Capítulo 13 La esfera de los destinos

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Cuando Francine caminó de regreso a “sortilegios Weasley’s” Harry la miró desaparecer por la calle desde la ventana de la sala, pero como su tío estaba más molesto que nunca, debido a que suponía que Francine lo había regañado para hacerlo más sumiso, apuró el paso hacia su cuarto. Se encerró allí mientras meditaba la conversación con Francine. Pero el chillido de Hedwig no lo dejaban concentrarse.
- ¿Qué ocurre Hedwig?
El ave volvió a chillar frenéticamente. Harry se asomó por la ventana y observó un extraño temblor entre los arbustos ¿Otra vez estaría allí Dobby, el elfo? No, era un hombre. Vio su espalda desaparecer en dirección al camino que había tomado Francine. Era extraño ¿una coincidencia? Pero lo más extraño fue observar a la señora Figg, su anciana vecina, la que había resultado ser una guardiana enviada por Dumbledore para cuidarlo, sobresaltarse tremendamente al pasar caminando por la vereda y observar al hombre lanzándose dentro del porche de una de las casas para ocultarse. Al ver esto Harry se lanzó escaleras abajo frenando sólo para decirle a su tía Petunia:
- Iré a regar las flores del fondo, creo que están un poco secas.- Luego desapareció.
- ¡Vaya parece que esa mujer ha tenido un poderoso efecto en el muchacho!- Dijo asombrada su tía.
Harry salió al jardín, prendió la regadora para que hiciera ruido y corrió hacia la señora Figg que se sobresaltó nuevamente al verlo aparecer.
- ¡Oh! ¡Harry! Creí que eras...que eras...que eras el mortífago.- La mujer se acomodó el encanecido pelo recomponiéndose.
- ¿Cómo el mortífago? ¿Ese hombre que corría era un mortífago? 
- Desgraciadamente lo era, pero al parecer corrió tras la mujer rubia de falda larga.- Dijo la señora Figg sin preocupación.
- Pues esa mujer rubia era Francine.- Anunció Harry con angustia. – Hay que advertirle.
- No te angusties muchacho, ella lo advertirá, no es de esas mujeres que dejan que cualquiera las siga.
- Si, eso es cierto, pero de todos modos debo advertirle.- Dijo Harry testarudamente y encaminándose detrás del mortífago.- Si él se da cuenta de quién es, quizás la atrape de nuevo.
- ¿Atraparla? ¿Él solo? ¡Como si pudiera!
Era cierto, ese hombre solo no era adversario para su ágil amiga.
- De todos modos iré a ver.- Explicó testarudamente.
- No interfieras, recuerda lo que sucedió el año pasado.- Advirtió la señora Figg.
- Sólo le avisaré.- Aseguró Harry.
- Bueno, pero ¡Nada de usar eso que llevas allí! - Advirtió la señora Figg señalándole el bolsillo donde guardaba la varita.
- Bien, lo haré.- Respondió con voz cansina. 
Harry salió detrás del mortífago, no tardó mucho en hallarlo. Estaba escondido detrás de un basurero espiando nerviosamente. Harry se estiró intentando localizar a Francine pero no podía verla. De pronto observó una cabeza rubia meterse en el subterráneo y al mortífago salir como bala hacia el mismo lugar, saltando por encima de los tachos de basura. La primera reacción de Harry fue salir detrás de los dos, pero luego pensó que quizás sería más sospechoso si lo descubrían, así que sigilosamente se metió por la boca del subterráneo caminando detrás de un hombre gordo que lo ocultaba casi totalmente. Por detrás del brazo del hombre, observó al mortífago girar en dirección al tren que viajaba de regreso hacia Londres, ingresó en el vagón siguiente al que subiera el mortífago, desde allí era sencillo adivinar donde estaba, pues las cabezas volteaban a mirarlo debido a su extravagante apariencia, con capa y capucha negras. Unas estaciones más adelante descendió y también lo hizo Harry. Avanzaron varias calles, era el atardecer, en cualquier momento oscurecería.
Minutos después el mortífago se acercaba peligrosamente a su amiga ¡Debía hacer algo, estaba sacando la varita y la empuñaba hacia ella! Metió la mano en su bolsillo buscando la varita pero luego lo pensó mejor, miró a su alrededor y encontró unos escombros, tomó unas piedras intentando golpear al hombre para distraerlo. Arrojó la piedra con toda la fuerza de la que disponía, el aullido agudo de un perro y su huida, le anunciaron que había fallado.
- ¡Maldiciones! 
Tomó otra de las piedras y la arrojó, esta vez tronó fuerte en la nuca del mortífago que giró hacia atrás con la velocidad del relámpago, con esa misma rapidez Harry se arrojó al suelo raspándose las palmas de las manos contra el pavimento. Esperó unos segundos y se levantó, ambos habían desaparecido.
- ¡Oh no!- Dijo y comenzó a correr.
Varias calles recorrió sin encontrarlos. La noche estaba acercándose, tendría problemas con los Dursley’s, pero esto era más importante. Avanzó hacia la esquina y casi se topa con la espalda del mortífago que estaba usando un porche de escondite. Se tiró para atrás casi cayéndose, sus pies resbalaron, sus gafas quedaron torcidas. Rápidamente recuperó la estabilidad y se escondió detrás de un árbol. Desde allí sigilosamente cruzó la acera escondiéndose detrás de los arbustos, de allí tenía buena vista. Nuevamente el mortífago estaba por atacar. Esta vez usó una de las dos piedras que aún guardaba para arrojárselas a Francine. Apenas le rozó una oreja, pero fue suficiente para que ella volteara descubriendo al perseguidor, pues se había puesto al descubierto intentando atrapar al desconocido que se atrevió a advertir a la mujer que perseguía. Harry corrió para escapar de las garras del mortífago y él tras Harry y Francine tras este último.
Harry se escabulló entre los árboles y los autos estacionados, pero el mortífago tenía largas piernas.
- ¡Flipendo!- Lanzó el mortífago haciendo caer a Harry. De un salto estuvo encima de él.- ¡Harry Potter! ¡esto sí que es un buen trofeo para mi amo! Buscaba a alguien de la Orden pero tú eres mu...- el mortífago no pudo terminar por que Francine le dio una patada luego de girar en el aire.
- ¡Harry! ¿Qué haces...? Olvídalo , ya sé viniste por mí...bien ya que estás aquí ven a saludar a tu padrino, pero deberemos disfrazarte y luego emboscar al mortífago cuando despierte, para que le hagan unos de esos hechizos tú sabes...- Ella hizo un gesto señalando la cabeza.
- ¿Para olvidar?
- Sí ese.
- Bueno pero yo no puedo hacer magia.
- Lo sé, iremos al escondite, allí alguno de ellos lo hará por ti. Ven.- Francine le ofreció el sobretodo de Sirius a Harry que le quedaba un poco largo, luego le tendió su gorro de lana que le cubrió la cabeza y la cicatriz en forma de rayo.- Bien, creo que esto ocultará tu identidad. 
Harry y Francine se quedaron sentados en la vereda de enfrente esperando que el mortífago se recuperara del “empujoncito”. Media hora después, y ya con el atardecer escapando en el horizonte, el mortífago se movió temblorosamente.
- ¡Prepárate!- Anunció Francine. 
El hombre se levantó del piso como un borracho, avanzando con las piernas separadas y con pasos torpes y pesados.
- ¡Vamos! No te esfuerces por que no te vea.- Volvió a ordenar Francine.
Ambos corrieron mirando hacia atrás para observar por dónde venía. Éste los siguió decidido y aún tembloroso. Harry y Francine corrieron a gran velocidad por las calles intentando alcanzar El caldero Chorreante.
- ¡Conozco una manera más rápida de llegar al Caldero Chorreante!- Afirmó Francine mientras corría.- Al llegar a una casa derruida que estaba a dos casas del Caldero Chorreante, Francine subió por los escalones agrietados, dio una patada a la puerta que se abrió de par en par.- ¡Ven, saltaremos esa pared!
Así lo hicieron . Al otro lado estaba el patio del Caldero Chorreante .
- ¡Qué buen atajo! ¿Crees que hayamos perdido al mortífago?- Preguntó Harry gratamente asombrado. 
- ¡Apresúrate a abrir el paso al callejón Diagon, que él está allí!- Fue la respuesta nerviosa de Francine.
Harry tocó con su varita el paredón y los ladrillos se apartaron dócilmente justo para dejarlos pasar antes que saliera al patio su perseguidor.
- ¿Pudiste ver quién era? Digo, el mortífago.- Preguntó Harry mientras avanzaban a paso redoblado por las calles del mundo de los brujos.
- No ¿y tú? Aunque en realidad importa poco, si todo sale como lo pienso pronto lo sabremos.
Harry la miró intrigado pero avanzaban a paso tan vivo que apenas podía conservar el aliento para caminar, mucho menos para hablar. Minutos después se estaban acercando a “Sortilegios Weasley’s”.
Al llegar, Francine se dirigió con Harry al fondo del negocio, allí abrió la ventana y dijo suavemente: - “Voldemort es un sangre sucia”- Harry la miró desconcertado pero como Francine lo empujó hacia adentro él levantó sus piernas y entró al sótano. – Avísales que estén preparados.- Ordenó y desapareció.
Harry trastabilló al entrar haciendo bastante ruido, lo que atrajo a Sirius que se acercó amenazadoramente con la varita en la mano.
- ¡Sirius! – Gritó conmovido Harry al verlo. Sentía que era uno de los tantos sueños que había tenido donde volvían a reencontrarse.
- ¡Harry! ¿Qué haces aquí? – El hombre corrió hacia él dándole un abrazo tan efusivo que casi le tira las gafas.
- Un mortífago seguía a Francine, tuve que advertirle. Nos siguió hasta aquí, pero creo que Francine piensa tenderle una trampa, me pidió que estuviéramos preparados. 
- Ya entiendo, creo que sé lo que está pensando.- Dijo Sirius
- ¿Tú entiendes su mente?- Se asombró Harry.
Sirius se sonrió con ironía.- ¡como si pudiera! Pero creo que esta vez sé lo que piensa hacer.
Sirius salió hacia el negocio y regresó con Lupin. Segundos después aparecieron los gemelos hirviendo por la sed de aventuras. El negocio ya estaba cerrado pues era tarde.
- Harry ¡Te meterás en problemas de nuevo!- Saludó Lupin.
- No hay tiempo para regaños ahora, ya resolveremos ese problema. Yo me quedaré aquí y tú al pie de la escalera. Chicos ustedes vigilen la entrada principal.- Organizó Sirius a su tropa.
- ¡Nos perderemos la acción!- Se quejó Fred.
- No hay tiempo para niñerías, en cualquier momento aparecerán.- Tronó Sirius.- Harry siéntate allí junto a esa mesa.
Harry obedeció, mientras Lupin se colocaba al pie de la escalera oculto bajo los escalones, Sirius se colocaba a un lado de la ventana del sótano y los gemelos subían los escalones ruidosamente arrastrando su frustración.
Varios y silenciosos minutos pasaron antes de que un estruendoso golpe seguido por el estallido de un enorme cristal, llegara hasta ellos. Los gemelos gritaron “a él” y luego los pasos avanzaron y retrocedieron por el salón acercándose y alejándose de la escalera. Luego unos pasos algo más livianos descendieron la escalera, ya en el último escalón Francine gritó ansiosamente: “volemortesunsangresucia” y saltó como gato hacia arriba.
- Los gemelos lo están acorralando, en cualquier momento bajará.- Anunció Francine.
Harry se levantó de donde estaba y se escondió junto a Lupin.
El mortífago no se hizo esperar, bajó apurado y trastabillando por la escalera, azuzado por los gemelos que le lanzaban hechizos inofensivos para empujarlo en esa dirección. No tardó en llegar al último escalón. En cuanto su pie tocó el piso una ola de líquido espeso y oscuro cayó sobre él, tirándolo. A medida que caía el líquido, el hombre se hundía en el pantano que se estaba formando. Llegó un punto en que el nivel del pantano estaba llegando peligrosamente al pecho del hombre, que no podía salir de allí por que el líquido era muy denso. En ese momento Sirius, Harry y Lupin salieron de sus escondites.
- ¿Quién te envió a espiar a Harry?- Preguntó Sirius en un tono digno de temer. El mortífago no respondió.- Parece que la sorpresa te ha dejado sordo ¿Quién te ha enviado a vigilar a Harry?- El mortífago mantuvo un testarudo silencio.- Bien, puedo esperar a que el barro penetre por tu nariz y así realmente no puedas responder por una buena razón.- Sirius atrajo una silla con la varita, se cruzó de brazos y se sentó allí. El mortífago ya tenía el barro en el mentón y sus ojos se abrían angustiados.- Muy bien, como veo que tus convicciones son muy firmes creo que te dejaré para que enfrentes tu destino.- Anunció Sirius que comenzó a caminar hacia arriba, acompañado por los otros presentes.
- Bellatrix Lestrange.- Respondió 
Todos se detuvieron y regresaron sobre sus pasos.
- ¡Mi primita!- Dijo Sirius amargamente.
- Es vital para el señor oscuro.- Agregó el mortífago intentando dar un dato lo suficientemente interesante como para que lo sacaran de allí, puesto que el nivel del barro lo estaba obligando a levantar la barbilla para poder respirar.
- ¿Vital por qué?- Preguntó Harry.
El mortífago no respondió.
- Contéstale al muchacho, no seas irrespetuoso.- Reprendió Sirius.
- Por que la profecía se perdió, entonces él es el único lazo con lo que ella decía.- Respondió el mortífago tosiendo por la dificultad para respirar.
Francine se estaba poniendo nerviosa por el nivel al que había llegado el barro del pantano. Sus manos tronaban y su respiración se agitó. Lupin casi ni respiraba pensando en lo que haría su amigo. 
- ¿En el colegio habrá vigilantes?- Volvió a preguntar Sirius.
- Si.- Dijo levemente.
- Bien. “Retraerse”- Ordenó Sirius y el barro volvió a las columnas liberando al mortífago.- Obliviate - Disparó sin dar lugar a reaccionar a ninguno. El mortífago quedó allí atontado. – Chicos, llévenselo al otro lado del Caldero Chorreante.
Los gemelos acompañaron al hombre que avanzaba dócilmente hacia arriba.
- ¡Esperen!- Pidió Francine. – Voy a darle una poción que refuerce su olvido, pues sé que hay métodos para hacer recordar a las personas afectadas por este hechizo. Le pondré unas gotas de mi poción dominadora que potenciará el efecto de olvido.
- ¡Excelente!- Aprobó George.
Ahora sí pudieron llevarse al mortífago a un lugar neutro, del lado muggle para evitar que pudiera tener una pista de todo lo que había ocurrido.
En el negocio quedaron Lupin, Sirius, Francine y Harry.
- Bueno, ahora creo que es buen momento para hacer algo para ayudarle en los problemas en que se ha metido Harry.- Opinó Lupin.
- Bueno, pero déjame verlo unos momentos antes de mandarlo de regreso.- Pidió Sirius volviendo a abrazarlo cariñosamente.
- Ya es tarde, no sé qué podremos decir para que los tíos no enfurezcan.- Dijo Lupin.
- ¡Pues eso ya es imposible! Seguramente ya han pensado una pila de castigos para mí.- Dijo Harry tristemente.
- Yo tengo la manera perfecta de arreglar esto. Pero deberán jurar que jamás hablarán de lo que hoy les mostraré.- Dijo Francine misteriosamente y mirando a cada uno para que diera su palabra.
- ¡Otro secreto más!- Se quejó Harry.
- No, no es otro secreto más. Esto es algo que sólo ha visto Dumbledore y que cuando me explicó su naturaleza, me di cuenta de lo terriblemente peligroso que podía ser tanto en manos equivocadas, como en las acertadas.- Sentenció Francine.
Tanto Lupin como Sirius y Harry adoptaron una expresión de seria y grave curiosidad. 
- Bien ¿qué dicen?- Instigó Francine.
- Lo juramos.- Fueron diciendo los tres hombres solemnemente.
Francine levantó su larga falda y metió la mano en uno de los bolsillos que tenía el pantalón que llevaba debajo de ella. Las miradas ansiosas de los tres siguieron sus movimientos minuciosamente. Francine extrajo una singular esfera del cristal más transparente que jamás hubieran visto, en su centro flotaba una pequeña bolita oscura de la que salían miles de hilos en todas direcciones, las cuales eran atravesadas por otros hilos que unían unos con otros asemejando una intrincada red. En cada intersección descansaba una pequeña cuenta de diferentes tamaños. Junto con la esfera Francine sacó también una especie de lápiz con dos extremos, en uno tenía una especie de punta como de una plumafuente y en la otra una arandela.
- La esfera de los destinos.- Anunció Francine posando la esfera en el centro de su palma.
- ¿Qué hace?- Preguntó Harry.
- Si miran bien aquí en el centro, la esfera más grande tiene mi inicial, si la sostuvieras tú la red cambiaría de forma y tendría tu inicial, lo mismo ocurriría si la sostuvieran alguno de ellos.- Explicó Francine señalando a Sirius y Lupin.
- Entiendo, es el destino de cada uno ¿Y éstas qué son?- Preguntó Harry señalando las cuentas.
- Son los diferentes sucesos de la vida del que sostiene la esfera, éstas más grandes son hechos importantes, y puedes ver cuáles son, con esto.- Dijo Francine y tomó el curioso lápiz, colocó la arandela sobre una de las cuentas más grandes y asombrosamente pudieron ver una escena donde Francine cabalgaba junto a los hombres del rey francés. – Si coloco esta parte sobre las cuentas puedo moverlas hacia atrás y volver a ese momento. Explicó Francine.
- ¿Es un giratiempo?- Preguntó Harry
- Algo parecido, pero infinitamente más complejo. Si mueves una de éstas más grandes puedes producir un cambio tan importante que toda la red cambia y no puedes saber su resultado. Puede llegar a ser fatal.- Explicó Francine.
- Por eso decías que es peligroso en manos equivocadas y acertadas.- Dijo Lupin comenzando a comprender.
- ¿Entonces cuál es tu plan?- Preguntó Sirius.
- El cambio que se requiere ahora es simple y no afectará los otros hilos del destino, sólo lo enviaré al jardín de la casa. ¿Qué estabas haciendo?
- Se supone que salí a regar las plantas cuando te fuiste.- Respondió Harry
- Bien sólo terminarás esa tarea y te irás a dormir, eso es todo.- Francine le tendió la esfera a Harry y cuando ésta descansó en su palma toda la red cambió de forma y en el centro se dibujó una “H”, Harry quedó como hipnotizado observando los sucesos. Francine al observar la red dijo: - Pero no hay que tardar pues como ves este hilo está creciendo y en cualquier momento se cruzará con aquél otro y no sabemos qué puede ocurrir.
Harry estaba ido y no respondía, estuvo observando las cuentas y entonces recuperó la voz: - ¿Puedo observar?
- Sí pero hazlo rápido antes que se crucen estos hilos.- Advirtió Francine y le tendió el lápiz con la lupa.
Harry puso la lupa en diferentes puntos, sonriendo por momentos.- Aquí está el momento en que te conocí en la casa de los gritos.- siguió mirando las cuentas hasta que observó algo que lo paralizó, sus ojos se llenaron de lágrimas.-...aquí...aquí está el momento en que...en que Voldemort mató a mis padres...¿si muevo esta cuenta podría evitarlo?- Preguntó con la voz temblorosa.
- Si. Poderoso y terrible ¿No?- Dijo Francine
- Lo es... ¡no sabes cuánto!- Respondió Harry con la voz más temblorosa aún.
Francine se acercó a Harry y le habló casi en su oreja: - Sé que es tentador, yo misma he caído en ese embrujo. Pero cada cruce de hilos afecta a otros, me refiero a otras personas, y no sabes de qué modo los afectará. Además, así como los golpes de mi padre me trajeron hasta aquí, a ti lo han hecho la muerte de tus padres. Debes hacer las pases con eso, como yo lo he hecho con mi padre.
Harry cerró los ojos y dijo: - Haz lo correcto. 
- Bien hecho Harry.- Aprobó Lupin.
- Sí, bien hecho. Es lo que haría un hombre de honor como tú o tu padre.- Afirmó Sirius dándole una palmada cariñosa en la espalda a Harry, eso lo reanimó un poco.
Francine puso su palma debajo de la que Harry estaba usando para sostener la esfera. Tomó el lápiz y observó el hilo, luego la cuenta que mostraba a Harry y Francine en el sótano del negocio de los gemelos. Con la punta fina del lápiz señaló la cuenta la cual pareció responder a un extraño magnetismo.
- ¡Espera!- Dijo Harry antes de que Francine pudiera mover la cuenta.- Antes quiero felicitarlos por su... compromiso y saber si tienen alguna fecha para su casamiento.
- ¡Te avisaremos!- Aseguró Sirius.- Ahora vete antes que sea imposible arreglar las cosas.
Francine volvió a apoyar la punta del lápiz en la última cuenta, ésta tembló suavemente y acompañó el recorrido dócilmente hasta el punto en que lo dejó Francine.
- Eso bastará. Adiós.- Dijo Francine
Harry comenzó a desarmarse como si fuera de arena, hasta que se desintegró completamente, desapareciendo. En ese momento se escuchó entrar a alguien y luego llegó hasta ellos las voces divertidas de los gemelos. Allí permanecieron un poco arreglando el lío que se había formado por la entrada del intruso. Debajo quedaron Lupin, Sirius y Francine que atrapó la esfera y se la guardó en el pantalón.
- ¿De dónde sacaste esa esfera...? ¿Cómo es que se llama?- Preguntó Lupin.
- Esfera de los destinos – Aclaró Francine.
- ¿No recuerdas haberlo visto en unos libros sobre tradiciones antiguas?- Recordó Sirius.
- No, no creo haber...¡Ya sé! Sí, pero se supone que sólo es una leyenda.- Respondió Lupin.
- Ya ves que no lo es, pero ¿Cómo la conseguiste?- Dijo Sirius.
- Es extraño, porque lo he tenido siempre, aunque no hace mucho que lo sé.- Dijo Francine.
- ¿Cómo es eso? No lo entiendo.- Preguntó Sirius.
- Pues bien, es lo único que me dejó mi madre antes de irse con ese supuesto trapecista de circo. La noche que desapareció, yo tenía dos años, llovía a cántaros, había truenos, eso me asustó así que abracé mi almohada y allí me encontré un perrito de trapo. Ese perrito me acompañó toda mi vida, incluso lo llevaba a las misiones con el grupo especial, fue conmigo a Hogwarts hasta que de tanto tenerla se fue deshaciendo. Allí adentro encontré esta esfera.- Contó Francine.
- Es verdaderamente extraño.- Confirmó Sirius.- que una mujer muggle tenga un artefacto tan poderosamente mágico y que además sepa para qué sirve.
- ¿Cómo sabes que ella sabía?- Dijeron a un tiempo Lupin y Francine.
- ¿Por qué la escondería si no supiera de su poder?- Dijo Sirius. 
Francine y Lupin quedaron en silencio al oír esa idea.
- ¿ Crees que fuera hechicera?- Preguntó Lupin
- ¿Cuál era su nombre?
- Livia, pero no recuerdo su apellido.- Francine forzaba su memoria. – No era francesa, creo que era inglesa y por lo poco que sé mi padre y su madre no se soportaban, a veces la culpaba a ella por que lo abandonó.
- Eso también es una desconcertante casualidad, en el tapiz del árbol genealógico familiar de los Black hay un hueco en la hermana de Araminta Mehflua, la prima de mi madre que se llamaba Livia Mehflua. Ella tenía cierta afición por los muggles y por eso fue borrada. ¿Te suena ese apellido?
- La verdad es que no, pero creo que solamente dos veces en mi vida mencionó mi padre el nombre completo de mi madre, así que no lo recuerdo, era muy pequeña, no olvides que escapé de allí a los quince años.- Respondió Francine.
- Bien, creo que por el momento esto seguirá siendo un misterio.- Afirmó Sirius.
- Bueno, sólo espero que no terminemos emparentados y no podamos casarnos.- Concluyó Francine.
- No te preocupes, eso no pasará.- Aseguró Sirius y abrazó a su prometida.

Una muggle en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora