♣ Capítulo 4: El abogado del diablo

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Ocho meses atrás

—¿Si te digo algo que realmente te impresione me aceptas una cerveza?—dije con mi mejor tono de rompecorazones, llevaba mucho tiempo de mala racha con las mujeres. Desde que Camila me cantara bien claro el rosario no había logrado conseguir una sola chica. No porque ellas no me quisieran sino porque cada vez que lograba algo la vocecita aguda de Camila me hacía vibrar los tímpanos y todo se iba al carajo.

»Porque te amo... pero me amo más de lo que te amo a ti« ¿No tenía una frase menos elaborada para decirme que soy un idiota? ¿En serio?

Así que simplemente entré esa noche a la fiesta de Luisa Gómez, miré a la chica de cabello castaño y ojos oscuros de la esquina y me dije: esta noche la hago. Era la hermana de Jomi, mi único amigo en la universidad. Pero eso no es lo importante.

—¿Algo interesante?—ella me miró incrédula—mira ¿Ves a ese chico de allá? El que está de espalda—asentí—si puedes decir algo más impresionante que lo que él me dijo no solo te acepto la cerveza, nos vamos directo a mi departamento y nos quedamos hasta el desayuno de mañana.

¿Qué hubiese pasado si hubiese dicho las palabras correctas? Quizás en este momento Dena y yo seríamos novios, seríamos felices, Jomi me odiaría por hacerle lo mismo que Alex me hizo a mí... ¿A quien engaño? Gracias al cielo que no dije algo realmente impactante ¡Gracias dios!

—Mi pierna predice el clima—ella arrugó la boca hacia un costado.

—Mm... Buen intento, me siento un poco intrigada, en serio, pero el chico de allá me contó como su hermanito pequeño está en una dura lucha por vencer el cáncer cerebral y bueno...—alzó las manos haciéndolas parecer una balanza—pierna vidente, lucha contra el cáncer... creo que ya sabemos quien gana.

Esa historia me sonó solo un poco conocida y para cuando me volteé el misterioso chico no era nada más y nada menos que Vicente "Tifoncito" Vernetti, mejor conocido como mi hermano no favorito. Miré a Dena con desdén, bufé y me pateé mentalmente.

—Pues yo tengo un hermano que se quedó mucho tiempo bajo el agua cuando éramos pequeños. Buenas noches.

Muchas preguntas se arremolinaban en mi mente ¿Qué hacía Vicente en una fiesta Luisa? ¿Cuándo había vuelto de Viena? ¿Por qué siempre todas las mujeres caían ante su don lingüístico? Y más importante que todo lo demás ¿Cómo demonios sacarme la maldición de Camila si no me daban la oportunidad?

Claro que estaba irritado, Dena era la oportunidad de olvidarme de Camila y me había sido arrebatada por mi propio hermano. Así que me fui pateando todo lo que encontré en el camino, me acosté temprano y vi porno hasta que se me hizo aburrido. Dos semanas más tarde Vicente tocó a mi puerta contándome que había conocido a una chica pero que la habían echado de su departamento por ser demasiado ruidosa. Me preguntó si podía aceptarla en el departamento por un tiempo mientras encontraba otra cosa...

Su nombre era Dena y estudiaba enfermería.

Hoy

—Entonces—Magda sorbe su café y vuelve a hablar—esta niñita, Dena, es la novia de tu hermano Vicente.

—Sí

—Y la presentaste como tu novia porque...

—Porque mi madre siempre se comporta como una víbora de cascabel con todas las chicas que Vicente le presenta.

—Así que sí se la presentabas tú no la odiaría de entrada porque tú nunca habías tenido novia—completa Moira mientras unta sus galletas es un tazón gigante de leche con chocolate.

La casa de puertas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora