Romanogers little and big One Shots

11' Nervios

—¿Alguna vez te has excitado?

Steve palideció y no estaba seguro de querer responder aquella pregunta. Sin embargo en el interior de su mente buscó una respuesta. Al ver la mirada de Tony no pudo contenerse a no perder su orgullo.

—Sí.

El castaño comenzó a reír a grandes carcajadas que resonaron por todo el lugar. Steve no estaba seguro de qué hacer después, sin embargo sonrió intentando ocultar la vergüenza que lo invadía por dentro.

En un pasado jamás se imaginó que alguien le fuese a hacer tales preguntas. Pero eso es lo que hacia el aburrimiento, te carcomía hasta el interior y solo se detenía cuando empezabas a hacer cosas estúpidas.

«El ocio es la madre de todos los vicios» se escuchó en su mente claro y fuerte.

—¿Y tú? —se atrevió a cuestionar mirando a su compañero quien en esos instantes se acababa de echar un puñado de uvas a la boca, sin embargo y sin decencia respondió con la boca llena.

—Como un millón de veces.

Steve negó con la cabeza desaprobatoriamente sin embargo en sus labios se encontraba una pequeña sonrisa, Tony se encogió de hombros restándole importancia.

—¿Alguna vez te ha pasado con un hombre? —volvió a cuestionar el castaño con tono infantil levantando las cejas. Steve frunció el ceño confundido.

—No. —hizo una pausa mientras se lo pensaba—. ¿Tú sí?

Preguntó después de unos segundos de gran confusión en su cabeza, tal cosa le parecía imposible.

—Sí. —Respondió Tony con una mirada juguetona. El Capitán no se lo podía creer, tantas chicas que Stark había llevado a la cama ya no le eran suficientes, ahora también quería chicos, hizo un mohín de desagrado. Ante su reacción Stark rio.

—Mo soy gay si es lo que piensas.

—No lo estaba pensando.

—Tu cara decía otra cosa.

—Seguramente.

Ambos permanecieron en silencio, intentando matar el tiempo una vez más. Steve escuchó después de tiempo como Tony nuevamente tomaba aire para iniciar nuevamente una conversación, por lo que se giró y lo miró antes de que las palabras salieran de sus labios.

—¿No te parece —comenzó mirando a un punto lejano, entrecerrando un poco sus ojos, como si concentrase en la pregunta le resultará casi imposible, Steve frunció el ceño—, de lo más vergonzoso? —Esta vez miró al rubio—. Imagina, estás ahí sentado, pasándola bien, tal vez charlando con una chica y de repente su escote se hace un poco más grande o lleva un vestido demasiado justo y en el momento menos apropiado tu amigo decide ponerse feliz. Es demasiado incómodo.

Steve se sonrojó.

—No me ha pasado. —afirmó seguro de sus palabras sin embargo Tony le lanzó una mirada de complicidad.

—¡Patrañas! —exclamó el castaño antes de echarse otro puñado de uvas—. A mí no me engañas. Es imposible que no te haya pasado aunque sea una vez. —hizo una pausa mientras parecía recordar algo— a mí me pasó en una conferencia.

Steve rio con ganas mientras se imaginaba al millonario intentando cubrirse la entrepierna entre cientos de personas. Tal vez se encontraba con uno de esos caros trajes Armani rodeado de mujeres guapas y su «amigo» como Tony le llamaba había decidido jugarle una mala pasada. Siguió riendo.