Más que digno Cap. 20

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Un nuevo día llego, el sol iluminaba, otra vez, cada rincón de cada casa, bosque, choza y agujero en la tierra, permitiendo a los animales despertarse y recibir el nuevo día, estos rayos solares llegan a iluminar Corp. Caps. Despertando así a la científica, rascándose los ojos, se levanta y se dirige a la cocina, lista para cocinar grandes platos para su marido, apenas enciende las hornillas cuando escucha el llanto de su bebe, esta enseguida, camina a su auxilio, estaba algo cansada como para correr que solo pudo caminar-ya voy, ya llego-dice la muy cansado mujer, al llegar a la puerta de su cuarto, lo busca con la mirada algo borrosa, mira a la cuna, pero no está, mira al suelo repleto de juguetes pero no está, mira a la puerta trasera, pero tampoco está, hasta que mira hacia la ventana, él bebe esta por caerse, ahí la científica se despierta del susto y corriendo va a tomarlo, afortunadamente lo toma y logra sacarlo de allí, poniendo en su cuna después-oye, eso fue peligroso trunks-mira a todos los rincones de su cuarto, al parecer su madre no estaba, creía que había ido por un vaso con agua o algo así, era lo más lógico, ósea, ¿Cómo iba a dejar al bebe sin protección si salía lejos? Acariciando sus cabellos lo mira con una sonrisa cansada-lamento no poder cuidarte tanto como quisieras, el trabajo es agotador-besa su frente, en eso se abre la puerta y ve a su mama nada menos que con un vaso con agua, justamente con lo que ella había predicho, esta se acerca a su hija para saludarla y pedir disculpas por dejarlo solo, la científica ni siquiera le molesto su ausencia más bien le pidió dejarla a solas con su hijo, sabía que su trabajo era importante pero más lo era su bebe, además un par de minutos no retrasaría nada, la señora se retira dejando a su hija sola con su bebe, respira hondo al estar por unos segundos sin montañas de investigación o de trabajos por hacer, solo la total experiencia de compartir con su pequeñín-ahora solo somos tu y yo.

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A punto de aterrizar en el templo, estaba el príncipe como de costumbre, el guardián ve su presencia y enseguida lo recibe, algo disgustado por como lo trata siempre pero esta vez con un haz bajo la manga, si intenta algo, el príncipe aterriza en el lugar listo para entrenar, ve a penas al pequeño namek y se va caminando, como si no existiera, este respira hondo tratando de ignorar su insolencia, de todos modos era un príncipe orgulloso que no le importaba nada, no lo podía cambiar. Apunto de entran en la habitación del tiempo nota la presencia del namek cerca, quizás molestarlo no era tan mala idea, este se va para donde siente ese ki pero enseguida siente que otro se aproxima y a toda velocidad, el príncipe sabía de quien se trataba pero... ¿Qué hacía tan temprano aquí? Solo había una forma de saberlo, al llegar se asoma muy cauteloso, consiente de la audición del namek, mira como el mocoso de su enemigo aterriza enfrente del sujeto, que al verlo deja su meditación, al principio hablan pero al estar lejos el príncipe no escucha nada, escupe el suelo mirándolos con asco, no entendía como alguien de una raza guerrera, superior a cualquiera que habite en el cosmos, pueda estar así de unido con una raza inferior, una raza esclava, una que no se compara a él en lo absoluto, simplemente desagradable, al verlos juntos piensa en lo sucedido hace unos días atrás, cuando vio con sus propios ojos al mocoso besando en los labios a su mentor y como si fuera poco, sometiéndolo por las muñecas, esto solo hace que el estómago del hombre se revuelva, pero que amor tan asqueroso, no podía haber una combinación peor, este estaba por retirarse pero un gesto del joven llama su atención, besa a su maestro en la mejilla y por si eso no fuera una suficiente, esta vez el namek estaba sonriendo gustoso, la pareja de amigos se ríe y el príncipe se retira, teniendo las pruebas suficientes para afirmar su relación.

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Y dígame ¿Qué quiere hacer hoy?-el joven mira un poco sonrojado-no lo sé, lo que tú quieras está bien-el joven piensa en algo que les guste a ambos porque, no iba a llevar a su maestro... mejor dicho novio, a un lugar que solo a él mismo le guste, tenía que ser el gusto de ambos, o si era necesario el gusto de su mentor, después de tanto pesar y ver posibles lugares en su mente, decide llevarlo a donde consiguió la flor que le había dado, ese era el perfecto lugar para pasar una mañana agradable, sin mencionar que era muy silencioso y hermoso a los ojos, perfecto para su querida pareja, acercándose toma su mano y como acto seguido el namek se levanta-venga sé a dónde ir-el joven jala su mano señalando la dirección, el namek asiente y deja que lo guie mientras mira esa mirada tan linda que siempre lo cautivaba, ojos soñadores y llenos de tanta felicidad que sería incapaz de perturbar, el solo mirar esa cara... esa cara adorable de niño que siempre tenía, lo hacía sentir tan bien que era inexplicable, solo sabía que le encantaba, y haría lo que fuera por proteger esa mirada y mantenerla feliz.

Amar sin limites (GOHAN X PICCOLO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora