Regresé, bastardos protestantes

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Pues bueno, hola de nuevo a todos :D. Ehm... no es mucho, pero es lo que apenas pude conseguir hacer con la universidad matándome lentamente :3. En fin, dejen sus comentarios, sus estrellitas si les gustó y vayan a mi discord, el link está en mi perfil, pero parece que el pinche Wattpad no avisó como de costumbre.

Mientras que Izuku decoraba su ataúd y el de Himiko, mientras Alucard bebía sangre y veía Netflix en su tele plasma de 70 pulgadas, pero sin 3D porque todos sabemos que es una mierda; arriba en el cielo, más o menos donde estarían las nubes pero en una 5ta o 6ta dimensión, Alexander Anderson acababa de recobrar su conciencia.

—Y-Yo recuerdo haber muerto tras pelear con Alucard —dijo el sacerdote muy confundido y "mirando"—. ¿Qué es este lugar?

Anderson no tenía un cuerpo físico, era como estar ahí y no estar en ningún lado a la vez; se sentía como si flotara, vio su "cuerpo" y se percató de que solo era una bola de luz azul oscura.

—Yo puedo responderte —dijo una voz muy cálida, llena de amor, comprensión y ternura; pero a la vez poder y sabiduría—. Estás en lo que ustedes llaman cielo, aunque no estás realmente aquí; una pregunta más adecuada pero igualmente complicada sería: ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? Y ¿cómo estás? —. La voz se manifestó como un halo celeste muy brillante.

—¿Eres mi señor Dios? —Anderson preguntó temeroso y algo nervioso. Depués de todo, estaba hablando de un ser omnipotente y omnisciente.

—Efectivamente, soy aquel que ustedes denominan Dios —afirmó cálidamente, la luz aumentaba intensidad siguiendo el ritmo del sonido.

—¿Realmente debería estar aquí? He matado a muchos —el agente Iscariote mostró arrepentimiento.

—Por supuesto que sí, sé que lo hiciste en mi nombre —Dios dijo comprensivo, como un padre amoroso.

—Tú no eres Dios —de pronto dijo Anderson fríamente.

—¿Por qué dudas, hijo mío?

—Dios, jamás aceptaría lo que hice, solo porque fue en su nombre —Anderson repitió con el mismo tono frío.

Entonces, la bola de luz que representaba al sacerdote empezó a brillar y a crecer; de pronto explotó y en lugar de una luz, Alexander había recuperado su cuerpo y apuntaba con una bayoneta al halo de luz celeste.

—Dios tenía razón, te mereces la segunda oportunidad —el halo cambió de celeste a un rojo muy intenso, ahora parecía un halo de fuego.

—¿Quién eres, bastardo seguidor de Satanás? —el antiguo Asesino de Dios amenazó.

—Bueno, soy Lucifer, estamos en el purgatorio y Dios me pidió que te pusiera a prueba —la voz ahora era algo afeminada y transmitía un vago sentimiento de culpa—. Déjame llamarlo.

De algún modo, se escuchó un tono de llamada en el lugar y que alguien contestó.

—¿Sí, Lucifer? —el verdadero Dios preguntó. La imitación de Lucifer no se comparaba al verdadero.

—Hola Dios, ¿recuerdas lo que me encomendaste? ¿Sobre el sacerdote psicópata?

—Sí —respondió el ser divino con cansancio. No le gustaba hablar con Lucifer.

—Pues pasó así que te lo envío en un momento.

—De acuerdo, gracias por avisar.

—Y de nuevo, perdón por lo que pasó con tu hijo.

—Ajá.

—Te repito, si necesitas hablar con alguien-

Dios cortó la llamada.

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