Romanogers little and big One Shots

19' Manos juguetonas

Holawas ✌🏻 CAPÍTULO HORNY💩

Y resultaba ser que había olvidado mi piyama.

Resoplé con frustración y me llevé una de mis manos a las sienes mirando con desprecio el interior de mi maleta. Había un par de pantalones, un par de camisas, ropa interior, calcetines e incluso una bufanda.

¿En verdad había empacado una bufanda pero no mi piyama? ¡Ni siquiera tenía sentido, era verano!

Volví a resoplar y con cierto terror rebusqué de nuevo dentro de la pequeña maleta.

Nada. Ni un rastro de ella.

¿Ahora que se suponía que haría? Era cerca de la media noche y era imposible que algún supermercado se encontrara abierto y dormir con la ropa no era una opción puesto que estaba húmeda y llena de arena.

¿Desnudo? Ni de chiste.

—Steve, llevas rebuscando en esa maleta por más de 10 minutos —y ese pequeño detalle.

La voz de Natasha me recordó que no estaba solo en aquel lugar y que además —para mi desgracia— en la habitación había una sola cama.

Supongo que tendría que cederle a ella la cama y yo dormir en la bañera, después de todo no sería la primera vez que dormía en un lugar tan inusual.

—Si es solo que... —me giré hacia ella y aún con la mirada en los suelos rasqué mi nuca en busca de alguna excusa— me siento un poco mal del estómago y creo que mejor dormiré en la bañera.

¿Esa era tu mejor excusa Rogers? Patético.

—Steve, creí que ya habíamos acordado que eres pésimo con las mentiras.

Finalmente levanté mi vista hacia ella y no puede evitar llevarme una —¿grata?— sorpresa.

Mis ojos, sin poder evitarlo, habían ido a parar a los pechos de la pelirroja incluso antes que a sus ojos.

¡Y es que no era mi culpa! Natasha llevaba puesto un camisón con un escote impresionante y un diminuto short que mostraba sus torneadas piernas.

Cuando mis ojos llegaron a los suyos, pude ver que en su rostro había una mezcla de diversión con malicia, la sonrisa que reposaba en sus labios era más de picardía que de risa.

El calor de pronto se me subió hasta las orejas y volví a mirar al suelo.

—Yo no quería hacer eso —me disculpé por mi atrevida mirada.

—Pero lo hiciste —repuso la pelirroja con un tono de voz juguetón.

—Lo siento —volví a mirarla a los ojos esta vez evitando a toda costa mirar otra parte de su cuerpo que no fuera su cara.

Natasha se encogió de hombros.

—No eres el primero que me ha visto en poca ropa, Steve. Está bien.

Asentí nerviosamente y volví a girarme hacia la maleta. La tomé de las asas y sin dedicarle una mirada más a mi compañera fui rápidamente a encerrarme dentro del baño.

Ya estando dentro volví a rebuscar dentro de la maleta varias veces hasta que finalmente, después de dejar todo un desastre dentro el pequeño objeto, recordé que al menos traía un traje de baño que podría funcionar como piyama.

Me desvestí, me metí en la ducha para quitarme toda la humedad y al salir me coloqué el traje de baño el cual era de color azul y tenía un par de palmeras ilustradas.

Ya tenía algo que me cubriera la retaguardia. Ahora había que buscar algo que me cubriera el pecho. Rebusqué un par de veces más y finalmente una idea llegó a mi mente.