Capítulo 20 La araña y la tela

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Cuatro clases después de que Francine colocara a los nuevos miembros en la misión de seguir los movimientos de los mortífagos y colarles más datos jugosos, llegó la noticia de la profesora McGonaggal sobre la derrota del equipo de Quidditch frente a México. Ahora pelearían por el segundo al cuarto puesto. Además, la guardiana les informó que habían hablado “distraídamente” con la profesora McGonaggal frente a dos mortífagos señalados por los alumnos de Francine, acerca de que deberían sacar a Harry pronto para recibir su cuota de la bebida de la Copa de la beatitud pues su inmunidad estaba bajando a niveles tan alarmantes que si era atacado podría morir. 
Aún así las noticias de los mortífagos eran las mismas que en el último informe, para completar, el movimiento que habían mostrado en un principio, ahora estaba congelado a pesar de la información filtrada desde Hermione y Neville, los alumnos de Francine y la propia McGonaggal.
Cada quien continuó con sus tareas acostumbradas, ese viernes Francine tenía clases hasta tarde, primero tuvo pociones con tercer año, luego Defensa con primer año y finalmente pociones de nuevo con primer año. Francine estaba despidiendo a sus alumnos, respondiendo sus consultas cuando Fredrika Orkatzl se acercó a paso redoblado por el pasillo y abriéndose paso a empujones entre los alumnos, y esto realmente no era un detalle para descuidar, pues Fredrika era una joven de buen tamaño y poderosos músculos, sus cachetes sonrosados como de querubín se endurecían por su mirada dura y fría. Cuando los alumnos voltearon a quejarse observaron que hoy particularmente no traía muy buen humor así que decidieron reprimir sus quejas para evitar desatar el enojo de la poderosa compañera. Francine no pudo dejar de recordar los cuadros que había visto en la casa de su madre donde portentosas vikingas se alzaban sobre el enemigo con esa misma mirada y ese mismo cabello color oro.
- ¡Profesora Prellés!- Llamó Fredrika en un tono casi de desesperación.
- ¿Qué ocurre Orkatzl?- Preguntó formalmente Francine. 
- Debo hacerle una consulta urgente, no puedo terminar el trabajo que nos ha mandado y mañana debo entregarlo.- Explicó Fredrika.
Era la clave.
- Muy Bien, te veré en la sala de profesores en unos diez minutos .- Respondió Francine.
- Bien, gracias profesora. 
Así lo hicieron, unos minutos después se encontraron en la sala de profesora una vez que Francine despidió a todos los alumnos y se aseguró que estos partieran.
- ¿Cuál es la emergencia?- Preguntó Francine sin rodeos.
- Los mortífagos están regresando a sus puestos. Bellatrix, bajo órdenes directas de Voldemort, ordenó a todos regresar y aumentar la vigilancia de Harry Potter, allí en el torneo.- Explicó Fredrika
- No se están tragando el anzuelo ¡Maldición! Avísales a Gustav y a Rebecca que filtren entre los mortífagos, que en unos pocos días será sacado Harry Potter del torneo para refugiarlo en la guarida de la guardiana, debido a la estrecha vigilancia descubierta.- Dijo Francine, Fredrika abrió los ojos pues esto significaba aumentar el peligro de Harry y de la profesora McGonnagal. Francine percibió el malestar de Fredrika y agregó: - Es mejor así, que enviar al profesor Snape solo a la boca del lobo.
- Lo sé, pero aún así me asusta.
- Y a mí, vete ya.
Fredrika desapareció y Francine regresó al salón de pociones para guardar todas las cosas. Tomó las pociones y las enfrascó a todas, colocó las muestras dejadas por los alumnos en una caja en la que se leía: “Para controlar”, luego tomó un frasco y guardó en él las pieles de iguana, en otro los aguijones de escarabajo, después observó su caja de polvo de huesos de momias un poco abierto y temió haber perdido parte del contenido así que lo abrió. El polvo estaba tal como se esperaba, pero de pronto este vibró y una enorme araña negra le clavó los aguijones en la desprevenida mano de Francine. Ella soltó la caja y persiguió al animalito travieso que aprovechó su negro color para camuflarse entre las múltiples sombras que proyectaban los armarios en el piso de madera. Francine decidió abandonar la persecución y cambiarla por un pequeño trozo de mosca embebido en veneno.
Tapó la caja, pero el veneno inyectado ya estaba actuando, el aire pasaba difícilmente por su garganta, no hizo caso y se echó la mochila al hombro. Comenzó a bajar las escaleras para buscar el traslador que aún estaba en el gimnasio. Dos escalones había bajado cuando una leve brisa desde atrás y una visión de su propia nuca la hicieron voltearse. No fue lo suficientemente rápida, el veneno la había entorpecido, un brazo fuerte le rodeó la garganta al tiempo que apoyaba su rodilla en la cadera y torcía su brazo hacia atrás. Ambos cayeron on estrépito.
Quien quiera que fuera, la tenía presa con una llave que Francine conocía profundamente, ella misma la enseñaba hasta el cansancio. Lo extraño era que la mantenía así, sin hacer nada más, algo esperaba. Quizás que hiciera efecto el veneno.
Sin dudas era un alumno y además el dueño del ponzoñoso bicho.
Francine no podía moverse, y el aire pasaba con dificultad por su garganta, pensó en fingirse muerta para sorprender al enemigo, al fin y al cabo sabía que no podría soltarse de esa llave pues por esa razón era que ella la enseñaba. Comenzó a aflojarse minuto a minuto, bajó la cabeza, pero no terminó la treta por que un grito de guerra digno de una valquiria antecedió a un golpe y una repentina libertad. La presión terminó y pudo darse vuelta para ver lo que sucedía. El joven estudiante escapaba.
- ¿Esta bien profesora?- Preguntó Fredrika.
- Si, ve tras él.- Pidió Francine con la voz entrecortada. 
Francine se incorporó dificultosamente mientras Fredrika se alejaba veloz volteándose para tantear el estado de su profesora.
El aire testarudo se negaba a pasar por su garganta, así que continuar avanzando hacia el gimnasio fue un evento digno del más avezado escalador de grandes alturas. Ya en el salón Francine se dejó caer sobre una silla, momentos después entró Fredrika como un tornado.
- No pude alcanzarlo.- Dijo Fredrika con la voz entrecortada por la agitación.
- ¿Pudiste verlo?
- No, apenas colocó suficiente distancia entre nosotros se desapareció.
- ¡Maldición! Creo que era uno de los alumnos de primero.
- Sí, el único alto y fuerte es Vlad Mephisto el de primer año. Y debo agregar que es muy veloz también, no pude acercármele.
- Bien, dejémoslo por ahora, es sólo un soldado novato del señor oscuro. Más importante sería avisar a Gustav y Rebecca que dejen su posición, no sabemos cuánto sabe y ha contado Vlad a Voldemort.- Francine hablaba con la voz forzada aunque poco a poco recuperaba el aliento.
- ¿Se encuentra bien? Luce agitada.
- Sí, estoy bien a pesar de la dulce viuda negra que Vlad me ha dejado de recuerdo en mi caja de polvo de momias.
- ¿La ha picado? ¡Debemos buscar el antídoto!- Dijo Fredrika alarmada y girando hacia la puerta para buscarlo.
- No te asustes , soy inmune a cualquier veneno de animal, vaya a saber por qué razón sólo me da algo de malestar, ya me recuperaré. Tú ocúpate de Gustav y Rebecca, no queremos que caigan en manos oscuras, no tienes ideas de lo que son capaces.- Respondió Francine estremeciéndose.
Fredrika asintió y luego desapareció detrás de la puerta del gimnasio. Francine se incorporó con dificultad, tomó el traslador y con una leve vibración se apareció en la habitación que tenía en el castillo.
Sólo una mirada y su olfato entrenado le fueron necesarios a Sirius para saber que algo le había sucedido a su mujer. Ella intentó disimular el malestar que aún le acosaba el pecho, pero el instinto de Sirius no caía en esas tontas tretas así que decidió atacar sin dejar lugar a escapatorias.
- Dime qué te ha sucedido. 
No valía la pena que disimulara, el sabueso tenía el olfato dirigido directamente al objeto oculto.
- Un accidente.- Mintió.
- Eso no es cierto.- Ahora el sabueso escarbaba la maleza para descubrir lo que Francine ocultaba.
Francine suspiró vencida.
- Intentaron atacarme primero con una araña y luego su dueño me atrapó esperando que el veneno trabajara por él.
- ¡Otro ataque! ¡Será mejor que no vayas de nuevo!- Advirtió Sirius dando con el puño en la pared.
- ¡Oh! Es solamente un soldado raso tratando de ganarse unos puntos frente a su amo.
- ¿Sabes quién es?
- Sospecho, el hermano de nuestro espía.
- Dos hermanos, dos mortífagos.- Razonó Sirius.- Aún así no creo que sea conveniente que sigas con tus clases.
- Mas importante es evitar que Gustav y Rebecca caigan en sus manos, les he enviado una advertencia, pero también hay que avisarle a Dumbledore.
En pocos minutos estaban Francine y Sirius en la oficina de Dumbledore. Con pocas palabras la situación quedó descripta así que Dumbledore, abandonando su postura de atenta calma, separó las palmas de las manos que tenía debajo de su barbilla y mandó buscar a Hagrid y a Snape.
Francine repitió su relato ante los dos nuevos miembros de la Orden presentes.
- Creo que ha llegado la hora de una acción más drástica.- Sugirió Snape con voz seca.
- Estoy de acuerdo, pero por el momento, hasta que todos estén avisados Francine deberás quedarte en el castillo fingiendo que el mortífago ha sido eficaz en su asesinato.- La voz de Dumbledore sonaba dramáticamente seria y palabra a palabra perdía su acostumbrado tono democrático, más bien semejaba un general o un capitán ordenando a su tropa. – Mañana publicaremos la noticia del ataque donde diremos solamente que alguien de la escuela de aurores ha sido envenenado. Eso hará que los magos y brujas estén atentos a cualquier ataque. Pero bajo ninguna razón debes volver a la escuela de aurores o salir a Hogsmeade, menos aún dejarte ver por Joseph Mefisto.
Sirius no habló pero le hizo un gesto de “te lo dije” a Francine.
- Severus prepárate para tu intromisión al grupo de mortífagos. Rubeus contacta a Olimpe y diles que se preparen. Sirius, tú te reunirás con Alastor y Kingsley para capturar a un mortífago hasta que Severus termine con su misión. Yo me ocuparé de alertar a Minerva y a la guardiana.
Dumbledore terminó con su distribución de tareas y esperó un signo de comprensión de sus soldados. Luego dejó que cada quién se dedicara a lo que le hubiese tocado hacer.

Una muggle en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora