Izuku y Himiko

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Por fin terminé este capítulo, estuve muy, muy ocupado toda la semana, pero creo que tendré más tiempo libre para escribir a partir de ahora.

Al día siguiente, Mei llamó a Himiko, quien llegó junto a Izuku al taller.

—Está listo —dijo la inventora mientras señalaba un maletín metálico sobre su mesa de trabajo—, seguí el diseño que me pediste.

Himiko tomó el maletín, lo abrió y echó un vistazo en su interior. El traje era tal y como ella quería.

—Gracias, Hatsume —dijo Toga, cerrando el maletín y dándoselo a Izuku para lo que guardara en su dimensión de bolsillo—. Es perfecto, si hay algo que-.

—Sí, sí, sí. De nada —interrumpió Mei—, ahora váyanse, tengo más bebés que hacer— señaló la puerta mientras revisaba un plano que sacó de quién sabe dónde.

—Pues bien, Himiko, hoy es viernes —dijo Izuku— ¿Qué tal si visitamos a Alucard?

La rubia asintió con la cabeza, contenta por tener un traje nuevo; sus antiguos aparejos de villana no eran para nada de su gusto. Izuku entonces abrió un portal y, al atravesarlo, terminaron frente a la casa de Alucard. Cuando Izuku cerró el portal escuchó del otro lado del mismo un "¡Maldita sea, Hatsume!" y una explosión.

Luego, al darse la vuelta, los adolescentes vieron a Alucard, sentado frente a la reja de la derruida casa.

—Hola Alucard —saludaron Izuku y Himiko.

—Hola neófitos —respondió el vampiro, algo decaído.

—¿Alucard? —Izuku vio extrañado a su maestro— ¿Qué tienes?

—Estoy aburrido —respondió este—, ya no puedo cazar, por la apuesta que hice con Nezu. Aún si lo hiciera, la gente es demasiado cuidadosa y aunque me gustaría pelear con todos los héroes del país a la vez, no quiero más ser visto como un monstruo. En esta sociedad tengo la oportunidad perfecta de parecer normal. Creo que me estoy volviendo senil.

—Guau, no pensé que escucharía algo así venir de ti, maestro —dijo Seras, quien había estado escuchando a escondidas.

—Chica policía, si no estuviera así en este momento, ya te estaría dando unas buenas nalgadas.

—Señor Alucard —llamó Himiko—, ¿por qué no intenta hacer un hobby?

—No creo tener un hobby, muchacha.

—¿Y qué tal un trabajo, maestro? —preguntó Seras.

—Hmm —el vampiro pensó por un momento—... sabes, no es una mala idea. Así también podría remodelar esta pocilga y volverla una verdadera mansión —señaló sin mirar atrás a la casa, cuyo techo simplemente se vino abajo— ¿Ves? Podría simplemente robar los materiales, pero quiero tratar de volver a ser humano.

—Me gusta la idea y todo, pero ¿en qué trabajarías? Tiene que ser algo que te guste, si no, nuevamente te aburrirías y probablemente querrás matar a todo el mundo y no sé si... —comenzó a murmurar el brócoli.

—Creí haberle quitado ese hábito —suspiró Alucard, mientras Izuku seguía murmurando—. Toga —miró a la chica—, dale un buen zape, si no va a seguir por horas y horas.

—Oki doki —le dio un fuerte golpe en la cabeza.

—¡Auch! —se quejó el peliverde mientras se sobaba—, ¿Toga? ¿Por qué fue eso?

—El señor Alucard me lo pidió —contestó inocente.

—Cada día me cae mejor tu novia Izuku. Y ya sé en qué voy a trabajar —sonrió.

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