♣ Capítulo 21: Silencio

6K 435 47
                                    

No se hizo mucho alborotó después de que terminé con Camila. Probablemente fue porque no se lo dije a nadie, ya era suficiente drama con lo de mi hermana y no quería molestar, o eso me dije a mi mismo. Lo que sucedía era que sabía que me estaba comportando como un completo estúpido y no estaba de ánimo para que me lo restregaran en la cara…

 

—¡No!—grita Moira, interrumpiéndome sin razón alguna—no digas una palabra más ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué terminaste con ella?

—No te apresures ya llegaré…

—¡No! Nada de que ya llegaremos a eso, vas a decírmelo ahora, estoy demasiado involucrada emocionalmente como para sentarme acá no sé cuánto tiempo más esperando que tú hables sobre la clasificación boliviana del maíz tostado y que de alguna retorcida manera lleguemos al por qué terminaste con Camila. Me lo vas a decir aquí y ahora.

De una forma no material siento como si mi vida estuviese en riesgo. Moira va a decapitarme en cualquier segundo, muy probablemente con sus propias manos.

—Es difícil de explicar.

—Te recomiendo que empieces ya—agrega Magda, sin siquiera mover un músculo.

—No creo que la mejor forma sea amenazándome de muerte chicas.

—No conozco otra forma de tratar con… con… ¡Ag! Ni siquiera quiero escucharte. Eres tan frustrante. Cuando creo que vas a lograr algo con tu vida vas y eres tan… ¡Tú!—Moira se masajea las sienes y bufa—. Ya, explícate ¿Qué pasaba por tu cabeza cuando decidiste terminar con ella? ¿Dónde se originó una idea tan brillante?

—Se originó del mismo lugar en donde se originan todos mis problemas, en el día en el cual yo y Lorenzo impactamos un auto.

»¿Saben? El auto se volcó, dio tres vueltas completas. Según lo que me contaron después, mi hermano murió instantáneamente, el otro conductor deformó la carrocería al punto de aplastar los pulmones de Lorenzo. Nadie se explica cómo sobreviví a eso. Me partí la espalda, me fracturé la pierna en más pedazos de los que son recomendables y sufrí un TEC abierto que me tuvo varias horas en pabellón, pero sobreviví casi de milagro. Lorenzo no tuvo mi suerte, y para cuando desperté del coma llevaba un mes muerto ¡Un mes completo!

»Al principio no me lo dijeron, se fueron en rodeos y trataron de que me estabilizara, pero yo sabía que algo andaba mal y al final mi madre terminó contándomelo. El impacto fue tan fuerte como el del auto. Dejé de hablar por meses, simplemente no había nadie a quien quisiera comunicarle lo que pasaba por mi cabeza. Me quedaba todo el día mirando la pared y preguntándome que mierda estaba mal con el mundo ¿En qué tipo de universo las fuerzas cósmicas decidían que era mejor que yo sobreviviera a un accidente que Lorenzo? Me parecía lo más ridículo que pudiese haber pasado, una completa estupidez.

»Así que me senté a morir. Tan simple como eso. No hice ningún esfuerzo por recuperarme, simplemente me quedé estático y catatónico, si querían bañarme que lo hicieran yo no me movería, si querían alimentarme podían darme la comida por las venas porque me reusaba a masticar. De alguna forma sentía que si me iba yo Lorenzo regresaría y ocuparía mi lugar, tenía lógica, de verdad.

»Pero no lo logré, a pesar de todos mis esfuerzos—o la ausencia de ellos—, no me morí. Me dieron de alta, flaco como un palo, pálido como el papel y lánguido como una flor marchita, pero estaba vivo y aun respiraba. En ese momento pasé del asombro a la ira ¿Cómo podía ser que no me hubiese muerto? Realmente me estaba esforzando para morir y no lo estaba logrando. Entonces decidí que era momento de dejar de hacer las cosas por pasiva y volverme más activo. Había una sola cosa que me impedía morir y esa era mi familia, ellos no se daban por vencidos, hacían lo que fuera para ayudarme aun cuando yo no lo deseaba. Así que me volví un hijo de puta insoportable.

La casa de puertas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora