5' Una noche

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Mi espalda se estrelló fuertemente contra la pared del pasillo, sin embargo la oleada que me invadió no fue de dolor, sino de placer.

Los labios de Rogers se encontraban en mi cuello, sentía como me besaba y mordía causándome un cosquilleo placentero, yo en cambio me aferraba a su espalda fuertemente, deseando jamás separarme de él.

Dio unos pasos a la derecha y con mi espalda pude sentir que habíamos llegado a la puerta de su habitación. Sin despegarse de mí un solo centímetro abrió la puerta con torpeza y ambos caímos al suelo, terminando con él encima mío. Me fue imposible no soltar una risilla que acompañaba a la sonrisa de Steve.

Se preguntarán cómo terminamos en esta situación.

Sencillo: nos deseábamos.

Desde un largo tiempo atrás habíamos comenzado a coquetearnos, al principio solo eran guiños o besos seductivamente dados en las comisuras de nuestros labios. Hasta que nos dimos cuenta que queríamos más.

No sabía si Rogers se atrevería a acostarse conmigo por un estúpido juego, sin embargo ahí lo tenía, encima mío con sus manos en los costados de mi rostro y sus labios en los míos.

No sabía si lo que hacíamos estaba bien, o siquiera si era lo que yo en verdad deseaba, pero sentir a Rogers de esa forma me hacía desearlo y no conozco a una sola chica que se resista al Capitán América.

Coloqué mis manos en su nuca y acaricié su cabello mientras nuestros labios se movían juntos en un ritmo constante y un tanto violento. Comencé a dar unos pequeños tirones de su cabello haciendo que suspirara y me besara incluso con más deseo, lo cual creía que ya no era posible.

Junto a mis labios sonrió y bajó sus manos a mi cadera, donde me tomó fuertemente y me levantó llevándome de esa forma a el único lugar que ambos deseábamos estar: su cama.

Rogers se separó de mí y se levantó, yo no podía quitar mi mirada de la suya, tenía sus pupilas muy dilatadas y sus mejillas sonrosadas, sus labios estaban húmedos e hinchados y su cabello rubio alborotado.

Steve cerró la puerta dejándonos de esta forma tan solo con la luz que provenía de la ventana, se acercó a mí con paso sigiloso y cuando estuvo lo bastante cerca le coloqué mis manos en el botón de sus vaqueros. Pude ver cómo su piel se erizaba y sus músculos se tensaban notoriamente.

Estiré mi brazo izquierdo y lo tomé del cuello de su camisa y lo jalé, de esta forma atrayendo su rostro al mío, sus labios se estrellaron con los míos y esta vez estuve completamente segura de lo que quería. Y si Rogers también lo quería estaba dispuesta a dárselo.

Steve se inclinó más y se sentó en el colchón, yo me giré y quedé sentada sobre él con mis piernas a los costados de su cintura, me tensé al momento de sentir su miembro completamente erecto junto a mis muslos.

Sin embargo eso fue lo que continuó todo lo demás.

Con mis manos empujé su pecho y ambos caímos a la cama, con mis manos comencé a desabotonar su camisa hasta que su pecho estuvo completamente expuesto. Acaricié su abdomen y llevé mis manos a su cuello mientras le besaba el mentón y las comisuras de sus labios. Steve por otra parte intentaba contener los suspiros que mis caricias le provocaban y yo solo admiraba como cerraba sus ojos en el intento de llevar sus sonidos al límite: y no sabía lo que le esperaba.

Se enderezó un poco y pude quitar la camisa por completo, finalmente desabotoné sus vaqueros y comencé a bajarlos dejando a la vista la ropa interior de mi compañero, la cual era del color de sus mejillas. Reí en un tono seductor.

Romanogers little and big One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora