Capítulo 01- El extraño comienzo de un final.

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 Capítulo 01 – El extraño comienzo de un final.

       La tarde gris era desconcertante, el alba había desaparecido y el cielo oscuro azabache se vislumbraba inerte entre las copas de los árboles más altos. Las hojas alborotadas y los remolinos danzaban por doquier, las plantas eran macizas de fuerza, dotadas de una fortaleza única proveniente de los bosques donde las grandes criaturas habitan y destrozan, o lo intentan, todo a su paso. Aquellos animales se encontraban ahora desaparecidos, no estaban a la vista de un todo que se describe perfectamente como la misma selva. El paisaje se encontraba deshabitado o eso se creía, naturalmente, en aquella tarde que caía lenta e inevitablemente.

         Los sucesos recientes iban jugando nítidamente en su mente. En un instante apareció en su cabeza el escape, el deseo de alejarse de allí por una orden que no provino de su voluntad, escapando de algo temible, sin igual.

Él se encontraba de espaldas a un viejo árbol de grandes ramas y unas raíces inmensas. Estaba desconcertado pues acababa de correr mucho, pero lo creía insuficiente. Lo raro era que no lo sabía, no entendía cómo, pero a la mitad del escape se encontró corriendo a una velocidad descomunal, aunque eso en realidad lo fortalecía ya que había hecho un buen trabajo. También sabía muy bien que la vida de su hermana y la suya corrían peligro, éste había sido el primer impulso para huir de la aldea.

            La tranquilidad copaba poco a poco en su mente. Mientras intentaba reprimir los recuerdos más crudos, iba creándose en su pecho un vacío que lo dejaba perplejo ante su sensatez, hasta que algo le hizo reaccionar.

            Fue en ese instante cuando se le vino a la mente la figura de una chica natural, una con miedo y frustraciones, una mujer que escapaba con él de uno de los terrores más grandes. La muerte les seguía de cerca. Su hermana había partido desde el mismo sitio, parecía haberla perdido en el trayecto, intentó mantenerse cerca pero en el camino el gran bosque los separó. Sin embargo, un gemido a cierta distancia lo hizo renacer entre la angustia y la soledad.

            Se deslizó y corrió a través de los grandes pastos hacia donde se dirigía el desahogo, pasando entre los árboles viejos y cruzando algunas plantas que no superaban su altura total. Aquellas malezas no le dejaban ver lo que había escuchado, así que bajó su velocidad y poco a poco escudriñó el terreno entre los pastos verdes e inmutables, hasta que por fin pudo distinguir el cuerpo de una persona, a lo lejos, de espaldas a un pequeño lago brillante. Estaba arrodillado y mirando al suelo, desconcertado. Aquél personaje extraño no se percató de que él se encontraba allí, observando.

            Escondiéndose detrás de un árbol, por si sus sentidos le estaban jugando una mala pasada, intentó pensar cuál sería el mejor tono para emplear en su voz.

            –¡Kyla! ¿¡Eres tú!? –Preguntó medio agitado el muchacho, intentando imponer un poco más de respeto en su voz del habitual.

            Un suspiro sonó al otro lado del árbol.

            –¡Sí, soy yo! Lázaro –respondió una voz jovial, estaba también muy agitada. Sin embargo, sonaba más serena.

            –¿Estás herida? –él articuló detrás del árbol sin mostrarse ante la niña. Su dolor y su fatiga eran mucho mayores como para levantarse nuevamente del piso. Ya se encontraban en armonía, no lo veía necesario.

            –Creo que no, solo me siento diferente… Muy bien físicamente, en realidad, pero algo cansada –Al terminar, suspiró nuevamente. –¿No te has sentido un poco raro? –Preguntó mientras se levantaba y acercaba su rostro al lago para lavarse la cara. –No lo sé, pero mis sentidos me dicen que estamos internados exactamente en el mismo centro del Crizea, como si hubiéramos corrido unos cuántos kilómetros en todo este tiempo. –Terminó la niña.

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora