Capítulo 8 La treta

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Las clases de pociones y de defensa marchaban viento en popa, había camaradería entre Francine y sus alumnos, eso le permitía transmitirles no solamente lo concerniente a las recetas o las técnicas de ataque y defensa que ella conocía en profundidad, sino además, diversos consejos y señalamientos que ayudaban a los futuros aurores a prestar atención a cosas que de otro modo hubiesen pasado por alto. Así que, en dos meses, sus alumnos eran cada vez más difíciles de sorprender, lo que daba la pauta de lo exitosas que eran sus clases. Contrariamente a esto, que ponía a Francine muy alegre, Sirius estaba malhumorado y estallaba por nimiedades, especialmente con el horroroso elfo doméstico que no había perdido del todo su costumbre de murmurar, salvo frente a Francine, y mucho menos si ésta llevaba un cuchillo en su mano. Francine toleraba estos arranques con paciencia de monje, logrando domar a la fiera anjaulada que Sirius aún llevaba, a pesar de haber escapado ya hace tiempo de Azcabán. El entrenamiento previo con Snape había sido una buena escuela para domar al más bravo mal humor, y si no, la vieja botella de licor un tanto rancio, lo mandaba a dormir.

El trabajo se había vuelto agotador para Francine, entre su  ya continuo trabajo en las nuevas pociones, escribir los libros, el entrenamiento, las clases. Snape hacía meses que no pasaba por Grimmauld Place así que enviaba sus escritos por medio de los cuadros que se encontraban en la casa y la oficina de Dumbledore. Así que, salvando a Moody y Sirius, Francine no veía desde hacía dos meses a ningún otro miembro de la Orden del Fénix. 

Una tarde, en que daba lecciones de pociones, estaba subiendo la escalera de la escuela cuando vio salir de la oficina del director a un hombre de unos treinta y cinco o cuarenta años, regordete, un poco calvo, con mirada torva que sonrió estúpidamente cuando Edward la señaló.

-¡Hola buenos días! – Dijo efusivamente Edward.- Voy a presentarlos. Ella es Francine Prellès la nueva profesora de la que nos había hablado Alastor ¿Recuerdas?-.El hombre que lo acompañaba asintió -. Él es mi secretario Benjamin Astaroth -. El aludido extendió su mano tontamente para estrechársela.

-Mu...mucho gusto señorita -. Saludó Benjamin. Su voz era un poco aguda y hablaba de forma atolondrada.

-Encantada. No sabía que tenía un secretario -. Repuso Francine.

-Si, es una vieja costumbre pues los aurores siempre continuaban su trabajo y lo combinaban con el de director. Así que el secretario se quedaba a cargo del trabajo y de las clases que se dan en el último año.

-Entiendo, así que trataré con usted cuando Edward Harshwood no esté...-, afirmó Francine.

-Es cierto -,repuso Benjamín.

-Bueno sólo espero que no guste de camuflarse en las cortinas para ver mis clases. Prometo seguir siendo tan buena profesora como hasta ahora -. Bromeó Francine -. Edward comenzó a reírse a carcajadas dejando un poco confundido a su secretario.

-¡Oh! Es que en su primera clase me escondí con un hechizo camuflador para observar su clase, fue muy interesante esta mujer lucha como el demonio, se defendió de dos de nuestros mejores estudiantes que la atacaron con sus varitas ¡Deberías haberla visto! -dijo emocionado Edward.

-No faltará oportunidad -. Extrañamente Benjamin puso una expresión de oscura sorpresa, como si un pensamiento desagradable atravesara su cabeza, el tono de su voz se hizo tétrico. Todo esto puso nerviosa a Francine llenándola de malos presentimientos.

Después de esa desconcertante conversación Edward partió, Benjamin se metió en su oficina sin dejar de voltearse reiteradas veces, mientras Francine desaparecía dentro del salón donde ya la esperaban sus nueve alumnos.

***

Una semana después del encuentro con Benjamín, Edward aún no había regresado a su oficina. Benjamin era ciertamente mucho más desagradable, su mirada se había vuelto oscura día tras día y parecía vigilar particularmente a Francine, quizás por el hecho de ser muggle, o por alguna otra desconocida razón, el hombre no le perdía pisada. “Me gustan sus clases” se disculpaba él, finalmente, hasta los alumnos se estaban sintiendo molestos por esta intromisión. 

Una muggle en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora