Capítulo 24: El objeto perdido

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          La semana siguiente y la que vino después de esa y la posterior, no redundó en ninguna pista muy certera acerca del objeto mágico que causaba el avance de las manchas de Francine y el regreso cíclico de las fuertes tormentas. Lo que sí avanzó es la poción que Francine venía madurando desde que Sirius había despertado. Había invertido en ella todo el verano, luego al inicio de las clases tuvo menos tiempo pero con las tormentas que suspendían las actividades aprovechó para avanzar, luego se quedó sin los ingredientes ya que en tantos intentos se lo había acabado, en fin, fueron meses de arduo trabajo y muchos obstáculos hasta que dio con la combinación justa. Ese mediodía, cuando los gemelos bajaron a almorzar y los cuatro se sentaron a la mesa Francine decidió hacer el anuncio:

––Bueno, antes de devorar esta suculenta carne quería decirles que acabo de terminar  mi poción…––Francine esperó un efecto a sus palabras pero solo consiguió que la miraran fijamente así que prosiguió ––: Esta poción te transformará, Sirius, de un modo que nadie te reconocerá.

––Bueno, como Remus nadie me reconoce. Pero francamente…además ahora que Tonks está enamorada de él, me parece inadecuado…––replicó Sirius con poca esperanza.

––No, Sirius, no se trata de la poción multijugos potenciada, se trata de una que tiene efectos permanentes, sólo se revierten cuando se la toma nuevamente y se piensa en la fisonomía antigua. Es bastante segura.

           Sirius sonrió inflamado de esperanza, los gemelos le palmearon la espalda.

––Podrás salir  por fin, amigo ––dijo George.

­––Aunque el clima no sea muy agradable…­––opinó Fred mirando hacia la venana.

––Hablando de clima, conviene que preparemos todo para cuando regrese la tormenta ––dijo Francine, al ver los rostros perplejos explicó––: La conversión y el proceso en sí es muy ruidoso, la tormenta ocultará los gritos.

         Sirius se puso tenso, Fred se frotó las manos y echó una mirada cómplice a su hermano.

         Como suponían, luego de una semana de vida normal yendo a la escuela de aurores y los gemelos trabajando en Sortilegios Weasley’s la tormenta regresó con su furia acostumbrada así que por la mañana Francine explicó el proceso necesario para la transformación: tener una idea muy clara de la nueva imagen que no debía ser de ninguna persona conocida y mucho menos parecida a él o algún familiar.

           Luego de un día aburrido donde los compradores de artículos de broma habían quedado en sus casas y cualquier muggle o mago en general había evitado salir o siquiera abrir los postigos de las ventanas que tronaban como tambores del infierno, Francine preparó todo para darle la poción que le daría por fin la libertad a Sirius, salir sin peligro y liberarse de su vida de proscrito.

         Como a las cuatro de la tarde los gemelos bajaron al sótano con expresión aburrida, al notar los preparativos sus ojos se encendieron con esperanzas de ver algo impactante. Cuando ingresó Sirius, Francine esperaba ver en sus ojos tensión, alegría, esperanza…pero Sirius se puso serio y se acercó a ella en dos pasos:

––¿Puedo hablar contigo en privado?

Francine tembló, los gemelos se miraron y borraron sus sonrisas y su actitud juguetona se esfumó como el vapor.

––C c claro, Sirius

Ambos novios se retiraron hacia el fondo del sótano donde Sirius dormía.

––Si veo sus orejas extensibles o alguna cosa parecida les pesará, ––les advirtió Sirius a los gemelos con una dureza que nunca le habían escuchado antes, ellos asintieron con nerviosismo.

Una muggle en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora