33. Integración

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El alfa rubio veía con orgullo la construcción de su omega, aquella utopía que alguna vez, con ojos brillantes y llenos de ilusión, le dijo que algún día lograría. 

Lo había cumplido, la ciudadela estaba terminada hace un año y la manada de Tadashi se había instalado en ella. De cierta manera ambos alfas se habían llevado bien, ni que decir de sus hijos, el pequeño alfa, hijo menor de los dos pequeños de Tadashi, pero un año mayor que su hija, jugaba con ella y con un pequeño Yuki de tres años, casi cuatro, que se aferraba a la manga de la sudadera de Amaya, tratando de seguir el ritmo a los enérgicos alfas, reclamando de vez en cuando la atención de su hija.

Eiji por su parte hacia cada vez mas labores de líder. Era fascinante verlo caminando imponente ante todos esos alfas que hace unos meses le habían retado, perdiendo miserablemente ante el temple de su omega. Cuando habían cuestionado su derecho de líder, Hajime Okumura les había dicho que si tan seguros estaban de que no seria un líder adecuado, que lo retaran y que si ganaban uno a uno, el mismo se encargaría de que Eiji no asumiera el puesto que le correspondía. Lucho dos rounds con dos alfas, por turnos. Luego de ver su fuerza y habilidad los demás habían dado un paso atrás con miedo de que les rompiera algún hueso.

Era indudable que lo respetaban y además de eso respetaba a Ash por según decían "Haber domado a la fiera". Claro que el no era el único que tenia un titulo similar, sino también Shorter. 

Los meses pasaron, conforme su hija crecía, el se preguntaba más y más si esa paz que tenían duraría. Cuando Yuki cumplió dos años esperaron por meses, sin dormir, haciendo guardia en las fronteras y esta vez con la ayuda de la manda que se integraba poco a poco a ellos. Cuando agosto llego y el tercer cumpleaños de Amaya se hizo presente, asumieron que se habían rendido. Su madre decía que estaban a salvo, que ella usaría su influencia para proteger a su familia.

-¿Qué pasa? Te noto preocupado- Ash miro a su omega, el tiempo le había sentado bien y ahora Eiji con 25 años lucia tan hermoso como cuando lo conoció, hasta se atrevería a decir que mucho más que antes.

-Nada cariño. Solo me sentí un poco nostálgico- El omega le miro con una ceja alzada.

-Es que estas envejeciendo- La risa del omega fue música para Ash y sonriendo tan enamorado como el primer día se agacho un poco para tomar por sorpresa a Eiji y cargarlo como costal de papas en su hombro.

Muy a pesar de sus reclamos, Eiji reía y Ash no podía evitar verse contagiado. En pocos minutos los pequeños que jugaban algunos metros adelante se percataron de los reclamos del omega. Amaya soltó una pequeña carcajada, tomando la mano de Yuki para tirar de el hasta la pareja, no sin antes decirle a Dorian que los siguieran.

Yuki se dejo arrastrar por la pequeña rubia revoltosa, como solía decirle Yut en tono cariñoso. Siempre era así con ambos, eran los mejores amigos e iban a todos lados juntos, si no estaban con sus padres, lo más seguro era que estuvieran juntos, claro que siempre con la vigilancia de un adulto, eran niños después de todo. 

-¡Mamá!- Grito la rubia, un mechón de su largo cabello rubio cayendo en su frente, que resoplo para que no le estorbara. Sus ojos verdes esmeralda viendo con fascinación a sus padres jugar como tantas veces los había visto hacer. A sus cortos 4 años, entendía que sus padres se amaban y la amaban a ella. A menudo y en su mente infantil, consideraba que su pequeño mundo era perfecto.

-¡Cariño bájame!- Dijo el omega, con un sonrojo cubriendo su cara, por la escena que le estaban dando a los niños.

-¿Amaya? ¿Cuál es el precio por bajar a mamá?-

-¡Un beso!- 

Eiji se cubrió la cara con las manos y asintió levemente, gesto que por suerte Ash vio, dejando a su omega suavemente en el piso antes de darle un beso. Amaya chillo de emoción y los otros dos pequeños se cubrieron los ojos, reclamándole a la niña por haberlos hecho ir con los adultos. De repente una mano cubrió los ojos de Amaya y la pequeña rubia hizo un puchero.

Aullido | Omegaverse Banana FishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora