Capítulo 2: En la casa de los gritos

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Tal como Francine había predicho, Harry debía protegerse de los dementores pues ellos hicieron no solo que Harry cayera de su escoba en el partido de quidditch, sino que también la perdiera al chocar con el sauce boxeador, aunque esto último no fue tan serio pues pronto recibió una Saeta de Fuego en su lugar. 

Francine intentó infructuosamente conversar con Snape dos veces más hasta que finalmente se dio por vencida y continuó sola con sus investigaciones. 

Como todo en Hogwarts dependía de que los dementores dejaran de vigilar tan de cerca a los alumnos del castillo, las oportunidades para conversar de Francine con sus nuevos amigos Harry, Ron y Hermione se hicieron casi nulas. Sólo dos veces se cruzaron en la biblioteca en los tres meses que siguieron a la charla en los terrenos del colegio.Misteriosamente ella aparecía cada vez con más moretones en sus brazos y piernas.

Una tarde, Francine necesitaba visitar el bosque prohibido donde tenía una siembra de al menos cien variedades de hierbas, hongos, flores, cactus con los que ella experimentaba para hacer sus propios libros de pociones, salió rumbo a la cabaña de Hagrid para pedirle que la acompañara como hacía siempre. Golpeó la puerta pero sólo le respondió el silencio, golpeó de nuevo y nada. Comenzó a caminar sola hacia el bosque y entonces recordó que era el día de la salida a Hogsmeade, seguramente Hagrid se encontraría allí en este momento. Se acercó a su plantación, que era un rectángulo de diez metros por cinco que en su interior lucía una inmensa variedad de colores, tipos de hojas y flores que se ordenaban en filas perfectamente rectas. 

Ya allí, sacó de uno de sus numerosos bolsillos, un frasco pequeño lleno de moscas y tomó una pinza larga con la que extrajo una y se la dio a una de las plantas, esta se abrió y la devoró, ella sonrió tiernamente como si su hámster se acabara de comer un trozo de queso. 

–Te gustó, aquí hay más -. Ella tomó más y se las dio. Después se levantó y le colocó un trozo de piedra amarilla a un hongo, después tomó unas hojas rojas gelatinosas, las colocó en un frasco vacío y lo guardó en otro de los múltiples bolsillos de su pantalón. De repente comenzó a sentir frío, un frío tan fuerte que le apretaba el pecho y le dieron ganas de vomitar, se sintió triste, muy triste, recordó a su padre golpeándola, hasta le pareció sentir los golpes en su rostro. Sacudió su cabeza intentando disipar los fantasmas, caminó un poco alejándose del bosque, quizás era el viento y la falta de sol, caminó unos pasos más pero tambaleaba. Levantó la vista y vio pasar corriendo a Harry con los zapatos embarrados, parecía un poseído por la manera de correr, Francine levantó su brazo para saludar, él la miró y puso una expresión de terror pero no se detuvo, apenas si trastabilló un poco al verla. Esa visión le aclaró la mente, debían andar cerca dementores, pero era imposible saber dónde o qué tan cerca ella,al ser muggle no podía verlos. Cerró los ojos como para ver desde otros ojos pero un horrible estremecimiento la hizo doblarse en dos y tener nauseas de nuevo. Comenzó a correr hacia el castillo, avanzó unos cien metros pero le costaba un enorme esfuerzo, sus piernas parecían de flan y estar de pie requería la mayor concentración de su parte, finalmente sus fuerzas se acabaron, se dobló y cayó de rodillas en el suelo, desplomándose hacia adelante, lo último que vio fue un fuerte destello plateado. Seguramente estaba presentándose a su creador y acababa de morir. 

Cuando se despertó aún estaba en la salida del bosque prohibido, tendida boca arriba pudo vislumbrar vagamente dos rostros que la miraban, al principio no pudo reconocerlos hasta que su vista se aclaró un poco, eran Harry y el profesor Lupin quien tenía en su mano un trozo de chocolate listo para ofrecérselo apenas despertara. Cuando pudo reconstruir lo que había ocurrido balbuceó: -Creo que eran dementores ¡no podía verlos, pero los sentía!, quise ver a través de ellos, pero fue demasiado horrible -. Su voz expresaba desesperación.

Una muggle en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora