Wryyyyyyyyyy parte 1

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Pues, decidí hacer capítulos enormes y luego dividirlos, así tendré material por más tiempo. No se olvidan de comentar, votar y seguirme si aún no lo han hecho :3

Luego de salvar a David Shield de un paro cardíaco, los médicos y héroes se llevaron a los estudiantes al hospital de la isla. Mientras los estudiantes se recuperaban, Izuku y Alucard estaban al lado de Himiko, esperando a que despertara. Seras estaba preocupada por la vampiresa, pero no podía hacer nada, así que fue a dar una caminata.

Midoriya estaba casi totalmente recuperado, "nada que un poco de sangre no pueda arreglar", decía Alucard. Ambos estaban aburridos así que comenzaron a hablar y uno de los temas era interesante.

—Alucard, ¿por qué estaban en Japón cuando me rescataron? —preguntó el vegetal vampírico. Esa pregunta lo estuvo incordiando bastante tiempo.

—Pues, fue mera casualidad que te encontráramos. Seras y yo estábamos buscando a un dizque "Rey Vampiro" —lo último lo dijo con asco. Él era el Rey y ningún mosquito gigante le iba a quitar ese título.

—¿Y lo encontraron?

—Nop, cuando llegamos a Musutafu, el marica ocultó su presencia y dejó de cazar tan seguido, así que fue difícil encontrar pistas.

—¿Entonces sigue vivo? —Izuku preguntó sin expresión.

—Sip.

—¿Probablemente sigue cazando en Japón? —el brócoli seguía con la misma expresión.

—Así es.

—¿Aún piensas cazarlo?

—Me da flojera, además, para mí sería como aplastar una hormiga. ¿A menos que tú quieras hacerlo? —Alucard sonrió como un zorro.

—Estaría molesto de que me des tu trabajo, pero no tengo nada mejor que hacer y será un buen entrenamiento —Izuku sonrió de lado—. ¿Cómo se llama mi nuevo familiar?

—Es tan egocéntrico y engreído que se hace llamar DIO. Significa "Dios" en italiano. ¿Puedes creer semejante estupidez? —Alucard rió fuerte, pero no como un maniático.

—¿Con qué DIO, eh?

—¿Quién rayos es DIO? —Himiko había despertado y veía confundida a ambos.

—Mi próximo familiar —dijo Izuku con malicia.

Tras asegurarse que Toga estaba bien, los tres buscaron a Seras, la cual casi mata al enano pervertido llamado Minoru Mineta.

—¡Ya te dije que lo siento! —gritaba un lastimado Mineta, siendo suspendido de un pie al borde de un acantilado, con rocas abajo.

—¡Eso no basta para disculparte por eso! —Seras tenía los ojos rojos, igual que sus mejillas por la vergüenza.

Retrocediendo unos minutos, Seras estaba caminando tranquila, cuando Mineta, que la había estado siguiendo desde hace un rato, la nalgueó con bastante fuerza y la mujer dio un corto, tierno y a la vez sensual grito. Aclarando, Seras estaba distraída, pensando en Toga y cómo le estaría yendo a Eri con Aizawa.

Si bien, una nalgueada no es para tanto y un buen golpe en los bajos bastaría como castigo; Mineta lo hizo en medio de un parque, donde los niños hicieron preguntas incómodas a sus madres y los hombres estaban silbando y felicitando al enano.

Eso ameritaría una pequeña tortura, pero el problema fue que el enano, aprovechando la situación y la sorpresa de la rubia, intentó nalguearla otra vez y tocarle un pecho... debajo de la ropa. Por suerte, Pip salió de inmediato y lo detuvo, tocando su entrepierna con el frío cañón de su revólver.

—Hazlo de nuevo y tu amiguito saldgá pog tu culo —amenazó el mercenario. Pero tuvo menos intensidad por el hecho de que tenía un poco de sangre en la nariz.

De vuelta al presente, Seras estaba a punto de soltarlo cuando Alucard, Himiko e Izuku salieron de un portal a su lado. Ambos varones estaban sorprendidos al verla así, de los cuatro, ella era la más inocente y tranquila.

—¿Qué haces con la uva degenerada? —preguntó Izuku, ladeando su cabeza.

—¿Y por qué hay un camino de sangre desde el parque? —Alucard ladeó la cabeza al lado contrario que Izuku.

—Te hizo algo, ¿verdad? —Himiko rodó los ojos. Ese enano no aprendía.

Seras se quedó callada, mientras que la confusión de Alucard, rápidamente se volvía ira.

—¿Qué le hiciste a mi hija? —preguntó el anciano vampiro, con una calma antinatural.

—Y-Yo —Mineta, aún de cabeza, tartamudeaba del miedo y se orinó.

—Sí, Mineta, ¿qué le hiciste a mi tía? —Izuku tenía una sonrisa tan grande que era sorprendente que no se hubiera desgarrado los labios.

Toga estaba asustada, una cosa era un Izuku molesto y otra un Izuku con una furia fría, y eso sin mencionar a Alucard. Tenía que hacer algo si no quería que su familia se metiera en problemas.

—O-Oigan, sé que lo que h-hizo estuvo mal y quieren despellejarlo. Yo también quisiera ahorcarlo con sus intestinos; pero no hagan una locura. A-Apliquemos un castigo más civilizado —Himiko sonrió nerviosa y temblando un poco.

Haciendo fuerza de voluntad, Alucard se calmó y obligó a Izuku a hacer lo mismo.

—Tienes razón Himiko —Alucard dijo entre dientes—, somos gente civilizada, no unos salvajes. Así que nos contentaremos con esto.

El vampiro entonces colocó sus dedos en la frente del enano e hizo que entrara en un mundo de pesadilla. Mineta, que ya se había desmayado, sonrió pero luego su sonrisa se volvió una mueca de horror.

—Vámonos antes de que me arrepienta —renegó Alucard. Acto seguido, abrió un portal y aparecieron en casa.

—¿Qué le hiciste? —preguntó Izuku, aún un poco enojado.

—Solo diré: Trapos con vergas de acero de un metro.

—Eso dibuja una sonrisa en mi cara.

—B-Bueno, ¿vamos a recoger a Eri? —preguntó Seras.

—Claro que sí, extrañaba a la pequeña—sonrió Alucard.

Alucard le había agarrado bastante cariño a la albina porque él la ayudaba a controlar su quirk, al tener el poder de Schrödinger, si lo rebobinaba, bastaba con pensar en existir de nuevo y estaría como si nada hubiera pasado.

Cuando Seras y Alucard llegaron a la casa de Aizawa, este estaba triste y aliviado de que Eri se fuera de su casa. Eri era muy adorable, pero algo rara; le gustaba el color negro y el rojo sangre. Sí, la pequeña fue muy específica con la tonalidad. Además, tenía un cuaderno lleno de sellos con diferentes propiedades; nadie olvidaría como los gatos de mamá oruga casi fueron devorados por unos tentáculos que salieron del suelo tras un error al dibujar un sello para hacer más fértil el jardín.

—Gracias por cuidarme, señor Aizawa y señorita Fukukado —se despidió Eri con una sonrisa desde los brazos de Seras. Todos se derritieron por lo adorable que era.

—No fue nada Eri, con gusto te recibiremos de nuevo —dijo Aizawa sin pensar.

My Hellsing AcademiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora