♣ Capítulo 19: Listas y recetas

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—¿Qué tal hipocampo delgado?—dije con toda naturalidad.

—¿Qué es exactamente un hipocampo?—pregunto Camila.

—Un caballito de mar.

—Es demasiado largo… supongo ¿Es necesario todo esto?

—No lo sé, supongo que sí—abrí el manual de mis hermanos y leí el capítulo veinte:

«Capítulo 20: Correcta composición de nombres cariñosos.

Llegado cierto punto en la relación comenzaras a ser llamado por sobrenombres cariñosos. No, no tendrás voz ni voto en ello, y solo te quedará aceptar la denigración pública. Pero además de ver tu dignidad destrozada, deberás armar tu propio sobrenombre “adorable” ¿Cómo hacerlo correctamente?

1.-Elije un animal (conviértelo a diminutivo, eso suma puntos adorables)

2.-Elije un adjetivo calificativo (trata que no tengan que ver con su condición física o su carácter)

3.-Une el animal al adjetivo.

4.-¡Voila!

Ecuación:

_________(animal) +___________(adjetivo) = (animal + adjetivo)

Ejemplo:

Osita (animal) + amorosa (adjetivo) = Osita amorosa.

Conejita + ruda = Conejita ruda.

*No hay necesidad que estos compuestos posean alguna lógica, incluso se ha comprobado en rigurosos estudios que entre más melosos, sin sentido y ridículos sean, más le gustaran a ella. Todo depende de la intencionalidad y la utilización.

Ejemplo: La llevas a casa y ella se ve en el dilema de que tendrá que enfrentar a mamá. Entonces tú le dices: «Tu puedes con todo, mi conejita ruda. Mamá no podrá contigo»

Excelente utilización. La mentira se perderá con el sobrenombre y tú quedarás muy bien parado. Claramente ella no va a poder con mamá, pero no tiene porqué saberlo antes de tiempo (para más información véase capítulo 50)»

Camila mi miró con la ceja alzada y tomó el cuaderno en sus manos, releyó en contenido y luego me miró nuevamente.

—Pero yo aún no te he dado ningún apodo.

—Lo sé, solo quiero estar preparado ¿Cómo te suena Panda peludo?

—Horroroso ¿Qué pensarías de una chica a la cual su novio llama Panda peludo?

—¿Qué tiene padres interraciales?

—¡No! Realmente necesitas este manual.

—¿Qué tal Cangurita friolenta?

—No lo creo

—¡Chinita pequeña!

—Mi padre me llama así, es algo perturbador.

—¿Vaquita loca?

—No

—¿Murciélago miope?

—Gab, mejor dejémoslo por hoy, mañana se te ocurrirán mejores ideas.

Estábamos en el supermercado, mi hermana tenía antojo de mango, o piña, o fruta de la pasión… de algo tropical. Hacíamos la interminable cola, era fin de mes, y dado que a todo el mundo le habían pagado, el super hervía en gente esperando su turno para pagar una cantidad innecesaria de víveres ¡Vamos gente, es fin de mes, no el inicio del holocausto zombi!

La casa de puertas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora