♣ Capítulo 7: Todo eso que no dijiste

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Mi teléfono suena nuevamente, he cambiado de tono, ahora en vez de Call me maybe tengo Wrecking ball, gentileza de Camila Garcia. Con ella aprendí muchas cosas, la más importante, nunca le dejes tu teléfono a una chica.

Miro el visor sabiendo de antemano quien es. Alex. Me ha llamado todo el día y no le he contestado ¿Por qué seguirá insistiendo? Tengo claro que la única razón para comunicarse conmigo es evitar que me vaya pero ya lo hemos conversado, largo y tendido, y por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia cambiaré mi decisión. Me voy a Italia hoy, fin de la conversación.

¿Para qué me quieren acá? Todos están haciendo sus vidas—incluyendo a Camila—mientras que yo me he quedado a un lado, además esta es una increíble oportunidad, no puedo desperdiciarla, no a todo el mundo le ofrecen una pasantía internacional.

—¿No vas a contestar?—pregunta Magda levantándose de la mesa donde tomábamos café.

—No, es un amigo con muchas razones para que no me vaya.

—Contesta, puede ser importante.

—No lo creo—digo tranquilo—¿Qué podría querer decirme que no me haya dicho ya?

Ella se encoje de hombros y por alguna extraña razón siento que debo contestar ¿Qué tan malo podría ser? No va a convencerme, y quizás hablar un poco con mi mejor amigo ayude a mi suerte y mágicamente comencemos a abordar el avión. ¿Quién sabe?

Cojo la llamada relajado con mi mente clara en relación a viajar, no me va a hacer cambiar de opinión.

—No vas a hacerme cambiar de opinión Alex.

—¿Gabriel? ¡Excelente! ¿Ya despegaste?

—No aun no, mi vuelo está retrasado como por tres horas aparentemente, si tengo suerte saldré en una hora y media ¿Ya decidiste que es lo que quieres que te traiga cuando vuelva?

—Da lo mismo eso, no tomes ese vuelo porque…

Y no dijo nada más. Miro la pantalla aturdido, realmente estaba esperando que me diera algún buen argumento pero al parecer la llamada se cortó antes que eso sucediera.

—¿Pasa algo?—me pregunta la anciana.

—No lo sé, se cortó, llamaré de vuelta—marco calmado pero el teléfono suena desconectado—parece que se le agotó la batería. Ni modo.

—Da lo mismo—gruñe Moira unos pasos delante nuestro. Se voltea meneando su cabello rojo—continúa con la historia, ibas en que Dena te dijo que quería conocer a Diego…

—Claro.

 

El domingo de esa semana madrugué, bajé hasta la bodega metí mi caja de herramientas a la maleta del auto y me enfilé hacia la nueva casa de mi hermana ubicada en alguna parte de Peñalolén. Llovía a cantaros lo cual hacía eco en mi pierna a cada acelerada y frenazo. Por su puesto—y a pesar de todos mis esfuerzos—no iba solo, Dena me acompañaba como la fiel novia falsa que era. Según ella, que nos vieran juntos provocaría arrepentimiento en Camila, la haría recapacitar en sus decisiones, según yo quería única y exclusivamente conocer a mi primo.

¿Por qué pensé que esto era una buena idea? No, no pensé que fuera una buena idea, era una terrible idea. Yo por mi lado iba con la misión de reivindicarme con mi hermana reparando sus cañerías, aunque secretamente también iba con la meta de enredar las cosas entre Camila y Diego, por eso mismo traía una sorpresa para ella en mi maletero. Dena, por su parte, iba en plan de ser mi cariñosa y enamorada novia pero al mismo tiempo mi perfecto primo la intrigaba ¿Qué de bueno podía salir de esto? Nada en absoluto.

La casa de puertas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora