?- decía su madre en la puerta de su casa.

-Esta bien mamá, sólo cazare algo pequeño para la cena-

-Bueno, no demores y si no encuentras nada en dos horas vuelve aquí-

-Entiendo mamá- dijo asistiendo y transformándose en lobo, su madre recogio sus ropas del suelo y miro su pelaje totalmente negro que le permitía escabullirse entre las sombras del bosque y le ayudaban a cazar.

Salió corriendo adentrándose en el bosque que conocía como la palma de su mano. Al cabo de una hora no había encontrado nada, así que estaba pensando en que debería volver a casa rápido antes de que anocheciera.

Un crujido de un arbusto lo hizo reaccionar, se puso alerta y olfateo el lugar dándose cuenta del conejo gordo que trataba de escapar de él, se puso al acecho y se acercó lentamente sin hacer ruido.

El pequeño conejo salto del arbusto y el se lanzó a el atrapandolo en el aire, mordiendolo en el cuello y matándolo al instante.

-lo siento conejito, pero necesito alimentar a mi familia- el dulce corazón del omega siempre le obligaba a disculparse con cada criatura que cazaba -bien, es hora de regresar a casa- se dijo a si mismo tomando en su hocico al animal y caminando tranquilamente de vuelta a casa.

No camino ni tres metros cuando un quejido lastimero lo alertó, escondió al conejo en el hueco de un árbol cercano y busco de donde venía.

Camino a través de los árboles y logró ver la cola de un lobo atrás de un gran roble.

-Estas bien- trato de comunicarse con el lobo como solía hacerlo, más este no contestó, ocupado quejándose.

Cuando vio su pelaje claro se sorprendió, pues no era de su manada, era un extraño y tal vez de muy lejos, porque las manadas de los alrededores tenían lobos con pelajes más bien oscuros.

Examinó el cuerpo del lobo y noto que en su costado había una herida de bala bastante profunda, hecha seguramente por los cazadores que deambulaban al inicio del bosque, más cerca de los asentamientos humanos.

-¿cómo llegó aquí?- se pregunto, estas eran las profundidades del bosque, donde ni siquiera los humanos se atrevían a llegar.

-ayu-dame- dijo el lobo herido de manera entrecortada, antes de perder la consciencia.

Eiji trato de despertarlo sin éxito, no podía dejarlo ahí a su suerte y aunque era peligroso llevar a un extraño a su manada, su corazón le decía que no debía dejarlo morir.

Subió un árbol y tomo la ropa que dejaba en caso de emergencia, se transformó y se vistió cargando al lobo en sus brazos y comenzando a correr hasta llegar a su hogar.

-hijo... ¿quién es él?- pregunto su madre asustada al verlo llegar manchado de la sangre del lobo.

- no hay tiempo mamá, hay que ayudarlo- dijo entrando con el a la casa.

Lo llevo a su habitación y su madre entró pidiéndole salir, por suerte su madre era una de las mejores curanderas de la manada y sabía que podía ayudarlo, sin embargo desde que lo vio por primera vez sintió una inquietud en su pecho que crecía a medida de que los minutos pasaban.

Sólo esperaba que logrará sobrevivir...

Aullido | Omegaverse Banana FishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora